Los protagonistas de la crisis financiera en el concláve del club de “los amos del mundo”.
En un hotel de superlujo, a pocos kilómetros de Londres, se recluyen,
desde el jueves 6 y durante cuatro días, los grandes líderes de
Occidente. Se trata de financistas, políticos y banqueros que se ganaron
el apelativo de “los amos del mundo”. Rodeados de un inexpugnable
blindaje de secreto y misterio, los 140 invitados a la reunión anual del
Club Bilderberg sesionan este año en la localidad inglesa de Watford.
Entre los invitados al foro anual se destaca la presencia de varios
directivos vinculados a fiascos bancarios.
Bilderberg no es una conspiración. No se trata de una sociedad
secreta. Tampoco es un mundo de fantasía cartesiano en el que se imponen
intenciones aisladas de individuos concretos en lugar de procesos. Un
ejemplo: ellos conocían desde 10 meses antes la fecha exacta de la
invasión de Irak; también lo que iba a pasar con la burbuja
inmobiliaria. Con información como ésa se puede hacer mucho dinero en
toda clase de mercados. Se trata de un club de poder y de saber.
Más que una realidad conspirativa, Bilderberg es un medio para reunir
y alinear a las instituciones financieras más poderosas y depredadoras
de todo el panorama económico mundial. Y, hoy por hoy, esta combinación
de intereses es la peor enemiga de la Humanidad. En el pasado, la parte
que mayor escándalo produjo fue que estaba muy poblada por personas del
viejo aparato nazi que huyeron después de la Segunda Guerra Mundial y se
los empleó para convertirse en un núcleo duro de la Guerra Fría contra
la Unión Soviética y las estructuras en Occidente.
“No hay agenda detallada, no hay resoluciones, no hay votaciones, ni
declaraciones”, señala el portal del club, que describe las discusiones
como “privadas e informales”. La reunión de este año es, sin embargo,
algo ¿aunque solo algo? menos secreta de lo habitual. Se ha divulgado,
por ejemplo, la lista de invitados, que se albergan en The Grove, una
residencia campestre victoriana, con 300 acres de tierra y campos de
golf. Es una reunión anglo-occidental europea-norteamericana, con
participantes de 21 países occidentales (es decir Europa Occidental,
EE.UU. y Canadá). Con la excepción del ministro de Finanzas polaco
nacido en Gran Bretaña, Jacek Rostowski, no hay participantes de Europa
Oriental, los Balcanes, Asia, Latinoamérica, África y Medio Oriente (con
la excepción de Turquía). El anfitrión es el ministro de Finanzas
británico, que hasta ahora ha estado tan errado como una pitonisa en los
pronósticos sobre el crecimiento de la economía británica.
La idea tras cada encuentro Bilderberg es la creación de lo que ellos
llaman “la aristocracia de propósito”, entre elites europeas y
norteamericanas con vistas a gestionar el planeta de la mejor forma
posible. En otras palabras: la creación de una red global de carteles
gigantes, más poderosos que cualquier nación de la Tierra, destinados a
controlar las necesidades vitales del resto de la humanidad.
En otras palabras, tal como preguntó George Ball, que por aquel
entonces era secretario de Asuntos Económicos con John F. Kennedy y
Johnson en la reunión del Club Bilderberg en 1968: “¿Dónde se encuentra
la legitimidad para que directivos de corporaciones puedan tomar
decisiones que afecten tan profundamente a la vida económica de naciones
ante cuyos gobiernos su responsabilidad es limitada?”
Los miembros del Club Bilderberg tienen gran responsabilidad en esta
crisis, como en tantos otros acontecimientos anteriores. O así lo afirma
el ruso canadiense Daniel Estulin, autor de La historia definitiva de
El Club Bilderberg (Ediciones del Bronce/ Planeta), texto del que lleva
vendidos más de dos millones de ejemplares en todo el mundo. Entre los
participantes de Bilderberg se cuentan los máximos dirigentes de
instituciones como el FMI y el Banco Mundial, la Reserva Federal y el
Banco Central europeo, la CIA y el FBI; primeros ministros europeos y
líderes de la oposición; y presidentes de las cien mayores empresas
mundiales, como Coca Cola, British Petroleum, JP Morgan, American
Express y Microsoft.
Entre los banqueros se destacan David Wright, vicepresidente de
Barclays; J. Michael Evans, vicepresidente de Goldman Sachs; Douglas J.
Flint, presidente de Grupo de HSBC; Peter D. Sutherland, presidente de
Goldman Sachs International; Edmund Clark, presidente y director
ejecutivo de TD Bank Group, de Canadá. El establishment banquero suizo,
que supervisa miles de millones de dólares en “cuentas bancarias
cifradas”, está representado por el doctor Thomas Jakob Ulrich Jordan,
presidente del Consejo de Administración de Schweizerische Nationalbank
(Banco Nacional Suizo).
Varias dimensiones del Nuevo Orden Mundial incluyendo la crisis
económica global, las guerras en Medio Oriente, biotecnología,
ciberguerra y seguridad interior se discutirán a puertas cerradas y los
ministros asistentes –a título personal–, no están obligados a informar a
sus gobiernos sobre las decisiones que allí se tomen.
Según la periodista española Pilar Urbano, “para saber qué está
ocurriendo con China o qué está pasando con la economía tienes que
conocer lo que se ha dicho en sus reuniones”.
Estas conclusiones se hacen difíciles de entender para el ciudadano
común, según Daniel Estulin, porque “durante los últimos 50 años nos han
dicho que la verdad está en el Washington Post y en El País y que lo
que no aparece en los medios de comunicación de masas no son más que
conspiraciones”. Sin embargo, la realidad estriba en todo lo contrario,
en que es aquello que resulta cierto lo que no aparece en los medios. El
mejor ejemplo, según Estulin, es el de la droga, “un negocio en manos
de los más poderosos y que mueve, según la ONU, setecientos mil millones
de dólares anuales. Para recaudarlos, procesarlos, moverlos y lavarlos
hace falta que instituciones, bancos, servicios secretos y gobiernos
presten su ayuda. Esa no es una cantidad que un sucio talibán o un señor
de la droga colombiano puedan gestionar por sí solos”.
El interés de Estulin por el Club Bilderberg se vio ratificado cuando
encontró en sus documentos algunos conceptos que ya le eran conocidos.
El abuelo de Estulin fue miembro del KGB y gracias a esa tradición
familiar, que dice le ha proporcionado fuentes “en los servicios
secretos más importantes del mundo”, oyó hablar de la destrucción de la
demanda, una idea que volvió a encontrar en informes del Club de
mediados de esta década, y que es el objetivo que se han marcado los
verdaderos dirigentes del mundo. Según Estulin, “el telón de todo lo que
pasa en el mundo es la energía. No hay sustituto para el petróleo:
puedes tener paneles solares en tu casa pero para mover la industria
estadounidense necesitas petróleo; para la agricultura y la ganadería
necesitas petróleo; para los transportes hace falta petróleo. Y éste se
agotará en 30 años. El mundo sólo tiene reservas para ese tiempo. Dada
la escasez de combustible, dentro de unas décadas no habrá posibilidad
de supervivencia más que para una parte limitada de la población
mundial. Por eso están intentando destruir la demanda y reducir la
población”.
El objetivo final de estos grupos, según Estulin, es crear una
empresa mundial cuyo poder esté por encima de los diferentes gobiernos
del mundo. Y para ese propósito hay dos cosas que les estorban. La
primera, el Estado-nación: “Con las instituciones internacionales como
la UE y con los tratados de libre comercio, están eliminando todo poder
nacional, con lo que evitan intermediarios”. La segunda, la clase media:
“Para que Rockefeller pueda tener su energía la clase media tiene que
desaparecer”.
por Walter Goobar
Fuente: INFONEWS
Tomado de http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article53956
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