Quito, 25 jul (Andes).- Juan Manuel
Fonrouge, presidente de la Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias (ULAN),
advirtió que los gobiernos progresistas de América Latina se enfrentan a una
ofensiva mediática de poderosos empresas de comunicación, a la que comparó con
el Plan Cóndor.
Como Plan Cóndor se conoce a la coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América (Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador) con la CIA de los EE. UU., llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980. El plan se constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política.
“En América Latina hay una misma línea editorial, que recorre cada uno de nuestros países. Si vemos los medios más concentrados, los más poderosos de Ecuador, Venezuela y Argentina, por ejemplo, vemos que hay una misma letra, una misma orientación ideológica y una misma posición contraria a sus propios gobiernos”, dijo Fonrouge a la agencia de noticias Andes.
“El planteo mio es el siguiente: las grandes dictaduras de América Latina no han venido de partidos democráticos sino empujadas por intereses económicos y políticos de los sectores más oligárquicos, más concentrados de la economía. La dictadura instaurada en Argentina, en 1976, fue impulsada por los sectores agroexportadores que intentaban dar marcha atrás con un estado de bienestar”, ejemplificó Fonrouge.
En este contexto, dijo que no es lo mismo el sano debate de ideas –que es parte del juego democrático- con los permanentes afanes de desestabilización que promueven las grandes empresas mediáticas.
“Es una metodología idéntica, hay una correlación. Las noticias que salen en Argentina a Ecuador, por ejemplo, en contra del presidente (Rafael) Correa son las noticias que los propios medios concentrados de Ecuador difunden. No es una investigación propia, por ende, hay un correlato”, subrayó.
Fonrouge rememoró que en 2008, los grandes conglomerados mediáticos, encabezados por el grupo Clarín, apoyaron un proceso destituyente contra la presidenta argentina Cristina Fernández, a propósito de un problema patronal de sectores que pretendían mantener una economía regida por un modelo agroexportador.
El periodista de 33 años, quien también es presidente del Consejo Mundial de Agencias de Noticias, recalcó que algunos medios de comunicación de la región son un correlato de ese proyecto político-elitista.
Defendió la posibilidad que desde el estado, a través de medios públicos, se permita una política que promueva una mayor variedad y diversidad de opiniones, no solo de sectores políticos sino sociales, culturales, gremiales, de las minorías, de los pueblos originarios, etcétera.
"Hay una batalla cultural que atraviesa toda América Latina. Creo que los más importante que deben hacer los medios públicos es marcar otra agenda, de lo que verdaderamente le importa e interesa a la sociedad. Por supuesto que hay intereses creados por parte de estos medios (privados) en los cuales no solo mienten y tergiversan la información sino que, además, tienen una agenda que es secundaria e intrascendente para las mayorías populares en América Latina", manifestó.
Recordó que en Argentina hace dos años se dio un gran debate por la promulgación de la ley de Servicio Audiovisual que distribuía las frecuencias de radio y televisión de manera equitativa: 33% para los grupos sin fines de lucro, 33% para el estado los sectores públicos y 33% para el sector privado.
Fonrouge criticó que la prensa se autocalifique como independiente, cuando en la realidad son independientes de los gobiernos, pero dependientes de los poderes económicos.
Rechazó que se tilde como periodistas militantes a los profesionales que colaboran en los medios públicos. "Si aceptamos el término de periodista militante, deberíamos achacárselo tanto a periodistas que militan las ideas en los grupos económicos como a los que trabajamos en los medios públicos o defendemos otro tipo de ideas. Más allá de ser periodistas o no, tiene que ver con nuestras ideas, con nuestra realidad".
El periodista argentino, quien tiene el cargo de gerente de Desarrollo Institucional de la agencia argentina Télam, cree que la tan promocionada objetividad no existe. "La objetividad, en todo caso, es la subjetividad dominante", recalcó.
Tomado de Nicaragua Socialista
Como Plan Cóndor se conoce a la coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América (Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador) con la CIA de los EE. UU., llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980. El plan se constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política.
“En América Latina hay una misma línea editorial, que recorre cada uno de nuestros países. Si vemos los medios más concentrados, los más poderosos de Ecuador, Venezuela y Argentina, por ejemplo, vemos que hay una misma letra, una misma orientación ideológica y una misma posición contraria a sus propios gobiernos”, dijo Fonrouge a la agencia de noticias Andes.
“El planteo mio es el siguiente: las grandes dictaduras de América Latina no han venido de partidos democráticos sino empujadas por intereses económicos y políticos de los sectores más oligárquicos, más concentrados de la economía. La dictadura instaurada en Argentina, en 1976, fue impulsada por los sectores agroexportadores que intentaban dar marcha atrás con un estado de bienestar”, ejemplificó Fonrouge.
En este contexto, dijo que no es lo mismo el sano debate de ideas –que es parte del juego democrático- con los permanentes afanes de desestabilización que promueven las grandes empresas mediáticas.
“Es una metodología idéntica, hay una correlación. Las noticias que salen en Argentina a Ecuador, por ejemplo, en contra del presidente (Rafael) Correa son las noticias que los propios medios concentrados de Ecuador difunden. No es una investigación propia, por ende, hay un correlato”, subrayó.
Fonrouge rememoró que en 2008, los grandes conglomerados mediáticos, encabezados por el grupo Clarín, apoyaron un proceso destituyente contra la presidenta argentina Cristina Fernández, a propósito de un problema patronal de sectores que pretendían mantener una economía regida por un modelo agroexportador.
El periodista de 33 años, quien también es presidente del Consejo Mundial de Agencias de Noticias, recalcó que algunos medios de comunicación de la región son un correlato de ese proyecto político-elitista.
Defendió la posibilidad que desde el estado, a través de medios públicos, se permita una política que promueva una mayor variedad y diversidad de opiniones, no solo de sectores políticos sino sociales, culturales, gremiales, de las minorías, de los pueblos originarios, etcétera.
"Hay una batalla cultural que atraviesa toda América Latina. Creo que los más importante que deben hacer los medios públicos es marcar otra agenda, de lo que verdaderamente le importa e interesa a la sociedad. Por supuesto que hay intereses creados por parte de estos medios (privados) en los cuales no solo mienten y tergiversan la información sino que, además, tienen una agenda que es secundaria e intrascendente para las mayorías populares en América Latina", manifestó.
Recordó que en Argentina hace dos años se dio un gran debate por la promulgación de la ley de Servicio Audiovisual que distribuía las frecuencias de radio y televisión de manera equitativa: 33% para los grupos sin fines de lucro, 33% para el estado los sectores públicos y 33% para el sector privado.
Fonrouge criticó que la prensa se autocalifique como independiente, cuando en la realidad son independientes de los gobiernos, pero dependientes de los poderes económicos.
Rechazó que se tilde como periodistas militantes a los profesionales que colaboran en los medios públicos. "Si aceptamos el término de periodista militante, deberíamos achacárselo tanto a periodistas que militan las ideas en los grupos económicos como a los que trabajamos en los medios públicos o defendemos otro tipo de ideas. Más allá de ser periodistas o no, tiene que ver con nuestras ideas, con nuestra realidad".
El periodista argentino, quien tiene el cargo de gerente de Desarrollo Institucional de la agencia argentina Télam, cree que la tan promocionada objetividad no existe. "La objetividad, en todo caso, es la subjetividad dominante", recalcó.
Tomado de Nicaragua Socialista
En realidad hay un gran problema de entendimiento en la opinión pública sobre lo que es una prensa libre. Porque no se debía permitir que alguien o algunos, por tener mucho dinero y poder, puedan mentir, falsificar y finalmente perjudicar a la población de forma notoria.
ResponderEliminarContra este delito las leyes deberían de actuar, para parar la locura de que estos medios de desinformación manipulen cual marionetas a la gente y causen verdaderas tragedias.