lunes, 31 de agosto de 2015

Julio Cortázar fue víctima del espionaje

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La última dictadura militar argentina (1976-1983) no sólo prohibió los libros del escritor Julio Cortázar sino que además lo espió y persiguió, informaron ayer medios locales.

El célebre autor de Rayuela, Las armas secretas e Historias de Cronopios y Famas —entre otros títulos que se han vuelto imprescindibles en la literatura hispanoamericana contemporánea— había dejado el país años antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y, a raíz de la prohibición de sus libros, se consideró “un exiliado político”.

La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) informó que el propio Cortázar, además de sus libros, había sido espiado y perseguido, señaló ayer el diario La Nación.

La ficha del escritor fue hallada entre “las 217 mil fichas personales” del archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dippba), que decidió investigar a Cortázar en esos años, dijo a la agencia estatal de noticias Télam la directora del programa de investigación de la Comisión, Samanta Salvatori.

Según la investigación, el 29 de agosto de 1975, la Dippba elaboró el legajo N°3178 con una ficha de Cortázar, que llevaba 24 años lejos del país y ya era un escritor consagrado. Se lo acusaba de formar parte de una “campaña de desprestigio internacional”.

El matutino señaló que la última información sobre Cortázar en el archivo de la Dippba es un parte del 20 de mayo de 1980, sobre “la elasticidad en las prohibiciones”. El autor de Bestiario fue calificado de un “F.4.”, que significaba la prohibición de presentarse públicamente o difundir su obra.

Vivió en el mundo

Cortázar vivió en Argentina y en urbes de Italia, España, Suiza y, sobre todo en París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras.

En 1983, vuelta la democracia en Argentina, hizo un último viaje a su patria, donde fue recibido con entusiasmo por sus admiradores, en contraste con la indiferencia del gobierno en turno. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorgó la nacionalidad francesa.

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