No caben dudas de
que el enorme cyberataque demostró no solo la vulnerabilidad de los sistemas de
seguridad informática de EEUU, sino la capacidad de los hackers,
presumiblemente chinos, de vulnerarlos sistemáticamente. El Pentágono ocultó la magnitud del daño.
Un funcionario del
Pentágono dijo a la Voz de América que el ataque contra la red de correo
electrónico del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, ocurrido alrededor del
25 de julio que obligó a cerrar toda la red sin haber sido solucionado hasta el
momento, tiene todas las características de un ataque patrocinado desde otro
país, aunque desestimó identificar de dónde provino el mismo. No obstante,
algunos medios norteamericanos como NBC y The Daily Best culpaban a Rusia del
enorme hackeo.
Algunos analistas
como Bob Stasio, del instituto Truman National Security Project, en Washington,
DC, son del criterio de que el cyberataque fue realizado por hackers chinos,
sin negar la capacidad de Rusia para realizarlos.
Por su parte, ANSA
destacó que el Pentágono se vio obligado a dejar fuera de servicio a su sistema
de correo electrónico hace dos semanas luego de sufrir un "sofisticado
ataque informático" de parte de presuntos piratas rusos, informaron hoy
fuentes locales, así como que ya tiene previsto reactivar el sistema de correos
electrónicos en los próximos días.
Se supo que los
hackers en cuestión capturaron los datos de las computadoras, desde cuentas
encriptadas, y en menos de un minuto los distribuyeron a miles de cuentas en
Internet.
Lo cierto, según
otras fuentes, es que la magnitud del ataque hizo que el presidente Obama
declarara una Emergencia de Seguridad apenas cinco horas después de la
intrusión, mediante una orden ejecutiva al amparo de la Asignación de Seguridad
Nacional y Preparación para Emergencias Funciones Comunicaciones, enfatizándose
que el hackeo comprometió seriamente a instalaciones de armas estratégicas del Pentágono,
entre ellas a las que operan armas nucleares y químicas.
Una de las medidas
poco comentadas fue la suspensión del servicio celular a 37 millones de
personas en EEUU, sin que se les explicara a los mismos el motivo de la
afectación. También se confirmó que el ataque afectó a 10 000 servidores
militares y civiles en ciudades como Seattle, San Francisco, Denver, Atlanta,
Chicago, Boston, Filadelfia, Nueva York y otras importantes áreas
metropolitanas. Los objetivos militares comprometidos fueron el Laboratorio
Nacional de Oak Ridge (ORNL) situado en
Oak Ridge, Tennessee; Redstone Arsenal (RSA),
ubicado en Huntsville, Alabama; Blue Grass Depot Army (BGAD) situado en
Kentucky central; y las plantas de enriquecimiento de uranio situados en Paducah,
Kentucky y Portsmouth, Ohio.
No caben dudas de
que el enorme cyberataque demostró no solo la vulnerabilidad de los sistemas de
seguridad informática de EEUU, sino la capacidad de los hackers,
presumiblemente chinos, de vulnerarlos sistemáticamente.
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