jueves, 26 de septiembre de 2013

¿Qué iba a pasar con Maduro realmente en New York?




Los que conocemos a la CIA y al pensamiento ideológico de la ultraderecha norteamericana, no podemos dejar de  asombrarnos ante la alerta hecha por Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela,  sobre un nuevo plan magnicida contra su vida. Ha sido una más de las decenas de amenazas contra él, las cuales son ridículamente puestas en entredicho por los medios nacionales vinculados a la oligarquía de derecha y los grandes monopolios de la información, tratando de establecer la matriz de opinión de que estas amenazas son infundadas y solo esgrimidas para desviar la atención sobre supuestos problemas internos de Venezuela.

No nos extraña esta enfermiza persecución y planes de asesinato. Muchos dirigentes como Fidel Castro –a quien intentaron asesinar en 641 oportunidades-, así como al propio Hugo Chávez, fueron prácticamente hostigados por sus enemigos, tramando en las oficinas de planes de la CIA todo tipo de inimaginable complot, acudiendo a métodos sofisticados y recurriendo a todo tipo de arma posible para eliminarlos. Aún quedan ciertas dudas, sobre todo en mí, sobre el deceso de Chávez y las causas del cáncer que lo asesinó. La CIA, se trate de taparlo o no, fue la mano ejecutora.

Al igual que en el asesinato de JFK, muchos son los implicados en este nuevo plan atentado contra Nicolás Maduro, cuando el mismo asisitiera a la Asamblea General de Naciones Unidas. No olvidemos que Henrique Capriles visitó EE UU hace unos días y mantuvo varias reuniones secretas con miembros del llamado “exilio” venezolano, así como congresistas  de la mafia cubano americana y personajes siniestros como Otto Reich y Roger Noriega.

¿Cuál fue la finalidad de estos encuentros, en los que participó, indistintamente, Álvaro Uribe Vélez?

Hasta el momento varias son las variantes a emplear por la CIA y otros sectores de la ultraderecha norteamericana, quienes trataron a toda costa de infiltrar al Servicio Secreto de EE UU, encargado de la protección de los mandatarios que visitan el país, para abrir un brecha insegura que facilitara los planes de asesinato.

La primera de ellas fue la creación de una provocación ante Maduro, capitaneada por los liderzuelos de las principales organizaciones anti bolivarianas radicadas en Miami como ORVEX, Vepexx y otras. Ellos se encargarían de facilitar la distracción en el lugar para que sicarios colombianos, terroristas de origen cubano y ex militares venezolanos ejecutaran el magnicidio, bien mediante el uso de un grupo de francotiradores, la colocación de explosivos o el empleo de un lanzador portátil de misiles.

Otra de las ideas fabricadas por la CIA fue envenenar a Maduro mediante toxinas fabricadas en sus laboratorio, siguiendo el patrón seguido con Chávez, y cuyo efecto no sería inmediato aunque sí agresivo en las próximas 48 horas.

Avisado sobre estos planes durante su escala en Vancouver, en Canadá, Maduro tomó la decisión adecuada: no asistir a New York. Al respecto, declaró: “La provocación estaba pensada para atentar contra mi vida e integridad física por lo cual no asistí a Nueva York. Frente a estas circunstancias dije vámonos a Venezuela donde tenemos un Gobierno de Calle, iremos en otro momento (…) La mafia de Roger Noriega y Otto Reich, que es como decir Posada Carriles en vivo y directo, tenían una provocación loca y terrible”.
 
Avisado por amigos de la Revolución Bolivariana sobre estos planes, hartamente comprobados y de los que pueden dar fe el FBI y el Servicio Secreto, aunque prefieran callar, Maduro explicó: “Había dos provocaciones contra mí en Nueva York. Dos provocaciones graves, una más grave que otra”.

Estaba claro que varios piquetes de escuálidos ya estaban debidamente organizados para crear una sonada provocación en la Gran Manzana, con el fin de desafiar a la delegación venezolana y agredirlos, victimizándose luego ante las autoridades norteamericanas. Cerca de allí, aprovechando el revuelo, apuntarían sus armas los asesinos por encargo. Para ello contaban con fusiles Barret 380 y Cheytac, así como lanzacohetes RPG y Stinger.

Las fuentes mantenidas en el anonimato lograron detallar cada paso de los planes magnicidas. Un indicio fueron los ya referidos encuentros de Capriles y Uribe con varios criminales prófugos de la justicia venezolana y con miembros del ala extremista del Congreso, así como el secreto desplazamiento de varios sicarios desde Colombia, Panamá, México, Honduras, Costa Rica, Perú y otras naciones hacia EE UU. 

Mientras tanto, George W. Bush, Otto Reich y Roger Noriega acudieron a sus antiguos terroristas de la CIA, residentes en Miami, Nueva Jersey y New York, para imponerlos del plan magnicida. Varios de estos sicarios salieron de las filas de los grupúsculos terroristas como Comandos F4, Alpha 66, FNCA, CLC y de otras criminales agrupaciones, con vasta “experiencia” en montar estos planes magnicidas contra Chávez y, sobre todo, Fidel. Recuérdese que en la década de los 90, estas personas organizaron 20 planes contra el líder cubano y 8 contra otros miembros de la dirección gubernamental cubana.

No cabe duda de que el cambio de planes de Maduro dejó a los complotados con el trabuco en la mano. Otra vez se quedaron con las ganas y otra vez el gobierno de Estados Unidos supo a tiempo lo que ocurriría, sin tomar medida alguna para evitarlo.

Gracias a la valiosa información de muchos heroicos combatientes del silencio, así como a la digna actitud de norteamericanos honestos, se frustró tan macabro plan.


Percy Francisco Alvarado Godoy.

1 comentario:

  1. Se ve que el servicio secreto bolivariano funciona muy bien!! Viva Maduro!

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