En 1996, el Congreso, con la venia del Presidente Bill
Clinton, aprobó la denominada “Ley de libertad y solidaridad democrática con
Cuba” conocida como “Ley Helms-Burton”, que convirtió en ilegal
muchas cosas normales. Lo que provocó su aparición fue una deliberada
infracción de la ley por un grupo contrarrevolucionario de cubanos radicados en
Miami y una equívoca respuesta por parte de la administración de Bill Clinton.
Dos destacados analistas estadounidenses de la política
exterior de su país, recuerdan el origen endógeno de las dificultades que hoy
afronta el gobierno estadounidense para implementar algunos de los cambios que
ha anunciado en sus relaciones con Cuba, aparentemente a causa de aquella
manipulación.
El 24 de febrero de 1996, tres pequeños Cessna Skymasters
de la fuerza aérea del Estados Unidos partieron desde el aeropuerto de Opa-locka
en el condado de Miami-Dade de la Florida. Los aviones eran regalos del
Presidente George W. Bush a Hermanos al Rescate, una organización terrorista de
exiliados cubanos basada en Miami, creada en 1991 y dirigida por José Basulto y
William Schuss, cuya misión aparente era localizar y prestar asistencia a los
balseros, emigrantes cubanos en el estrecho de Florida que en embarcaciones
improvisadas trataban de alcanzar las costas de Estados Unidos, atraídos por la
política migratoria con propósitos hostiles de Washington hacia La Habana.
Basulto y Schuss habían recibido entrenamiento militar de
la CIA en Estados Unidos y tomaron parte en la operación que preparó la
invasión de Bahía de Cochinos por Playa Girón en 1961. Basulto participó más
adelante en graves acciones de sabotaje contra Cuba junto otros connotados
terroristas de la CIA, como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, autores de
horrendos crímenes.
El plan para el vuelo que presentó Basulto tenía el
supuesto propósito de buscar balseros en el estrecho de la Florida, aunque su
objetivo real era penetrar en espacio aéreo exclusivo de Cuba.
Los pilotos estaban conscientes de la intensa observación
de que su vuelo era objeto por parte de varias agencias federales
estadounidenses. Habían entrado en el espacio aéreo cubano en otras ocasiones
haciendo caso omiso a las advertencias cubanas, para dejar caer octavillas
contrarrevolucionarias sobre la capital cubana, sin despertar mucho interés
estadounidense.
Pero esta vez, el Departamento de Estado había alertado a
la Administración Federal de Aviación (FAA) que sería peligroso intentar otro
vuelo sobre Cuba. Ciertamente, estaban convencidos de que la paciencia de las
autoridades cubanas se había agotado porque así lo habían comunicado a su
contraparte estadounidense.
Según se ha conocido posteriormente, desde muchos puntos
de observación estadounidenses se observó cuando aviones de combate MiG cubanos
derribaban uno de los Cessnas y seis minutos más tarde, un segundo misil
aire-aire destruyó el segundo. Basulto con 3 pasajeros que viajaban en el
tercer Cessna salieron de espacio aéreo cubano y huyeron de regreso hacia
Opa-locka.
De inmediato, el presidente Clinton declaró el estado de
emergencia nacional, estableció una zona de seguridad en las aguas alrededor de
la península de la Florida, cerró el área al tráfico marítimo y aéreo no
autorizado, y exigió una investigación por la Organización de Aviación Civil
Internacional (OACI) y una condena a Cuba en la ONU.
El objetivo verdadero de la operación se logró cuando, en
medio del alboroto y la condena a Cuba, Clinton promulgó ley Helms-Burton, que
ha hecho más que cualquier otra pieza de legislación por congelar la política
hostil de Washington contra Cuba y dejó al Presidente sin facultades para
variarla en el futuro.
Era época de elecciones y es imposible sustraerse a la
idea de que Clinton, que entonces luchaba por la reelección, cayó en una
cruenta trampa promovida por la extrema derecha de la élite del poder.
Pretendió jugar a dos carriles, aunque nada indica que
contar con el beneplácito de la contrarrevolución cubana en el sur de la
Florida haya tenido algo que ver con su reelección.
Según Valdés y Sandals, la explicación más simple de cómo
Basulto pudo volar aquel día pese a la formidable vigilancia de la FAA que
existía sobre él entonces y las advertencias reiteradas del Departamento de
Estado quizás sea la que el propio Bill Clinton incluyó en sus memorias: “Mi principal objetivo era la elección."
Por Manuel E.
Yepe http://manuelyepe.wordpress.com/
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