Pakistán y Rusia están buscando nuevas posibilidades para la
cooperación. El presidente pakistaní Asif Ali Zardari planeaba visitar
Rusia a finales de junio, pero se vio obligado a aplazar la visita a
causa de la crisis gubernamental en Islamabad provocada por la
destitución del primer ministro Yousuf Raza Gilani.
Islamabad promueve el ‘reinicio’ de las relaciones bilaterales con Rusia no solo porque sus contactos con Washington se hayan enfriado últimamente, sino para encontrar soluciones al problema que tendrá que afrontar en 2014. Los planes de retirada del país de las fuerzas de la OTAN dejan al gobierno pakistaní solos ante numerosos grupos armados de islamistas que en las últimas semanas han intensificado sus ataques en el norte de Pakistán.
La amenaza por parte de los talibanes pakistaníes y sus aliados alarma a Islamabad hasta tal punto que en los próximos meses las fuerzas de seguridad nacionales planean realizar una importante operación especial en Waziristán del Sur, una región montañosa del noroeste de Pakistán que linda con Afganistán.
No es de extrañar que el problema de los grupos subversivos islamistas, que actúan en varias provincias de Pakistán, represente para Islamabad la amenaza número uno. Es que una de las posibles consecuencias de la retirada de las tropas de la OTAN y EEUU de la región en 2014 será el los talibanes inicien una ofensiva hacia el sur con el objetivo de tomar el poder en Pakistán.
El camino complicado
¿Hacia dónde dirigirán los líderes de talibán su primer golpe en el caso de que consigan consolidar una infraestructura suficiente para la expansión? La mayoría de los expertos en Rusia y en las exrepúblicas soviéticas de Asia Central temen que tras la retirada de las tropas estadounidenses y del contingente militar de la OTAN les toque sufrir a los estados situados al norte del Afganistán: Uzbequistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguizistán. Algunos políticos occidentales también se inclinan a pensar que, tras crear un enclave militar en el territorio afgano, los talibanes se dirigirán hacia el norte amenazando a los estados de Asia Central.
Sin embargo, resulta poco probable que la expansión del Talibán se produzca hacia el norte si se toman en consideración las siguientes razones.
La primera es que el norte del Afganistán está poblado por los tayikos y uzbekos, pueblos de origen étnico distinto al de los talibanes, que son mayoritariamente pastunes. Ni siquiera durante el auge talibán entre los años 1994 y 1998 consiguieron romper la resistencia de la población local y tomar bajo su control las provincias norteñas.
En los últimos diez años poco ha cambiado allí, el odio hacia los islamistas radicales no ha disminuido a la vez que han aumentado los recursos económicos, políticos y militares. Esto significa que si los talibanes conquistan los territorios del sur y del este de Afganistán, estallará un conflicto militar sangriento e insoluble entre ellos y la nueva “Alianza del Norte”.
La segunda razón consiste en que durante este nuevo conflicto los afganos del Norte que quieran resistir al régimen talibán, a diferencia de lo que ocurría a finales de los años noventa del siglo pasado, gozarán de un amplio apoyo internacional. Los países de Asia Central y EEUU y otros miembros de la OTAN, Rusia, China, Irán, India contribuirán a mantener el frente norteño contra los radicales.
Los talibanes difícilmente podrán enfrentarse con éxito las fuerzas de esta coalición. Una cosa es ocultarse de las fuerzas especiales estadounidenses en las montañas de Pastunistán, su región natal, y otras completamente distinta es realizar una ofensiva contra las fuerzas de coalición en las regiones hostiles al norte de Kandahar y Kabul. Los talibanes no están preparados para hacerlo y no lo estarán en el futuro próximo.
En tercer lugar, salir de las cuevas en la frontera afgano-pakistaní donde se refugian los talibanes a los valles del centro y este del país podrá significar el fin de la infraestructura militar de los mismos, que a su vez conducirá al fracaso político del movimiento.
A pesar de que esta facción islamista radical en los últimos años realizó una amplia actividad terrorista, el dominio territorial que representa es muy reducido. Salir de esta área pegada a la línea Durand representaría un desafío muy serio para los talibanes.
En otras palabras, la expansión político-militar de los mismos hacia el norte a partir del año 2014 se presenta muy difícil de realizar, costoso y, además, muy dudoso e imprevisible en plan político.
Los talibanes y el problema nuclear
Parece que los líderes talibanes mostrarán más interés a la dirección sur e intentarán invadir Pakistán para ocupar las ciudades más importantes: Rawalpindi e Islamabad. Existen varios motivos para ello:
Primero, en este caso los talibanes se encontrarían entre pastunes, una población del mismo origen étnico que la mayoría de ellos, y podrían contar con el apoyo de los líderes tribales locales. Esto permitiría a los talibanes solucionar con rapidez el problema de los recursos humanos.
Segundo, a diferencia de las provincias del centro y este de Afganistán, donde el islamismo radical en el último decenio perdió fuerza notablemente, en Pakistán, en cambio, cada vez tiene más seguidores. La propaganda religiosa de los talibanes será mucho mejor aceptada en el territorio paquistaní que en el norte afgano o en los países de Asia Central.
Tercero, la toma del poder en Pakistán políticamente es más ventajosa para los talibanes que la conquista de Kabul y una nueva guerra con la Alianza del Norte. La población paquistaní supera considerablemente a la afgana. Entre la élite militar de Pakistán las ideas de los talibanes que gozan de más popularidad que entre los oficiales del Ejército de Afganistán, que son mayoritariamente tayikos.
Esto significa que en el caso de un ataque talibán contra Pakistán, la resistencia por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado será menor que en el norte de Afganistán, mientras que el número de partidarios en caso de éxito será mayor.
Cuarto, Pakistán no cuenta con una infraestructura internacional que pudiera apoyar al gobierno de este país en el caso de la invasión talibán. Islamabad siempre se ha opuesto a la presencia de las fuerzas extranjeras en su territorio, así que en el caso de la invasión de los talibanes el gobierno pakistaní se verá solo ante los combatientes radicales.
Y por fin, quinto: Pakistán es una potencia nuclear. Si los talibanes consiguen tomar el poder en Islamabad, tendrán acceso a las armas nucleares, un “trofeo” imposible si emprenden su ofensiva en el norte de Afganistán o en Asia Central.
De esta manera, a pesar de los pronósticos de algunos expertos y políticos, se presenta como mucho más probable tras la retirada de las tropas occidentales la perspectiva de una expansión talibana hacia el sur que hacia el norte.
Andrei Serenko*, para RIA Novosti
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