RESUMEN: La mayoría de los países del planeta firmaron en 1993 el tratado:
“Convención sobre la prohibición, el desarrollo, la producción, el almacenamiento y el empleo de armas químicas, y sobre su destrucción”, dando un plazo para destruir dichas armas –los que las tuvieren– de 10 años. Se contemplaba una prórroga excepcional, aunque “en ningún caso se prorrogará el plazo para que un Estado Parte complete su destrucción de todas las armas químicas pasados 15 años de la entrada en vigor” de la Convención. Tal fecha límite, agotada la prórroga máxima, era el 29 de abril de 2012.
En 2011, Estados Unidos, Rusia y Libia pidieron al Consejo Ejecutivo del tratado una prórroga adicional. El Consejo Ejecutivo, ante el manifiesto hecho de que la destrucción convenida no iba a ser posible en el plazo ineludible que fijaba el tratado, decidió, en diciembre de 2011, que éstos países presentaran una planificación de la destrucción con nuevos plazos convenidos, fijos y realistas. La destrucción no es tarea fácil, ni barata, pues supone la construcción de un complejo industrial encargado de la eliminación de las armas; edificio que al final del proceso debe cerrarse y quedar sellado –una joyita para las generaciones venideras–. La exigencia del Consejo Ejecutivo es que se debía prolongar el nuevo plazo lo menos posible.
Rusia se puso manos a la obra y se programó, con el compromiso de finalizar en diciembre de 2015, aunque aún le quedaban unas 12.000 toneladas de compuestos químicos en armas por destruir. El Secretariado del tratado pudo comprobar a lo largo de 2012 que los trabajos en la construcción de complejos rusos y de destrucción de sus armas químicas progresaban satisfactoriamente.
Estados Unidos de América, en cambio, hizo un programa que prevé acabar con sus armas químicas en septiembre de 2023 –¡ocho años después que Rusia!–, para destruir las 2.845 toneladas de compuestos químicos en armas que les quedan, según lo que declararon en su momento. Es decir, necesitan el triple de tiempo que Rusia para acabar con la cuarta parte de material (!!) – aunque bien que presumen los americanos de haber destruido ya su 90% de material químico bélico y la Federación Rusa sólo el 70%–. El Secretariado del tratado comprobó a lo largo de 2012 que los trabajos en Usa de construcción de los complejos que les faltan –Pueblo y Blue Grass– siguen su ritmo (lento), sin que haya habido nuevas destrucciones de armamento químico.
Para los Usa, se trata de quedarse, de momento, los últimos con las armas químicas y, mientras, sus contrapartes químicamente desarmados; con su socio Israel repleto de ellas, el cual ha firmado el tratado pero no lo ha ratificado –es decir que no lo cumple, ni lo va a cumplir–; y con sus socios golfo's petroleros, como Arabia, que firmaron y ratificaron y, supuestamente, no tienen tales armas pero… que se lo digan a los alkadeanos de Al-Nusra que las utilizan en Siria y van armados por los saudíes.
Lo que sigue es un desarrollo documentado de la situación actual del tratado de armas químicas, que conviene conocer para que no nos engañen los media, ahora que vamos a oír hablar tanto de ello, por mor de la propuesta rusa para salvar la situación siria.
Información recopilada de documentos públicos obtenidos de:
Organización para la Prohibición de Armas Químicas
OPCW - Organization for the Prohibition of Chemical Weapons
http://www.opcw.org/
También hay enlaces muy interesantes al final de este informe.
Tratado sobre las armas químicas. Texto en castellano (también en pdf):
http://www.opcw.org/sp/convencion-sobre-las-armas-quimicas/texto-completo/
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