lunes, 23 de septiembre de 2013

El burócrata rojo, rojito



En primer lugar, es un hombre muy ocupado. Siempre está en una reunión. Está en otra, o en otra, y así pasa el día de reunión en reunión. Si por casualidad a usted lo han citado, por algún medio, para que acuda al deseado encuentro con el susodicho funcionario, comienza el calvario con el portero. “¿Usted tiene cita hoy?”, pregunta con cara de perro. Si, respondo, porque este es un relato de la vida real. “Ah, caray, el doctor no ha llegado. Si usted quiere hable con la secretaria”. Acepto. “¿Qué quería el señor, en qué podemos servirle?”. Le explico lo que deseo. Y recibo como respuesta lo siguiente: “El doctor, no se encuentra. Y no creo que llegue temprano, pues está en una reunión de calle”. Caray, señorita, el me dijo que viniera hoy, a esta hora. Yo estudié con él. Somos amigos.

“Lo siento señor… ¿cómo me dijo que se llamaba? Ah, pues, el doctor está muy ocupado, usted sabe como es el presidente Maduro. Exige mucho, y además ese gobierno de calle, no deja a mi jefe ni respirar” Entonces, le pregunto: ¿Señorita, dígame una cosa, por favor, cómo hace su doctor para atender las cosas sencillas, rutinarias y elementales, como es el de recibir a personas que desean hablar con él de algún problema, etcétera? “Ah, yo no sé, recuerde que yo sólo soy una secretaria. Yo no sé nada de esas cosas”, me respondió la susodicha.

Entonces se me ocurre preguntarle: ¿Señorita, y su doctor no delega en nadie. Es decir, alguien que pueda solucionar problemitas, de esos que confronta la gente en el día a día? Y responde: “señor, lo lamento, yo no puedo responder esa pregunta. Y si me lo permite voy a trabajar, me disculpa”. Me quedé estático. Observando lo que iba a hacer aquella diligenciosa secretaria. Se dirigió a un estante donde había una cafetera y se dispuso a preparar café. Pero no crean que era para mí, nada que ver. Me dejó parado como un pendejo. Y como un pendejo di la vuelta y abandoné el despacho de aquel funcionario que tenía en el colgadero una chaqueta tricolor y una gorra del 4-F.

¿Qué está pasando con estos altos y medianos funcionarios? ¿Los enferma el cargo? ¿No le paran a los lineamientos del Presidente? ¿O del ministro? ¿O el ministro tiene ese mismo proceder? ¡Carajo! Yo creía que entre la IV y la V República, había alguna significativa diferencia, pero es el mismo negro con diferente cachimbo. Por eso soy de los que piensa que a esta revolución le falta mucho camino por andar. No puede ser que se esté haciendo lo mismo que hacían los de la IV: robar, despilfarrar el tiempo, fomentar la corrupción y hacerle un daño irreparable, algunas veces, al proceso que nos legó Hugo Chávez Frías. ¡Coño, si no cambiamos a nivel mental, poco haremos por la revolución! ¡Con comportamientos así, le estamos haciendo el juego a la derecha apátrida! ¡Fuera los burócratas! ¡Fuera los rojos, rojitos, con el corazón amarillo!

¡Chávez vive, la lucha sigue! 


Por: Teófilo Santaella 



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