En algún
momento escuché a Eliades Acosta referirse que Cuba tiene un
nivel cultural que envidiarían potencias mundiales, pero que Cuba está
insatisfecha con su radio y televisión porque quiere que sean más cultas,
que reflejen mejor la realidad y las aspiraciones de la gente. Las
ideas que abordamos hoy ya las había escrito hace unos años en el periódico
digital Rebelión de España. Ahora desde Estados Unidos las retomo y
público en Radio Miami.
Hay
que mover el pensamiento, debatir y exponer nuestros puntos de vistas. Según el
Diccionario de La Real Academia Española: “Cultura es el conjunto de
conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Conjunto de
modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico,
científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”. Este significado se
amplía al denominar la cultura como el conjunto de conocimientos sobre
gimnasia, deportes, y práctica de ellos, encaminados al pleno desarrollo de las
facultades corporales. La propia Academia consigna el criterio más acabado
sobre cultura, al considerarla: “conjunto de las manifestaciones en que se
expresa la vida tradicional de un pueblo.”
Hoy
Cuba cuenta con cerca de 100 emisoras de radio, cinco canales de TV que
cubren todo el país , decenas de telecentros, más de doscientas publicaciones
escritas (periódicos, revistas, suplementos) y una elevada cifra de medios
digitales estatales, de Organizaciones NO Gubernamentales de la isla, hasta
completar los blog personales de periodistas, artistas y los jóvenes clubes.
¿Cuál es la presencia cultural informativa en toda esta cadena de medios de comunicación de la isla?
Si
hacemos esta interrogante a entendidos de la materia es posible que salga a
relucir una tabla de datos con por cientos tan bien llevados y controlados como
la cantidad de frijoles o viandas que llegan al mercado agropecuario. No
se trata de una respuesta que diseñe cantidad o números. Lo que hace falta es
la satisfacción de la espiritualidad, cada día más demandada, porque esa
presencia hoy se manifiesta por debajo de la media. Los medios de
prensa en Cuba necesitan de una trasformación volcánica a tono con los
cambios que se están operando en la sociedad.
No
es hora de buscar culpables sino de encontrar soluciones a través de un
pensamiento diverso que ofrezca la suficiente coherencia para situar a la
cultura, de verdad, en el pedestal de defender la nación ante los influjos
globalizadores. No hacen falta nuevas legislaciones.
Abel
Prieto, quien fuera Ministro de Cultura de Cuba, planteó en una
oportunidad: “La política cultural revolucionaria se ha orientado, por una
parte, a propiciar la participación de nuestro pueblo en los procesos
culturales y su acceso a lo mejor del arte cubano y universal y, por otra, a
garantizar la activa intervención de los escritores y artistas en el diseño y
la práctica de esa política”.
Cuba
tiene cerca de 400 Casas de Cultura dirigidas por un Consejo Nacional, cientos
de agrupaciones y proyectos disímiles en el mundo de la literatura, el
teatro, la música y todas las manifestaciones culturales. Si esas instituciones
originan un flujo constante de informaciones, ¿Dónde están los titulares y las
noticias de ese acontecer? Porque por ejemplo el noticiero Nacional en su
emisión diaria apenas habla 3 minutos de la cultura cubana, el género
entrevista brilla por su ausencia y de polémica cultural ni pensarlo, los
críticos de arte están destinados a otros horarios.
Si
Cuba es un eterno verano, es también un sostenido quehacer cultural. Ponerlo en
antena no espera, y muchos menos que a 50 años de Revolución, estemos buscando
quien lo va a ser. Está demostrado que se puede; las Ferias del Libro son
un ejemplo casi acabado, de cómo asumir la divulgación de un evento, convertido
en proyecto necesario.
Con
las ferias se cumple la máxima de Fidel en 1961 “Al pueblo no le decimos cree,
sino lee”. Otras áreas de la cultura como la danza, la formación de artistas
para la música, los museos, por mencionar algunos, no son bien divulgados.
Aunque a decir verdad en el último año se aprecia un despertar en la promoción
de las manifestaciones culturales. Se mueven nuevos resortes promociónales
porque la propia creación es superior.
Alguien
dijo que las comparaciones pueden deshonrar, pero también pueden
educar y hacernos despertar en medio de una letanía o acomodamiento.
Afortunadamente el deporte como parte de la cultura ha tenido mejor suerte
--entiéndase organización-- en la promoción. Así todo, es la pelota quien se
lleva las palmas de oro. No descubro “el agua de sal” si afirmo que mientras se
trasmiten decenas de encuentros deportivos, los conciertos y actuaciones
artísticas se quedan en los escenarios con unos pocos espectadores.
Se
vive, hasta cierto punto un anonimato cultural de fatalismo
geográfico, donde la publicidad se queda para aquellos que son de la gran
escena.
Las
artes y la cultura cubana están “jugando y compitiendo” con el
béisbol, con la pelota. Ese casi silencio o inadecuado tratamiento de
los Medios hacia las manifestaciones artísticas hace fenecer
el talento. En el escenario cultural televisivo salen más los grandes equipos
que las pequeñas novenas que también producen miel espiritual en los barrios
cubanos. Es necesario que los medios nacionales vuelquen hacia el mundo
la verdadera imagen de los barrios y los pueblos llamados del “interior “de
Cuba, porque allí está sembrada una rica historia cultural y social repleta de
tradiciones desconocidas, fruto de los propios 50 años de Revolución.
Hay fenómenos
culturales que ocurren como los festivales del Son en Mayarí, en Holguín, que
quedan en el anonimato, mientras las Romerías de Mayo son un buen ejemplo de
cómo los Medios en Cuba si pueden hacer buenas coberturas.
Este
fenómeno por una parte tiene que ver con la sensibilidad individual y por otra
con la carencia de estrategias comunicacionales que armonicen a los sectores
comprometidos en cumplir la máxima de Fidel ante los intelectuales reunidos en
el Sexto Congreso de La Unión de Escritores y Artistas de Cuba: "Lo
primero que hay que salvar es la cultura". Los medios no son los únicos
responsables de este llamado.
Existe
hoy un problema de concepto, que se arraiga en la sociedad. ¿Qué ocurre? : Lo
peor, el tratamiento que se le da a la cultura es tan dogmático que se ha
encasillado en una sección. Percátese que los noticieros cubanos de la radio y
la TV dedican apenas minutos a los acontecimientos del arte, uno se queda con
los deseos de oír o ver un poco más esas imágenes y sonidos que nos pueden
cultivar el alma, sin embargo ocurre que te ponen como un caramelo en la boca y
de pronto te lo quitan. Ejemplo: si se habla de un concertista o una orquesta,
Ud. solo escucha de fondo la voz del periodista, no existen unos segundos para
oír la obra. Esa es una mala estructura, patrón heredado de las grandes cadenas
audiovisuales del mundo. Urge bajarnos de esa nube.
Pregunto:
¿Cuántos titulares relacionados con la cultura ocupan primeros espacios? ¿Tiene
o no Cuba la posibilidad de trasmitir más noticias culturales que económicas?
¿Si los formatos noticiosos constituyeran proyectos montados sobre una
plataforma cultural y todo lo demás fuera secciones? Puede parecerle utópico
pero considero que si los medios se ocuparan más de la cultura, de los
efectos espirituales que esta logra, la creación de bienes económicos fuera
superior en Cuba, porque no se debe olvidar la cultura de Cuba es Rica por
su sabiduría, como la mayoría de las culturas latinoamericanas, pero Cuba
es un punto de encuentro entre culturas europeas, africanas y norteamericanas.
El
modelo de relegar la cultura, de sectorizarla es un fenómeno mundial, una
receta neoliberal y tendenciosa. Lo invito a visitar los sitios digitales del
mundo y apreciarán que los grandes titulares NO son para el arte, sino para las
drogas, la violencia, conflictos y guerras. Si Cuba no tiene esos flagelos es
gracias a la cultura y los medios --los que trabajamos en ellos-- estamos en
condiciones de aceptar la crítica que se nos hace y no solo asumirla porque
caeríamos en el tradicional circulo vicioso de reconocer errores y de lo que se
trata es de “corregir el tiro”.
El
problema tiene sus matices y hay acciones elocuentes: En las emisoras de radios
cubanas existen espacios denominados “Revistas Culturales;” todas las poseen.
Eso es una fortaleza como lo son los más de 600 programas de música popular
cubana que se trasmiten; sin embargo en el 2005 solo existían 19 programas de
crítica cultural. Este dato vale la pena actualizarlo.
Hay
otro punto de vista. Días atrás conversé con algunos destacados artistas del
patio y me confesaron que hacía tiempo no escuchaban la radio, así y todo son
muy críticos de los medios. No oyen pero critican. Mucho ojo porque se da un
fenómeno de dos corrientes encontradas que caminan por sentidos opuestos: una
corriente clama promoción cultural y la otra exige que los medios hagan obras
de arte, programas de buen gusto, que contribuyan a la meditación, al cambio de
mentalidad. Son dos aristas diferentes y al propio tiempo no pueden estar
desligadas ¿Por qué? Muy sencillo, si la promoción que se pide a los medios
tiene que ver con productos seudo-culturales, entiéndase para “hacer bulla” y
no para cultivar los sentimientos, el resultado será de ocasión, de coyuntura.
Toda
la cultura y los medios deben fundirse en una obra sostenible de
retroalimentación, que fluya como la serie nacional de béisbol porque ha
quedado demostrado en Cuba, que tanto la radio, como la TV y el Instituto
Nacional de Deporte y Recreación (INDER) han marchado mejor, al crear un hábito
en el radioescucha y en el telespectador que aplauden y reconocen el papel de
los medios audiovisuales en Cuba. En la promoción del deporte es donde los
Medios se llevan “Las Palmas de oro”.
Las
dos Habanas, Matanzas, Camaguey, Holguín, las demás provincias y cualquier
municipio de nuestra isla, y comunidades bien recónditas, generan diariamente
una cantidad de informaciones y contenidos culturales que pudieran llenar los
espacios vacíos de los Medios en Cuba.
No
se trata solo de que los medios vayan a las instituciones, estas deben y pueden
utilizar las vías de las nuevas tecnologías para llenar los servidores de la
Radio y la TV de contenidos digitales diversos, textos, fotos y hasta
pequeños videos que más allá de una mera promoción de ocasión sea una práctica
cotidiana. Veo a la cultura, junto a los Medios como creadores y promotores sin
distingo alguno. Sin ánimo de lisonja, Cubarte, es un emporio de contenidos
culturales atrapados en las redes de las nuevas tecnologías y que los medios
cubanos muy poco utilizan.
Si este análisis lleva a la polémica, ¡bienvenida! porque NO hay dudas: la política cultural de Cuba es de participación popular, con códigos que van desde lo criollo hasta lo universal. En Cuba cultura y medios deben fundirse en la misión de forjar el espíritu de la nación.
Si este análisis lleva a la polémica, ¡bienvenida! porque NO hay dudas: la política cultural de Cuba es de participación popular, con códigos que van desde lo criollo hasta lo universal. En Cuba cultura y medios deben fundirse en la misión de forjar el espíritu de la nación.
Carlos
Rafael Diéguez,
periodista cubano residente en EE.UU.
Martianos-Hermes-Cubainformación
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