Jan Susler publicó ayer una entrevista al prisionero
político Oscar López Rivera,
aparecida en el sitio de http://www.truth-out.org con el título “"Meeting
a Man Like That, You Can't Help Wanting to Do More": A Visit With
Political Prisoner Oscar López Rivera”, en la que pone al desnudo el injusto
encierro que padece –por más de 34 años- este patriota borinqueño.
En esencia, mediante
una traducción libre, pongo a consideración de mis lectores algunos pasajes de
la misma:
Oscar López Rivera ha servido 34 años en cárceles de Estados Unidos por
conspiración sediciosa -en otras palabras, por su compromiso con la
independencia de Puerto Rico- aunque no fue declarado culpable de herir o matar
a nadie. Desde 1898, cuando los EE.UU. invadieron militarmente y ocuparon a
Puerto Rico, no ha habido una sola década en la que no ha habido un
independentista encarcelado. Pero es raro que López Rivera haya servido tantos
años –más tiempo que cualquier otro independentista puertorriqueño en la historia,
ya que sus coacusados, más que los delincuentes condenados por la violencia y
más tiempo que los 27 años purgados por otro renombrado preso político del mundo, Nelson
Mandela-.
Los miembros de la diáspora puertorriqueña y otros en los EE.UU. también se han unido a esta campaña por su liberación: La AFL-CIO, AFSCME, SEIU, Consejo Laboral para el Avance Latinoamericano, Congressional Hispanic Caucus, la Unión Americana de Libertades Civiles, la Asociación Nacional de Abogados Hispanos y el Gremio Nacional de Abogados, en conjunto han condenado la violación de sus derechos humanos. La comunidad internacional ha adoptado asimismo la convocatoria de su liberación, incluido el Comité de las Naciones Unidas para la Descolonización, el Movimiento de Países No Alineados, la Asociación Americana de Juristas, la Asociación Internacional de Juristas Demócratas, galardonados con el Premio Nobel de la Paz, las organizaciones latinoamericanas regionales como la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Consejo Latinoamericano de Iglesias, así como los presidentes de varios países como Uruguay, Nicaragua y Venezuela.
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