El presidente estadounidense, Barack Obama, llegó a San
Petersburgo desde Estocolmo con la intención de «construir» una
coalición internacional que haga más sólida una intervención militar
contra el régimen de Bashar el-Asad. Pero se ha encontrado en la antigua
capital imperial rusa con otra alianza, liderada por Rusia, que lo que
pretende es evitar tal ataque impulsando nuevamente la moribunda
conferencia internacional de paz para Siria. Obama dijo en Suecia tener
confianza en que el Congreso autorice una operación «limitada» en Siria y
el miércoles logró que la comisión de Relaciones Exteriores del Senado
le diera su apoyo para realizarla.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, señaló
entonces que su país está tratando de «construir» una coalición
internacional para actuar en Siria y que en esa dirección trabajará el
presidente norteamericano durante la cumbre del G20. Obama se propone
vincular a los cinco principales países de Europa, presentes en la
cumbre (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido), a un documento
de denuncia contra los crímenes de El-Asad y de apoyo a medidas
punitivas para evitar que continúe empleando armas químicas contra su
pueblo.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Herman van
Rompuy, se inclina por dar credibilidad a los informes que acusan a
El-Asad de haber echado mano de armas de exterminación masiva, algo que,
de acuerdo con sus palabras, «es un crimen atroz contra la humanidad».
Pero Putin se propone responder a la ofensiva de Obama
articulando una iniciativa dirigida a reanimar la conferencia de paz
para Siria de Ginebra. Para ello cuenta con el aval de su homólogo
chino, Xi Jinping, y del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. El
presidente ruso tuvo incluso el espaldarazo del papa Francisco, quien le
envió una carta para el conjunto del G20 pidiendo que este grupo de
países no permanezca indiferente ante el drama sirio, pero que eviten
las «soluciones militares».
El secretario general de la ONU se ha llevado a San
Petersburgo a su representante especial para Siria, Lajdar Brahimi, con
la intención de impulsar la conferencia internacional 'Ginebra-2'. A
juicio del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, promover la
conferencia de paz es lo que hay que hacer, «en lugar de pensar en el
uso de la fuerza».
El portavoz de Naciones Unidas, Martin Nesirky, ha señalado
que «en un momento en que las preocupaciones del mundo están centradas
en el posible uso de armas químicas en Siria, debemos avanzar más
firmemente hacia la conferencia internacional de paz en Ginebra. La
solución política es la única vía para poner fin al derramamiento de
sangre en el país».
Así que Lavrov se ha puesto manos a la obra. El jefe de la
diplomacia rusa ha convocado para hoy por la mañana una reunión de
ministros de Exteriores del G20 con la participación de Brahimi. En un
primer momento, la crisis siria no figuraba en la agenda oficial del
G20, pero Putin anunció ayer durante el discurso de apertura de la
cumbre que «algunos participantes me pidieron que dé más tiempo para
discutir otros problemas acuciantes de política internacional, en
particular la situación en Siria».
El miércoles, Ban dijo durante una conferencia en la
Universidad de San Petersburgo que, de confirmarse el uso de armas
químicas por parte del Ejército sirio, sería una gravísima violación del
orden internacional, pero insistió en que la salida hay que buscarla
«en una solución pacífica».
Provocación rebelde
El ministro de Exteriores británico, William Hague, cree
que difícilmente se va a poder alcanzar una solución diplomática «si se
permite a El-Asad aplastar a la oposición moderada». Así lo enunció en
su cuenta de Twitter tras reunirse en Londres con el presidente de la
Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria
(Cnfros), Ahmad Yarba, con quien habló, entre otras cosas, del proceso
para hacer posible la conferencia de Ginebra. El Gobierno de David
Cameron perdió una votación en el Parlamento que hubiera dado luz verde a
unirse a Estados Unidos para intervenir en Siria. De momento, el único
aliado occidental con el que cuenta Obama es Francia, con cuyo
presidente, Françoise Hollande, tiene previsto reunirse ahora en San
Petersburgo.
La tesis principal de la postura rusa de oposición a un
ataque armado en Siria es que no está probado que haya sido el régimen
de El-Asad el que recurrió a las armas químicas. Es más, Putin está
convencido de que el ataque del mes pasado en las afueras de Damasco con
gas sarín lo llevaron a cabo opositores al régimen sirio como parte de
una estrategia «provocadora» para culpabilizarle y propiciar su caída.
Los observadores rusos que investigaron el ataque químico del pasado mes
de marzo en Jan el-Assal, en la provincia de Alepo, aseguran que las
sustancias tóxicas detectadas son de origen artesanal y se diferencian
sustancialmente de las que usa el Ejército.
El representante ante la ONU de Rusia, Vitali Churkin,
entregó la pruebas al Consejo de Seguridad, pero, según el ministerio de
Exteriores ruso, no hubo la adecuada reacción por parte de Estados
Unidos, Reino Unido y Francia y por eso les recrimina ahora que quieran
castigar a El-Asad «sin pruebas» y no a la oposición cuando las había.
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