El fascismo posee varias facetas y muta acorde con las épocas hacia nuevas
formas de dominación como la referente a los medios de comunicación masivos,
presentes en los más recientes intentos de desestabilización promovidos por la
derecha contra gobiernos progresistas en América Latina.
Participantes del I Encuentro Internacional
Antifascista, convocado en Caracas a 40 años del Golpe de Estado en Chile,
pusieron al descubierto que en este proceso de transmutación experimentado por
el fascismo desde su creación en las primeras décadas del siglo XX, una de sus
caras más relevantes en la actualidad deriva de su matriz mediática.
De acuerdo con el periodista y catedrático español Ignacio Ramonet, el rol de
los medios de comunicación en los golpes de Estado ejecutados en Latinoamérica,
evidencian la manipulación como una de las especialidades del fascismo, así
como la fascinación por el control de los medios.
Al hacer un recuento histórico de esta manifestación política, Ramonet recordó
la temprana vinculación entre fascismo y prensa: así por ejemplo, el dictador
italiano Benito Mussolini -creador de esta vertiente ideológica- utilizaba su
periódico para movilizar masas y crear masas antiprogresistas, precisó.
Más tarde, los nazis en Alemania -con Adolph Hitler, gran admirador de
Mussolini- desarrollaron un sistema mediático, donde destacó la propaganda con
un ministro como Joseph Goebbels que utilizaba a los medios para manipular a
las masas.
Sobre ese punto, el catedrático español recordó que ya desde sus orígenes
"la comunicación y la manipulación de la misma constituyó una de las
especialidades del fascismo".
No obstante, a diferencia de Europa donde -según Ramonet- los medios eran
impulsados históricamente por el Estado, en América Latina por tradición
estadounidense estos se desarrollaron a partir de iniciativas y capital
privado.
Por ello, ese carácter privado será característico de la guerra mediática a la
que asistimos desde hace 40 años, que comenzó con el golpe de Estado contra el
presidente chileno Salvador Allende y no ha terminado, dijo el periodista.
Como demostración más reciente de sus argumentos citó la campaña mediática que
contribuyó en 2009 al derrocamiento del mandatario hondureño, Manuel Zelaya, o
el caso de Paraguay y el golpe parlamentario contra el presidente Fernando
Lugo, en 2012.
En todo este período la prensa devino expresión de las oligarquías que ya
dominaban estos países, con todos sus recursos como la tierra, el comercio, la
banca y hasta el mismo poder, explicó el catedrático al recordar la posesión de
los medios de comunicación de masas por tales clases como elemento de
propaganda de sus propias ambiciones.
De ahí que veamos -especificó- una América Latina donde los medios de grupos de
comunicación privados se jactan de haber hecho y deshecho gobiernos, puesto y
depuesto presidentes, y que forman parte del poder tradicional, de las
oligarquías y burguesías que se consideran dueñas naturales del país.
Así, pareciera normal que la burguesía gobierne porque el país bajo esta visión
les pertenece, y por eso cuando la mayoría pobre y explotada accede
democráticamente o llega por cualquier circunstancia al poder y aspira a la
redistribución de la riqueza mal repartida para reparar la deuda social,
entonces este tipo de reparto no se acepta.
Desde ese momento se pone en marcha el mecanismo del golpe: en América Latina
ningún gobierno con voluntad de cambio social -excepto Cuba desde 1959-
consiguió mantenerse en el poder antes del triunfo del presidente Hugo Chávez
en Venezuela, explicó Ramonet, al denotar la significación de la Revolución
Cubana y Bolivariana para el despertar del continente.
Por su parte, el vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, manifestó que
el fascismo ha tenido muchas caras: a principios del siglo XX era un fascismo
expansionista que invadía, en la década de 1960 y 1970 era un fascismo
golpista-militarista, acotó.
Hoy no tiene ni el rostro del invasor ni el rostro de la dictadura militar, hoy
tiene otro rostro: que además de la conspiración económica, financiera, incluye
la mediática: Es fascismo pero bajo nuevas formas, detalló.
Conocedora de la cara mediática del fascismo, la excanciller hondureña,
Patricia Rodas, expresó que esta vertiente política "se transforma en
expresiones específicas que se trasladan de ultramar hacia nuestro continente
con la intención de aplastar todos los procesos de transición y transformación
democrática en curso".
Para tal fin, el fascismo entonces comienza a mutar y a buscar nuevos
mecanismos de dominación y de extravío mental que se correspondan a esas nuevas
formas de manifestación social que van apareciendo, aseveró en declaraciones a
Prensa Latina.
En ese sentido, la exministra de Relaciones Exteriores del derrocado Gobierno
de Zelaya hizo notar también la evolución de los métodos del fascismo desde los
clásicos golpes militares hacia otras vías desestabilizadoras en la actualidad
como la guerra económica y sobre todo en la esfera mediática.
Tal estrategia es explicable si se entiende que con la llegada de nuevos
tiempos y transformaciones sociales las armas de agresión fascistas evolucionan
y se transforman cuando evolucionan y se transforman los sectores que pretenden
agredir, precisó.
De ese modo, cuando vimos la bajada de las dictaduras militares ello no quiso
decir que desapareciese la represión y los mecanismos de persecución, sino que
esta se transformó en otras formas como la manipulación mediática, denunció.
Es así que comenzamos a recibir noticias y realidades deformadas y se empezó a
inyectar prejuicios a ciudadanos de una misma sociedad que padecemos los mismos
males y se profundizó en la estigmatización de lo que es diferente o de
propuestas novedosas, agregó.
Incluso la política de difamación, mentira y engaño se convierte en una cultura
del odio, todo eso a través de los medios de comunicación con sus respectivos
mecanismos de formación de conciencia para mantener bajo su dominio del terror
a sectores importantes de la población, expresó Rodas.
Añadió que la estrategia del terrorismo mediático pretende la división y
desintegración social mediante el odio: "con ello se aspira a destruir ese
tejido que fundamentó los Estados Nación y la necesidad de integrarnos no sólo
como sociedad sino con el otro, y de reconocernos en las luchas de un
continente y de nuestros próceres".
No obstante, frente a ese mal actualmente se lucha por la integración de
nuestras patrias latinoamericanas, para lograr una forma de asociación continental
que no sea excluyente y permita la eliminación del prejuicio y del temor como
base fundadora de las grandes contradicciones que amenazan el siglo XXI,
afirmó.
Al respecto, consideró vital la solidaridad continental entre los pueblos pues
sólo así se podrá enfrentar con éxito al fascismo en cualquier lado que este se
encuentre, acotó.
Por Jorge
Hernández Álvarez*
*Corresponsal de Prensa Latina en Venezuela
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