Estados Unidos realizó un seguimiento minucioso de la actividad del Partido Comunista de España
(PCE) ante la posibilidad de que entrara en el tablero político de cara
a las primeras elecciones tras la dictadura en ese país.
Así lo revela hoy el diario Público, en base a la más reciente filtración de cables diplomáticos realizada por Wikileaks,
que permiten atar algunos cabos sueltos de la última etapa del régimen
de Francisco Franco (1936-1975), al sacar a la luz los entresijos de la
Transición española.
Esta nueva hornada de documentos develados por la organización fundada por Julian Assange
y analizados por el periódico digital cubren el período 1973-1976, e
incluyen misivas enviadas o recibidas por el secretario de Estado de la
época, Henry Kissinger.
En los cables del entonces jefe de la diplomacia norteamericana
recopilados por Wikileaks hay cientos de documentos sobre los
movimientos de los comunistas españoles.
Una cantidad más que importante de telegramas que los embajadores
estadounidenses en Madrid entre 1973 y 1976, Horacio Rivero y Wells
Stabler, emplearon para realizar una persecución exhaustiva de la
actividad del PCE ante el inicio de la Transición.
La mayor preocupación de Washington era que, aunque no lo
consideraban como la principal amenaza para la estabilidad del país, la
formación liderada por Santiago Carrillo pudiera ser legalizada.
Por ello, desde las reuniones en el extranjero del partido hasta las
posibles entradas furtivas al país de su líder quedaron detalladas en
los escritos.
Desde que a principios de 1976 comenzaron los primeros rumores sobre
una posible legalización del PCE, funcionarios de Estados Unidos se
entrevistaron constantemente con miembros del Gobierno español, a
quienes preguntaron por esta cuestión.
Cada ministro, cada miembro de los diferentes gobiernos, hasta el de
Adolfo Suárez (1976-1981), prometió a Washington que el Partido
Comunista no sería legalizado antes de las elecciones de junio de 1977,
pese a que luego no sucedió así, recordó el cotidiano madrileño.
La potencia norteamericana había hecho un seguimiento bastante
cercano a Carrillo, sobre todo durante los últimos meses de 1976, cuando
los rumores sobre su vuelta eran fuertes y periódicos.
Su regreso preocupaba y mucho, no porque pudiera constituir una
amenaza para la democracia, sino por el miedo a que, con él, el
comunismo resurgiera con fuerza en España.
Si la Casa Blanca fue capaz de conocer las idas y venidas del PCE
durante el lento avance hacia la democracia gracias a Stabler, no menos
importantes fueron los informes de Rivero sobre la presencia soviética
en España.
Ante la inminencia de la muerte de Franco, el Gobierno estadounidense
temía que la URSS (Unión Soviética) aprovechara para conseguir nuevas
alianzas.
En los cables compilados por Wikileaks, a los que Público tuvo
acceso, hay informes sobre Carrillo a cuyo contenido no se puede
acceder.
De acuerdo con la versión de la administración norteamericana,
existen fallos electrónicos que han impedido desclasificar algunos de
los documentos, pero Wikileaks sostiene que la Casa Blanca se reserva
alguna de las informaciones al acceso público dependiendo de la
relevancia de su contenido.
(Con información de Prensa Latina)
Cubadebate
No hay comentarios:
Publicar un comentario