En una postura totalmente inaceptable, el Asesor Adjunto de
Seguridad Nacional de EEUU, Ben Rhodes, realizó una entrevista al canal
Univisión en la que pretende culpar a Cuba de la crisis surgida con los
migrantes cubanos en Centroamérica. El funcionario, según Notimex, sugirió que
se diera “una discusión más amplia con Cuba para manejar el asunto del flujo de
migrantes”.
La preocupación del
señor Rhodes demuestra la hipócrita postura de EEUU sobre el controvertido
tema. Cuba ya ofreció, mediante una Declaración del MINREX, la posibilidad de
que estas personas retornen al país. Empero, Rhodes oculta que la causa
principal del problema radica en mantener la Ley de Ajuste Cubano, la que se
convierte en factor motivacional fundamental para este movimiento de cubanos –usando
vías ilegales después de haber salido legalmente de la Isla–, por cuanto les
ofrece el privilegio exclusivo de ser aceptados automáticamente en EEUU en
función de criterios políticos añejos y fuera de contexto.
Estados Unidos, promotor
de este éxodo manipulado, tiene la principal responsabilidad en el mismo,
tratando de inculpar a otras naciones y lavándose las manos como Poncio Pilatos.
No le cabe, por tanto, ningún derecho moral para exigir a Cuba o a otra nación
soberana el cambio de sus políticas migratorias si él no es capaz de hacerlo.
Rhodes declaró al programa Al punto, del citado canal, lo siguiente: “El reto inmediato es la circunstancia humanitaria de esos cubanos que están en Costa Rica, en Centroamérica, creo que hay una discusión más amplia que va a tener que seguir ocurriendo con Cuba sobre cómo vamos a manejar esto”.
EEUU se encuentra en
la encrucijada de violar los acuerdos migratorios entre ambas naciones si
ofrece el traslado inmediato de estas personas varadas en varias naciones en el
corredor desde Ecuador hasta Costa Rica, con lo que abriría una Caja de Pandora
al sentar un precedente que estimularía el flujo desordenado de cubanos hacia
los EEUU.
EEUU debe participar
junto al resto de las naciones en la búsqueda de una solución, que bien pudiera
ser el lograr un acuerdo para el retorno de los cubanos a su país y crear
urgentemente los mecanismos para ofrecerles la entrada autorizada a través de
su embajada en La Habana. Esta podría ser una solución clara, basada en
compromisos formales e inviolables. Obviamente, esta práctica le obligaría a
garantizar respuestas rápidas a las intenciones de los cubanos para emigrar a
EEUU, preservando los acuerdos migratorios entre ambas naciones.
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