Por los embates que ha recibido desde los frentes domésticos e
internacionales, las últimas semanas han sido las más duras y difíciles
de las dos presidencias del Barack Obama. A los desencantos
internacionales generalizados, una alarma interna, bien localizada en la
capital del país, y en un comando de las fuerzas armadas, ha agudizado
la impresión general en los medios y en los ciudadanos de que el control
interior ha quedado en manos de organismos de inteligencia y seguridad
cada vez menos sujetos al control democrático. La muerte de 13 personas
por el reservista Aaron Alexis, un hombre negro de 34 años recién
convertido al budismo, en el propio Comando de la Marina, ha hecho
proliferar, nuevamente, la noción de que toda vigilancia es poca, y de
que el poder máximo debía concederse a FBI y a los organismos de
seguridad.
El corazón de Washington. Al menos 13 personas murieron el lunes en
un tiroteo perpetrado en un puesto de comando de la Marina de Estados
Unidos en Washington. Entre los fallecidos se encuentra el único agresor
confirmado hasta el momento, identificado por el FBI como Aaron Alexis,
un hombre afroamericano de 34 años oriundo de Fort Worth, Texas. Medios
estadounidenses habían adelantado que Alexis era un contratista
militar. Después se supo que había comprado armas legalmente. Y que
había ingresado usando una credencial legítima, extendida a su nombre,
al cuartel general del Comando Naval de Sistemas Marítimos, en
Washington, situado en el edificio 197 del Navy Yard, un complejo naval
en el sureste de la ciudad, a escasos kilómetros de la Casa Blanca y el
Capitolio.
Disparando a la Marina. En el edificio donde se registró el tiroteo
trabajan unas 3.000 personas. Apenas se inició el ataque se emitió una
orden para que todas buscaran refugio a causa de un “tirador activo”.
Sólo en horas de la tarde se pudo ver cómo empezaban a salir algunos de
los empleados que todavía permanecían escondidos en el recinto. Menos
suerte tuvieron las 13 víctimas mortales, así como la docena de heridos
–todavía no se ha precisado su cifra– que a lo largo de la mañana fueron
llegando a los hospitales de la ciudad. El Comando atacado es uno de
los cinco puestos de control que mantiene la Marina en todo el país,
encargados de diseñar, construir y mantener los buques y submarinos
militares estadounidenses, así como sus sistemas de combate.
Lobo solitario. Las autoridades norteamericanas llegaron a la
conclusión de que se trató de un incidente aislado, desvinculado del
terrorismo y de la red Al Qaeda, que ha recomendado la acción de “lobos
solitarios”, como los hermanos chechenos que atacaron con éxito y bombas
caseras la última maratón de Boston. Con todo, en la memoria de muchos
estadounidenses volvió el recuerdo de otros “tiroteos masivos”
registrados en los últimos años, entre otros el perpetrado en otro
centro militar, Fort Hood, Texas, en 2009, donde un psiquiatra militar,
Nidal Hasan, mató gritando “Alá es grande” a 13 soldados que se
preparaban para viajar a Irak y Afganistán. El agresor fue condenado a
finales de agosto a la pena de muerte. Si la pena se hace efectiva, será
la primera ejecución de un soldado en actividad desde 1961.
El reservista carga su arma. Según The Washington Post, Alexis había
probado un arma semiautomática en una armería de Virginia, pero no pudo
comprarla porque vivía en otro estado y las leyes locales lo prohíben en
ese caso. En vez de ello, señala el rotativo, compró una escopeta y dos
cajas de municiones el sábado antes su tiroteo. Alexis, quien al
parecer buscó ayuda por problemas de insomnio en hospitales de
veteranos, en el marco de presuntos problemas mentales reportados en
días pasados pero no confirmados oficialmente, también grabó frases
extrañas en el arma, según el Post. Entre el 2007 y el 2011, este
reservista se había ocupado de la electricidad en aviones de las fuerzas
armadas. Y esto le había ganado la Common Access Card, la CAC, la
Tarjeta de Acceso Común, propia de los contratistas del ejército. Que
también llaman Golden Card, Tarjeta Dorada, porque cuesta dinero –hay
quienes pagan por ella, se dice–, y hace ganar dinero. En todo caso,
Alexis, un afroamericano nacido en el neoyorquino barrio de Queens tres
décadas y media atrás, vivió las últimas semanas de su vida en hoteles
baratos de Washington, cercanos al Comando de la Marina donde fue
abatido tras disparar contra decenas de empleados y funcionarios
navales. Una de las primeras medidas de seguridad que va a ser discutida
es si puede o no darse la Golden Card a enfermos mentales; para ello,
habrá que redefinir “enfermedad mental” en términos más severos.
Cerrando el círculo. El secretario de Defensa de Estados Unidos,
Chuck Hagel, se comprometió el miércoles a “corregir” fallas de
seguridad como las que permitieron que el ex reservista de la Armada
Aaron Alexis ingresara el lunes en una base de la Marina en Washington y
matara a 12 personas antes de ser abatido. “Obviamente, algo fue mal”,
reconoció Hagel en rueda de prensa en el Pentágono. “Donde hay lagunas,
las cerraremos; donde se han producido deficiencias, las atenderemos. Y
donde haya errores, los corregiremos”, prometió. Tras la tragedia del
lunes, cuya motivación es desconocida si bien cada vez surgen más
detalles de los problemas psicológicos de Alexis, de 34 años, el jefe
del Pentágono ha ordenado una revisión exhaustiva de los protocolos de
seguridad. Hagel, por un lado, ha ordenado una “revisión de la seguridad
física y de los procedimientos de acceso” a todas las instalaciones
militares estadounidenses “en todo el mundo”.
El Pentágono se hace cargo. El jefe del Pentágono, asimismo, ha
encargado una revisión de las “prácticas y procedimientos” para
“entregar y renovar” los pases de seguridad que permiten el acceso a las
instalaciones militares, en vista de que, tal como reveló la víspera el
FBI, Alexis ingresó en el complejo naval con un pase “válido” que había
obtenido en calidad de empleado de un contratista militar. Ambas
revisiones estarán a cargo del subsecretario de Defensa, Ash Carter,
aseguró su jefe Hagel, quien prometió que su equipo hará “todo lo
posible para evitar que esto vuelva a suceder”. Finalmente, concluyó
Hagel, también ha ordenado la creación de un “panel independiente” que
realice su propia evaluación de la situación de seguridad en las
instalaciones militares y los protocolos de entrega de pases, que deberá
informarle personalmente de sus conclusiones.
Los días más oscuros. No ha recibido ni una sola buena noticia, y las
malas se acumularon con dramatismo escenográfico de golpe de teatro
tras golpe de teatro. La recesión de Estados Unidos no ceja ni cede, y
el lugar de la primera economía mundial comienza a parecer, si no
incierto, sí menos brillante. Los planes del presidente demócrata de una
intervención humanitaria en una Siria donde la ONU admite que se han
usado armas químicas quedaron aplazados y controvertidos por la
oposición de los partidos, incluso del propio, y de la opinión pública.
En un nuevo avatar de la Guerra Fría recalentada entre Washington y
Moscú, el Kremlin se ha apuntado un avance con su programa de control
del arsenal del líder sirio Bashar al Assad. La misma Rusia ha asilado
al defector Edward Snowden, cuyas revelaciones sobre el espionaje
indiscriminado de aliados y enemigos han pospuesto, esta semana, una
visita de la presidenta brasileña Dilma Rousseff a la Casa Blanca.
Descontrol de armas
Descontrol de armas
El diario más popular de Estados Unidos, el de todas las familias
tipo norteamericanas, el que se puede comprar en todas las cajas de los
supermercados, el USA Today, se preguntaba el martes en tapa “¿Por qué
Alexis pudo comprar armas?”. Por detrás de la pregunta no había un
cuestionamiento a la compra de armas en general, pero sí al hecho de que
le fueran vendidas a alguien como Aaron Alexis, el francotirador que
mató 12 personas en la base comando de la Marina en Washington, que
sufría reconocidos problemas mentales, admitidos por las mismas
autoridades militares. Sin embargo, las leyes en Estados Unidos son muy
generosas para instrumentar el derecho constitucional a armarse del que
goza todo ciudadano. Sólo la orden expresa de un juez, que dé fe de la
demencia incapacitante, es una barrera efectiva para que un ciudadano no
pueda ser dueño de un arma de fuego.
El reservista de la Marina no es el primer hombre con antecedentes de
enfermedad mental que tenga acceso a un arsenal, ni tampoco el primero
que lo haya descargado contra víctimas numerosas y arbitrariamente
reunidas. En 2012, muertes por tiroteos indiscriminados ocurrieron en el
estreno de un nuevo film de Batman en el estado de Colorado y después
en una escuela primaria en el estado de Connecticut. En uno y otro caso,
los autores tenían una historia clínica de demencia. Todas las armas,
como las de Alexis, habían sido compradas legalmente. Los representantes
demócratas en el Congreso habían intentado endurecer las regulaciones
sobre la revisión general de antecedentes a la hora de comprar armas
tras la masacre de la escuela primaria: los niños son víctimas
particularmente sensibles para la opinión pública norteamericana. Los
planes se vieron desbaratados en el Senado por la oposición de los
republicanos (y también de algunos demócratas). Hay pocas chances de que
la masacre de Washington cambie la legislación. Muchos políticos están
respaldados por el poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle
(NRA), que se opone a casi cualquier nueva ley sobre control de armas.
FUENTE: XXIII
Tomado de http://www.tiempodesanjuan.com
FUENTE: XXIII
Tomado de http://www.tiempodesanjuan.com
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