domingo, 6 de septiembre de 2015

La Guatemala de Arbenz: Otra buena lección que ojalá aprendamos

El pueblo exigió armas para defender sus derechos. Arbenz al fin, -tarde, muy tarde, demasiado tarde- ordenó abrir los arsenales al pueblo y la oficialidad se negó a obedecer la orden. La suerte estaba echada. Un proceso de inclusión, uno más, se había perdido. Una vez más dos factores parecen determinantes: La falta de organización y conciencia revolucionarias en el pueblo, y una dirección mojigata, ambigua, incapaz, en muchos casos vendida. Justo lo que no faltó en la Cuba Revolucionaria y no debería faltar en la Venezuela Bolivariana. 

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La historia está allí para aprender de ella, para no ser engañados una y otra vez por el seductor y sus infinitas artimañas, para no ser violados una y mil veces con la ingenuidad de una jovencita quinceañera. Hoy trataremos de tomar algunas lecciones de la dura historia protagonizada por el querido pueblo guatemalteco. Entre otras cosas veremos que el imperialismo se repite casi siempre, que poco cambian los métodos y las estrategias y apenas modifica los instrumentos.

Decir Guatemala es decir reino de la United Fruit, casi del mismo modo que decir Venezuela es decir imperio de las grandes petroleras a todo lo largo del siglo XX. Aún recuerdo cuando la Embajada de los EE.UU., estaba en la Floresta y no se debía mover una hoja en nuestro país sin el consentimiento del "procónsul". Después se mudó de sitio pero no de objetivos. Hay suficientes evidencias del desfile diario que los representantes de la oposición venezolana hacen hoy, casi en caravana, para alcanzar la bendición y la dádiva de esta embajada.

En Guatemala, para la década de los cincuenta, el emperador de las bananas, Mr. Sam Zemurray, combinaba de tal modo poder con desprecio que afirmaba abiertamente no tener el menor temor de los guatemaltecos, a su juicio, estos no tenían capacidad para causarle el menor dolorcito de cabeza. Dueña su empresa no sólo de enormes extensiones de tierras, sino de toda la infraestructura del país, incluidos ferrocarriles, compañía de teléfonos y telégrafos, puertos, barcos, la crema y nata de la oficialidad de la Fuerza Armada, políticos, jerarquía eclesiástica, empresarios y periodistas, parecía tener razón en su bravata Mr. Zemurray. Era poco diferente a lo que tenían y aún conservan en muchos casos en la Venezuela Bolivariana, por cierto.

Pero los pueblos dan sorpresas. La llegada al gobierno de Juan José Arévalo y su decisión de hacer que la United Fruti (UF), respetara al sindicato y admitiera el derecho a huelga comenzó a representar una ligera jaqueca para Mr. Zemurray. Todavía tolerable dado el inmenso poder de la UF, la sucesión de Arévalo por el presidente Jacobo Arbenz y sus medidas de Reforma Agraria, expropiación de tierras incultas para ser entregadas a campesinos sin tierras, a campesinos sin presente ni esperanzas, colmó la paciencia de Mr. Zemurray y la maquinaria imperial a su servicio. Deberíamos recordar los venezolanos cómo, la conspiración abierta contra el gobierno del presidente Chávez, se inició justo después de la aprobación de la ley de tierras y la ley de pesca. La oligarquía posee un cierto nivel de tolerancia que desaparece cuanto ve amenazado su bolsillo, después de todo ese es su dios.

El campesinado guatemalteco había cometido la gravísima ofensa de hacerse presente, de tomar cuerpo y voz, de emerger de las sombras de la exclusión, de existir pues, razón suficiente, allá como aquí, o en Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua y donde sea, para que el imperio afile sus garras y como Júpiter comience a lanzar rayos de muerte. Se trata de la vocación expansiva del capitalismo, para nada tiene que ver con simpatías o antipatías, lenguaje o formalidades.
La intención de Arbenz al cubrir todas las formas legales posibles para no desatar la ira de la fiera no sirvió de nada. De acuerdo a los libros de contabilidad de la UF, Arbenz calcula una indemnización y, porque sí, porque le daba la gana, John Foster Dulles, Secretario de Estado y su hermanito Allan Foster Dulles Director de la CIA, hacen sus propios cálculos que le dan 25 veces más de lo contemplado en los libros contables. También los venezolanos sabemos de eso. Echemos una mirada a la deuda exigida por las potencias y por la que fuimos invadidos a comienzos del siglo XX, o no vayamos tan lejos... recordemos el proceso de reversión petrolera cuando tuvimos que pagar chatarra a precios de último modelo. ¡No cambian!, los ingenuos o cómplices están de nuestro lado. Quizá no cambien porque hasta ahora la amnesia de los pueblos les ha permitido que la fórmula sea ganadora. Tampoco cambian en los métodos para la preparación del zarpazo.

La reforma agraria propuesta por Arbenz era, con mucho, más moderada que la realizada por Lincoln cien años antes, sin embargo, para variar, fue calificada de peligro comunista con vocación expansiva y desestabilizadora de la región. Nada nuevo. Se puso en marcha el plan de agresión contra la Guatemala "comunista". Se buscaron los cipayos y asesinos más conspicuos. Entre ellos destacó el asesino de indígenas guatemaltecos, Miguel Ydígoras Fuentes. Representantes de la UF se reunieron con él en San Salvador y le ofrecieron la encomienda. Debía encargarse de destruir el gobierno de Arbenz, de acabar con los sindicatos y de restituir a la UF todas sus propiedades y privilegios; a cambio se le ofreció todo el dinero necesario y el apoyo de los EE.UU.

La noticia del "arreglo" se difundió como reguero de pólvora entre todo el cipayaje guatemalteco. Militares, empresarios, "exiliados" y hasta curas acudieron a la US Embassy como zamuros a ofrecer sus servicios. Llegaron a disputarse con los representantes de la UF quienes destruirían el gobierno de Arbenz ofreciendo precios más bajos. Un tal José Luís Arenas intentó convencer a la UF de sus mejores condiciones. Estas condiciones fueron mejoradas por un general de nombre Federico Ponce quién dijo disponer de gente para el asalto al palacio de gobierno a cambio de un adelanto y más barato. Bueno... no muy distinto al desfile que hemos visto en nuestra Venezuela por estos días ofreciendo condiciones y pidiendo adelantos al mecenas del terror. Aquí, por cierto, el imperio ha perdido, hasta ahora, muchos adelantos en billetes verdes. De todos modos, no hay problema...¡que no se preocupen los muchachotes y muchachotas, ahora es que hay billetes verdes... pidan por esa boquita que traicionar a su Patria goza de buenos precios! Al final, entre estos descastados apátridas guatemaltecos, cachicamo trabajó para lapa y el premio se lo llevó el coronel Castillo Armas, hombre formado en EE.UU., barato, desalmado e inmoral. No más que los otros, pero quién sabe si más aceptable.

El plan se puso en marcha. - ¡Advertencia! Cualquier similitud con la realidad venezolana no es pura casualidad-. Se utilizó toda la maquinaria propagandística del imperio para poner el mundo al revés. La víctima convertida en victimario, el agredido en agresor, el ángel en demonio. ¡Total! ¿Para qué tienen los medios, pues?. No faltó el vecino cómplice. Como Judas, dispuesto siempre a vender la dignidad latinoamericana y servir de instrumento para agredir al hermano. Honduras denunció supuestos intentos de invasión por parte del gobierno de Arbenz, incluso de modo no mejorado hasta hoy denunció que al gobierno de Arbenz se le podían ver los tentáculos de la expansión comunista. El embajador estadounidense Mr. Peurofoy declaró: "no podemos permitir una república soviética desde Texas hasta el canal de Panamá". El Pentágono declaró intolerable la compra de unos fusiles a Checoslovaquia por parte de Arbenz y señaló el peligro armamentista del régimen comunista guatemalteco. De nuevo... ¿alguna similitud con el escándalo de los fusiles rusos en Venezuela?

Todos los grandes medios de comunicación mundiales fueron inundados con fotos, películas, testimonios y hasta comiquitas sobre los horrores y atrocidades del régimen comunista de Guatemala contra su población indemne. La Iglesia Católica, por voz de su más alta autoridad, el Arzobispo Mariano Rosell Arellano, exhortó dramáticamente al pueblo guatemalteco a rebelarse contra el comunismo "enemigo de Dios y la Patria". La manipulación y el contubernio de la iglesia jerárquica y el imperio alcanzan límites grotescos. Se llega a utilizar la venerada y popular imagen del Cristo de Esquipulas nombrándolo en acto de fe "Capitán General de la Cruzada Libertadora contra el Comunismo". La misma miasma ¿cierto? ¿No recuerdan la Virgen descabezada de Altamira, o la Misa en el Templo Don Bosco, o la homilía en el Templo de la Virgen de Coromoto de Castillo Lara, o "el genocidio de la frontera" denunciado por la Conferencia Episcopal en estos días?

El cierre del grillete se produjo en la OEA. Fuster Dulles, con motivo de la Conferencia Panamericana en Caracas, logró la bendición de la mayoría de los países para la invasión. También obtuvo la complicidad de Francia e Inglaterra. Faltaba la chispa. Esta la proporcionaría Somoza. Este convocó a una gran rueda de prensa, -igualito que aquí-, con la presencia de todos los medios, -¿se han fijado la cantidad de micrófonos que están sobre la mesa de cualquier cipayo que quiera declarar?-; pues el bandido de Somoza mostró unas diez pistolas -¡como para hacer una guerra mundial, pues!- que llevaban el sello de la hoz y el martillo. ¡Insoportable!, ¡Imperdonable!, ¡Hasta aquí nos trajo el río, gritaba airado el imperio!

La invasión se puso en marcha. Una invasión contra un país que no tenía un avión ni una batería antiaérea; en otras palabras, un banquete para los aviones de los EE.UU. Al horror de una aviación bombardeando a sus anchas se unió el desconcierto. La embajada de USA se convirtió por arte de magia en la potente emisora de radio La Voz de la Liberación. Desde allí se transmitían los discursos y proclamas, la música marcial de las tropas libertadoras de Castillo Armas.

El pueblo desorganizado, desconcertado y horrorizado, debió ver como el gobierno de Arbenz se derrumbaba. La aviación destruyó los depósitos de combustible y Castillo Armas puso en marcha sus tropas mercenarias. El pueblo exigió armas para defender sus derechos. Arbenz al fin, -tarde, muy tarde, demasiado tarde- ordenó abrir los arsenales al pueblo y la oficialidad se negó a obedecer la orden. La suerte estaba echada. Un proceso de inclusión, uno más, se había perdido. Una vez más dos factores parecen determinantes: La falta de organización y conciencia revolucionarias en el pueblo, y una dirección mojigata, ambigua, incapaz, en muchos casos vendida. Justo lo que no faltó en la Cuba Revolucionaria y no debería faltar en la Venezuela Bolivariana.

Martín Guédez/Aporrea

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