Otra
vez se pone sobre el tapete la ineptitud y negligencia de los servicios de
contraterrorismo en Europa, particularmente cuando se dio a conocer ayer por Le
Canard Enchaîné que la policía y los
servicios de inteligencia galos conocían una potencial amenaza contra la sala
de conciertos Bataclan, en Paris, desde el año 2010.
Si se hubiera monitoreado concienzudamente la actividad de extremistas islámicos se pudiera haber evitado la tragedia del 13 de noviembre. Absurdo resulta que una investigación judicial abierta el 13 de julio de 2010 contra Farouk Ben Abbes fuera archivada cuando existían indicios de amenazas terroristas contra esa instalación. Tampoco hubo medida cautelar, ni se impuso a sus dueños de los peligros existentes.
La
policía y la justicia francesa ignoraron que Ben Abbes mantenía vínculos con el
terrorista Fabien Clain, a quien se identifica como uno de los artífices de los
atentados de Paris. También ignoraron las señales descubiertas al ser detenida
una francesa y extraditada a su país, Dude
Hoxha, quien al ser interrogada por su participación en un
atentado ocurrido en El Cairo contra estudiantes franceses, el 22 de febrero de
2009, impuso a los servicios secretos franceses del plan de Ben Abbes de
explotar el Bataclan.
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