Muchos conocen la USAID
(Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo), apodo con
que se nombra al aparato que invierte decenas de millones de dólares de los
contribuyentes de este país, en la subvención que grupos para sabotear
interiormente algunas naciones y en nuestro caso los “vivos cubanazos” que han
logrado crear y hacer funcionar para su peculio particular, la famosa y bien
conocida “Industria Anticastrista” que desde Miami, se encargan de distribuir
el sobrante, después de sacar los indicadores de “gastos administrativos”, en
esos análisis de costos operacionales, por hacer este “dificultoso”
trabajo, de enviar unos dólares, a los desconocidos, minúsculos,
inoperantes e infelices disidentes cubanos de la isla.
En otras palabras estos datos se muestran
para que los que se sientan aludidos, sobre todo en Cuba, puedan
saber por dónde andan las cosas con los $ 20 millones de que dispone
anualmente, para tratar de derrocar al Gobierno Revolucionario de los
cubanos.
Según lo recogido, “este programa
está dirigido a continuar mejorando las habilidades de los cubanos para que
sean más capaces de abogar por las necesidades de la comunidad, lo que aumenta
las expectativas y rendición de cuentas para mejorar la gestión pública” (¿?).
Con rimbombantes nombres se
muestra una lista de “gastos”, que tratan de justificar ante la inquisidora
mirada de la contraloría estadounidense, que ha exigido pruebas de que en Cuba
se realizan hechos que justifiquen esta “inversión”. Ahora se informa cómo y
para qué se supone que se use ese dinero. A continuación el listado de los
principales destinos de estos gastos:
$ 4.000,000, para cultivar la capacidad analítica
de la sociedad civil.
1.350,000, para hacer entender el
derecho de libre expresión y reunión.
1.399,351, para hacer ejercer (los
famosos) “Derechos Humanos”.
1.704,050, para la producción y
distribución de materiales subversivos.
1.500,000, para el periodismo
independiente.
1.470,000, para empoderamiento de la
comunidad a través de la acción.
850,000, para
herramientas digitales para la sociedad civil.
750,000, para la
investigación de la producción.
500,000, para
el sistema de justicia político independiente.
895,194, para
actividades de liderazgo.
750,000, para
derechos laborales.
259,342, para
distribuir información no censurada.
100,000, para
alimentos y medicamentos de venta libre.
500,000, para red
de grupos de afrocubanos independientes.
500,000, para
sistema de justicia”no político” independiente.
Y así sucesivamente hasta llegar a
los 20 milloncitos, de los cuales se quedan en Miami, la inmensa mayoría, lo
poco que resta se envía a los que tratarán de hacer realidad esta especie de
“sueño de una noche de verano”, pero claro también después que se aseguren sus
frijoles y algunas ropitas, que adquirirán con parte de ese poquito que se les
manda, si es que les alcanza para eso.
De cualquier forma, la clara
denuncia no es que la mayoría de la plata se queda en Miami, ni siquiera que se
trata de aclarar qué uso se le da a estos presupuestos, que una vez,
recientemente, fueron detenidos y cuestionados sus usos por el hoy Secretario
de Estado, John Kerry y por poquito se acaba la chupeta para los mamalones
de este exilio histérico, cuando se descubrieron envíos de paquetes para
la disidencia, que contenían costosos abrigos de piel, conservas de mariscos
(que aquí en nuestro revuelto Miami, muy pocos pueden adquirirlos), juegos de
videos para niños “disidentes”, relojes pulsera, etc., no, nada de esto
es tan importante como que una institución (agencia federal) del gobierno
norteamericano, se dedica desfachatadamente a solventar el orden constitucional
de naciones, que como Cuba, se consideran soberanas y las cuales son violadas
constantemente al extremo de ser incluidas en los planes injerencistas de Estados
Unidos, año tras año y sobre todo que se entreguen esos fondos a
“administradores” de Miami.
Por Roberto Solís
Aparecido en El Duende
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