Corea
se adhirió al Imperio Japonés el 22 de agosto de 1910. O sea, a partir de esa
fecha desapareció la República de Corea y todo el pueblo quedó bajo el dominio
de los nipones. En ese entonces, Corea estaba bajo el reinado de Sunjong y fue en
una reunión del gabinete, donde Ye Wang Yong firmó el tratado de anexión,
ganándose así el título de ‘traidor’ hasta el día de hoy. Si bien hubo varias
personas que apoyaron a los japoneses en su proceso para colonizar la península
coreana, la razón por la que Ye Wang Yong es recordado hasta la actualidad como
el mayor traidor, es porque no solo entregó a su propio país a los nipones,
sino que recibió una enorme fortuna y también el título de conde a cambio de
ello. ¿Quién es ese hombre que vivió cómodamente y con abundancia toda su vida,
pese a que Corea atravesaba entonces sus momentos más difíciles hasta perder el
país?
Ye Wang Yong aprobó la oposición a los 25 años y a los 29, ingresó a lo que hoy sería una universidad para estudiar inglés y ciencias modernas. Cuando cumplió 30 años, fue nombrado integrante de una misión diplomática ocupando un alto rango para trabajar en la Embajada de Corea en Estados Unidos, gracias a sus conocimientos de inglés. Pero pese a que tenía sirvientes que le ayudaban con la comida y la limpieza, parece que la vida en un país tan lejos del suyo no le fue fácil. Antes de cumplir un año en EEUU, enfermó y se vio obligado a regresar. Pero al poco tiempo, obtuvo una nueva promoción dentro del gabinete, y esta vez tuvo que permanecer en el país norteamericano durante dos años como embajador. Tras su experiencia en EEUU soñó con que Corea pudiese convertirse en una nación similar, pero para él, el país más poderoso del mundo era Rusia, porque sin intervenir en guerras, era el mayor beneficiario de las guerras entre China y Japón. De regreso a Corea, fue nombrado ministro de Educación, y más tarde canciller. Entonces que empezó a vender los derechos de construcción ferroviaria y el desarrollo de minas a Estados Unidos a bajo precio, con dos objetivos: potenciar una buena relación con Washington; y mantener la esperanza de que EEUU contribuyera al progreso de Corea. Pero no… al país norteamericano solo le interesaba obtener beneficios económicos.
Al cabo de pocos años, estalló la guerra entre Rusia y Japón por ocupar la península coreana, pues el poder de China se estaba debilitando. Ye Wang Yong pensó que la victoria estaría del lado de Rusia pero se equivocó, porque para su sorpresa, Japón logró vencer a su enemigo. Y así, naturalmente, el Imperio nipón se apropió de Corea, obligándole a firmar convenios a su conveniencia e incluso interviniendo en asuntos financieros y diplomáticos del Estado. O sea, tomó el control de todo Corea gracias a la ayuda de Ye Wang Yong. Pese a las fuertes críticas del gobierno coreano y del pueblo, siguió colaborando con los japoneses, ocupando altos cargos públicos y gozando de los mejores privilegios, pese a que el país entero era sometido al dominio colonial. Por su egoísmo, los coreanos viven hasta hoy con esas heridas, mientras Ye Wang Yong vivió cómodamente, y murió en febrero de 1926.
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