Tuvo el valor, en 1967, de abandonar una agencia que se
caracterizaba por su apoyo criminal a dictaduras sanguinarias. Contaba
que tomó esa decisión de manera definitiva cuando, estando en un
restaurante de México, vio a una amiga estallar en lagrimas al conocer
la noticia de la muerte del Che.
Ahí está representada, en una sola imagen, toda la nobleza del
personaje que falleció a los 73 años de edad, el 7 de enero en 2008, en
Ciudad de La Habana, en esta tierra cubana desde donde seguía
denunciando las actividades terroristas y subversivas desarrolladas por
los servicios de inteligencia de los EE.UU. contra gobiernos y líderes
progresistas del continente.
Phillip B. Agee, ciudadano estadounidense, fue oficial de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA) en América Latina durante doce años hasta y
abandonó sus filas en 1969 por motivos de conciencia. Ocupaba entonces
un puesto de fachada en la embajada norteamericana de México, como
agregado olímpico, con el pretexto de la preparación de los Juegos de
1968. Anteriormente, había sido ubicado en Ecuador y en Uruguay.
”Millones de personas en el mundo entero han sido matadas o, por lo
menos, han visto sus vidas destruidas por la CIA y las instituciones que
soporta”, declaró Agee en una entrevista concedida en 1975.
”Yo no podía quedarme sentando, haciendo nada”, añadió.
Al salir de la Compañía, mientras sufría amenazas y una constante
persecución que puso su vida en peligro en más de una oportunidad, se
dedicaba a redactar su libro “Inside the Company: CIA Diary” ( Dentro de
la Compañía: Diario de la CIA).
La obra, verdadera síntesis de las actividades criminales de la CIA
en América, fue publicada en 1974, acompañada de un anexo 22 paginas de
nombres de agentes infiltrados en todo el continente. Constituyó una
verdadera bomba que estremeció a todos los sectores de los servicios
norteamericanos de inteligencia.
Determinada a eliminarlo, la CIA encargo al ex jefe de la estación
CIA de Miami, Ted Shackley, conocido como el Fantasma Rubio, la misión
de capturarlo. Agee tuvo que salir de Francia donde se encontraba para
refugiarse en Cambridge, Gran Bretaña, Agee fue entonces expulsado por
los británicos a solicitud de Washington.
Impedido de radicarse, sucesivamente, en Italia y en los Paises
Bajos, donde las autoridades fueron constantemente presionadas para
negarle algún estatuto migratorio, privado de pasaporte norteamericano
por ser una “amenaza a la seguridad nacional”, se exiló en 1980 en la
isla caribeña de Granada, bajo el gobierno revolucionario de Maurice
Bishop.
Con la invasión estadunidense contra ese pequeño país, en 1983, se
refugió en Nicaragua, para luego de la llegada al poder de la
contrarrevolución sostenida por Washington, instalarse en Cuba que le
ofreció su hospitalidad.
A pesar de todos los peligros y dificultades, Agee publicó Trabajo
sucio: la CIA en Europa occidental, con Louis Wolf y varios artículos de
prensa además de conceder entrevistas y asistir a reporteros en
búsqueda de información.
En cinco oportunidades, el gobierno estadounidense intento llevarlo a
juicio por la revelación de secretos, pero sin éxito, sus ex jefes
temiendo, en última instancia, el uso que pudiera hacerse de la enorme
cantidad de informaciones que conservaba.
Rabioso, George Bush padre, el ex jefe de la CIA reciclado en
presidente que apadrinó la fundación de la CORU terrorista anticubana y
la operación Condor, lo calificó de traidor y lo calumnió, en numerosas
oportunidades. Su esposa, Barbara, fue condenada a retractarse cuando
lanzó el mismo insulto por escrito, en una autobiografía redactada a
cuatro manos.
Amigo fiel de Cuba, Agee demostró como la Isla se encontraba víctima
de un nuevo programa mundial desarrollado por la CIA para financiar y
desarrollar organizaciones llamadas disidentes bajo la fachada de la
Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) y un fondo expresamente
establecido en 1983 con este objetivo, The National Endowment for
Democracy (NED).
Mientras el New York Times se interrogaba, al anunciar su muerte,
sobre la dimensión de los “daños” causados por Agee a los servicios de
inteligencia de EE.UU., los medios progresistas del mundo reconocieron,
al contrario, los servicios que rindió a la humanidad, como verdadero
patriota norteamericano, al haber desenmascarado una organización que
llevo hasta extremos nunca vistos el uso de la violencia por una gran
potencia contemporánea.
Una potencia que protege a un terrorista como el cubanoamericano Luis
Posada Carriles mientras mantiene encarcelados en condiciones
infrahumanas a los antiterroristas cubanos que intentaban contrarrestar
sus planes.
Cuando el mundo entero se escandaliza con las torturas infligidas en
Guantanamo y en toda una red de centros de interrogatorio conformada
por la CIA en el mundo entero, cuando descubre, ¿que pensará el agente
de la CIA que se sumó a la organización con la ilusión de defender a su
país?
Contratado por la CIA como analista de las informaciones robadas en
el mundo entero con su maquinaria infernal de ciberespioaje contruida,
Edward Snowden, se habrá dado cuenta, como Philip Agee, que debía
renunciar a las ventajas que procura un empleo de funcionario federal
norteameriano, para sumarse a la lucha de los miles de millones de
seres humanos que, armados con la sola fuerza de sus convicciones, creen
que un mundo mejor es posible.
Jean Guy Allard
Tomado de http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article54054
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