Los
que conocemos a la CIA y al pensamiento ideológico de la ultraderecha norteamericana,
no podemos dejar de asombrarnos ante la alerta
hecha por Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, sobre un nuevo plan magnicida contra su vida.
Ha sido una más de las decenas de amenazas contra él, las cuales son
ridículamente puestas en entredicho por los medios nacionales vinculados a la
oligarquía de derecha y los grandes monopolios de la información, tratando de establecer
la matriz de opinión de que estas amenazas son infundadas y solo esgrimidas
para desviar la atención sobre supuestos problemas internos de Venezuela.
No
nos extraña esta enfermiza persecución y planes de asesinato. Muchos dirigentes
como Fidel Castro –a quien intentaron asesinar en 641 oportunidades-, así como
al propio Hugo Chávez, fueron prácticamente hostigados por sus enemigos,
tramando en las oficinas de planes de la CIA todo tipo de inimaginable complot,
acudiendo a métodos sofisticados y recurriendo a todo tipo de arma posible para
eliminarlos. Aún quedan ciertas dudas, sobre todo en mí, sobre el deceso de
Chávez y las causas del cáncer que lo asesinó. La CIA, se trate de taparlo o
no, fue la mano ejecutora.
Al
igual que en el asesinato de JFK, muchos son los implicados en este nuevo plan atentado
contra Nicolás Maduro, cuando el mismo asisitiera a la Asamblea General de
Naciones Unidas. No olvidemos que Henrique Capriles visitó EE UU hace unos días
y mantuvo varias reuniones secretas con miembros del llamado “exilio” venezolano,
así como congresistas de la mafia cubano
americana y personajes siniestros como Otto Reich y Roger Noriega.
¿Cuál
fue la finalidad de estos encuentros, en los que participó, indistintamente, Álvaro
Uribe Vélez?
Hasta
el momento varias son las variantes a emplear por la CIA y otros sectores de la
ultraderecha norteamericana, quienes trataron a toda costa de infiltrar al
Servicio Secreto de EE UU, encargado de la protección de los mandatarios que
visitan el país, para abrir un brecha insegura que facilitara los planes de
asesinato.
La
primera de ellas fue la creación de una provocación ante Maduro, capitaneada
por los liderzuelos de las principales organizaciones anti bolivarianas
radicadas en Miami como ORVEX, Vepexx y otras. Ellos se encargarían de
facilitar la distracción en el lugar para que sicarios colombianos, terroristas
de origen cubano y ex militares venezolanos ejecutaran el magnicidio, bien
mediante el uso de un grupo de francotiradores, la colocación de explosivos o
el empleo de un lanzador portátil de misiles.
Otra
de las ideas fabricadas por la CIA fue envenenar a Maduro mediante toxinas
fabricadas en sus laboratorio, siguiendo el patrón seguido con Chávez, y cuyo
efecto no sería inmediato aunque sí agresivo en las próximas 48 horas.
Avisado
sobre estos planes durante su escala en Vancouver, en Canadá, Maduro tomó la
decisión adecuada: no asistir a New York. Al respecto, declaró: “La provocación estaba pensada para atentar
contra mi vida e integridad física por lo cual no asistí a Nueva York. Frente a
estas circunstancias dije vámonos a Venezuela donde tenemos un Gobierno de
Calle, iremos en otro momento (…) La mafia de Roger Noriega y Otto Reich,
que es como decir Posada Carriles en vivo y directo, tenían una provocación
loca y terrible”.
Avisado
por amigos de la Revolución Bolivariana sobre estos planes, hartamente
comprobados y de los que pueden dar fe el FBI y el Servicio Secreto, aunque
prefieran callar, Maduro explicó: “Había
dos provocaciones contra mí en Nueva York. Dos provocaciones graves, una más grave que otra”.
Estaba
claro que varios piquetes de escuálidos ya estaban debidamente organizados para
crear una sonada provocación en la Gran Manzana, con el fin de desafiar a la delegación
venezolana y agredirlos, victimizándose luego ante las autoridades
norteamericanas. Cerca de allí, aprovechando el revuelo, apuntarían sus armas
los asesinos por encargo. Para ello contaban con fusiles Barret 380 y Cheytac,
así como lanzacohetes RPG y Stinger.
Las fuentes mantenidas en el anonimato lograron
detallar cada paso de los planes magnicidas. Un indicio fueron los ya referidos
encuentros de Capriles y Uribe con varios criminales prófugos de la justicia
venezolana y con miembros del ala extremista del Congreso, así como el secreto
desplazamiento de varios sicarios desde Colombia, Panamá, México, Honduras,
Costa Rica, Perú y otras naciones hacia EE UU.
Mientras tanto, George W. Bush, Otto Reich y Roger
Noriega acudieron a sus antiguos terroristas de la CIA, residentes en Miami,
Nueva Jersey y New York, para imponerlos del plan magnicida. Varios de estos
sicarios salieron de las filas de los grupúsculos terroristas como Comandos F4,
Alpha 66, FNCA, CLC y de otras criminales agrupaciones, con vasta “experiencia”
en montar estos planes magnicidas contra Chávez y, sobre todo, Fidel.
Recuérdese que en la década de los 90, estas personas organizaron 20 planes
contra el líder cubano y 8 contra otros miembros de la dirección gubernamental
cubana.
No cabe duda de que el cambio de planes de Maduro
dejó a los complotados con el trabuco en la mano. Otra vez se quedaron con las
ganas y otra vez el gobierno de Estados Unidos supo a tiempo lo que ocurriría,
sin tomar medida alguna para evitarlo.
Gracias a la valiosa información de muchos heroicos
combatientes del silencio, así como a la digna actitud de norteamericanos
honestos, se frustró tan macabro plan.
Percy Francisco Alvarado Godoy.
Se ve que el servicio secreto bolivariano funciona muy bien!! Viva Maduro!
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