La Guerra de Cuarta Generación tiene a nuestro país en el
escenario de sus objetivos políticos y ataques económicos. La misma está
sostenida en la teoría del rumor y la rápida difusión y diseminación de sus
mensajes. Es una permanente batalla que se produce a través de una constelación
mediática comunicacional que está al servicio de los intereses económicos
nacionales y transnacionales que dominan el mundo.
En Venezuela ya estamos viviendo esta guerra basada en la
desestabilización psicológica y mental de la ciudadanía que genera, a su vez,
una sensación de desorden, inestabilidad social y una confusión que impide
que la verdad se conozca porque todos
tienen versiones diferentes y contradictorias de la misma.
En este perverso juego de caos socializado, la mentira y
el odio son los instrumentos
intangibles que operan como los
peones de un juego sucio del que no se tiene conciencia. Esta guerra se gesta
en unos laboratorios conformados por equipos interdisciplinarios, provenientes de diferentes áreas del conocimiento entre las
que se encuentran: psicólogos de la conducta, psicoanalistas, publicistas,
encuestadores, sociólogos sociales, lingüistas, semiólogos, políticos, espías,
antropólogos, periodistas tarifados,
expertos en informática, hackers, economistas,
etc.
Podríamos afirmar que los cuarteles de esta guerra
están en los medios de [des] información y no en los partidos políticos
que perdieron su función histórica de conducir y decidir sobre la política venezolana.
Sus acciones son coordinadas virtualmente a través de los
medios noticiosos que convierten lo falso en real, una media verdad en noticia,
una mentira en un acontecimiento internacional, pudiendo diseminarse sus
contenidos sin control a través de las redes sociales encargadas de replicarlas
exponencialmente.
Esta guerra va acompañada de otras acciones que
alteran la cotidianidad de los
ciudadanos, sin distinguir entre adversarios y aliados por su carácter
disociador y enajenante. Se apoya en la
participación inmediata de los sectores económicos involucrados en el golpismo
desde 2002 facilitando, por ejemplo que haya escasez de productos de la dieta
diaria, acaparando a gran escala los productos claves de uso personal,
aumentando progresivamente los precios e incidiendo en el impacto
inflacionario, retrasando las importaciones de medicamentos, repuestos e
insumos en general, etc.
En estos momentos electorales se está viviendo esta
guerra sucia con un alto nivel de intensidad porque el propósito es generar
desesperación y dudas sobre un devenir pintado de incierto y caótico. En
consecuencia, semejante situación no
sería un aliciente para continuar
votando por un ensayo político que se estrena desde 1998 como pacífico y
democráticamente posible en el marco de
la Carta magna y las leyes.
Esta guerra se considera una modalidad de Golpe de Estado
silencioso que debe ser enfrentado con
las mismas armas que el enemigo utiliza;
no obstante, existe el problema funcional al determinar que el adversario, por
ser virtual, nos confunde, aunque al ser identificado puede ser nuestro hijo,
la hermana, la amiga fraterna, el
vecino, el compañero de asados, el profesor inteligente y estrella del
magisterio, el cura párroco, la novia o
la esposa. Las consecuencias de este proceso
de asocialización ya se observa al empezar a desintegrar familias,
grupos de amigos, noviazgos, matrimonios, empresas, entre otros.
No se olvide que el
propósito de esta guerra es dividir la familia, segmentar los grupos
sociales y anular las relaciones y vínculos
que una nación necesita para su indispensable integración. En esencia
estamos participando en un tipo de guerra en el que el enemigo se define de
otra manera y los daños colaterales que produce son de orden social y familiar,
psicológicos y mentales, posiblemente difíciles de superar porque esta guerra
es sin cuartel y terminará cuando el país y su petróleo caigan en manos de los
sectores vinculados con la burguesía local y el imperio. De nuestra parte
quedará luchar para que ello jamás ocurra.
Aparentemente la guerra de cuarta generación se percibe
como escaramuzas inocentes y de enfrentamientos verbales y de grupitos a través
de ideas cortas por el twitter, chistes
en serio por el Facebook, mensajes de textos en cadena, como si la
confrontación fuese sin ideologías y dirigidas contra hombres
descontextualizados y sin historia. El caso del Presidente Chávez es el más
emblemático de esta experiencia de terrorismo mediático y económico observado
en este continente americano y en el mundo globalizado.
El paradigma de esta guerra tiene un marco
conceptual y operacional completamente
diferente a lo convencionalmente conocido, porque el combate se da en nuestras mentes y se
refuerza en los comentarios del día a día, en las compras cotidianas de los abastos y en las bodegas
con una especulación inexplicable y en
las farmacias con medicamentos claves desaparecidos de las vitrinas.
No olvidemos que el fin de esta particular guerra es
alienar nuestra conciencia para neutralizarnos y dominarnos mediante la
inseminación del miedo, la defensa de una democracia abstracta y estandarizada,
el rescate de una libertad que los venezolanos ya poseemos y el ofrecimiento de
una salvación externa proveniente siempre de los países hegemónicos de la economía del mundo occidental, nunca la discusión tiene como escenario autónomo los países de la
región ni a los protagonistas que han
sido históricamente excluidos. Los voceros de esta guerra mediática son los
expertos legitimados en sus títulos llenos de universidad y exclusión, pensamiento
neoliberal y anticomunismo
mackartista, endoracismo e
intolerancia de la jamás vista en la patria mestiza del Padre Libertador Simón
Bolívar.
La guerra de Cuarta Generación promovida por el poder
imperial y sus socios en Venezuela se juega la batalla más importante, la
patria también.
El voto es el arma de los que tienen la razón y en las urnas electorales del 14 de
abril se entierran a los promotores de la violencia y la traición.
PEDRO RIVAS/ ULA- Facultad de Humanidades y Educación
Mérida, 14/03/2013
@RIVASPETRUS rivaspj@ula.ve rivasp12@gmail.com
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