Todo eso es mentira. Marco Rubio y Ted Cruz no están interesados en
acercarse a los cubanos reales. Ni siquiera están interesados en su propia
amistad y solidaridad política. Todo se trata de una pose electoral.
Horowitz ha cubierto con gran acierto las campañas electorales que están
desarrollando los candidatos Republicanos a la presidencia de Estados Unidos
que son de origen cubanoamericano; me refiero a Ted Cruz, Senador por Texas, y
Marco Rubio, Senador por la Florida. El periodista ha indagado sobre todo en la
forma en que estos dos personajes tratan de sacar provecho político al origen cubano
de sus familias, reinterpretando y a veces mintiendo sobre la historia
verdadera.
El articulista de The New York Times también ha investigado sobre la
relación entre ambos candidatos, mostrando la falsedad de la cacareada unión de
los legisladores cubanoamericanos, que en verdad se recelan y vigilan para
ganar el favor del establishment del partido Republicano, de los cabilderos y
de los políticos tradicionales de la casta del poder en Washington DC.
El 5 de julio de este año Jason Horowitz publicó en el New York Times el
artículo titulado “Marco
Rubio Is Hardly a Hero in Cuba. He Likes That”. El periodista rastreó opiniones en La Habana acerca de lo que los
cubanos sencillos piensan de Rubio, y llegó hasta Cabaiguán inquiriendo por los
antecedentes familiares del senador.
En La Habana, entre otros, Horowitz entrevistó a un residente de 66 años
llamado Héctor Montiel quien le dijo que la victoria de Rubio sería lo peor que
podía pasar, pues consideraba que Rubio era anticubano de todas las formas
posibles; Montiel agregó que Hillary Clinton entendería mejor el problema
cubano.
Los cubanos no olvidan las rencorosas declaraciones de Rubio sobre el
proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos hecho
público el 17 de diciembre del 2014; ni su rechazo a la libertad de Los Cinco
héroes cubanos. Rubio, que no conoce los verdaderos sentimientos patrióticos
del pueblo cubano, debería enterarse de lo que piensan de él los cubanos de la
isla. Para Rubio el nacionalismo y el independentismo son fruto de la
“desinformación”; con esta explicación no hace otra cosa que mostrar su
ignorancia de la historia de Cuba y de las raíces sociales y políticas de la
Revolución Cubana. Según dice Horowitz en su artículo, Rubio cree que la opinión
crítica que existe en Cuba sobre sus posiciones se debe a una campaña montada
en su contra. El senador no puede ser más frívolo e ignorante sobre los móviles
de la historia.
Marco Rubio ha usado sus orígenes cubanos para ascender en la política local
de Miami y en la política estatal de Florida. También se acompañó de sus padres
Mario y Oriales en el año 2010 cuando lanzó su candidatura a la presidencia de
Estados Unidos. Destacó su parte cubana en su autobiografía, pero de inmediato
fue descubierto en la mentira de venderse como hijo de exiliados políticos
perseguidos por la Revolución Cubana, demostrándose suficientemente que sus
familiares llegaron a Estados Unidos antes del triunfo revolucionario,
exactamente en el año 1956. Cuando en el año 2011 The Washington Post divulgó a
escala nacional este dato, Rubio se salió por la tangente diciendo que
realmente él lleva a Cuba “en su imaginación” y eso es lo que importa. Pero el
votante norteamericano no olvida este mensaje: Rubio miente para lograr sus objetivos.
Horowitz cuenta una simpática anécdota, relacionada con comentarios del
senador Rubio sobre los parientes que le quedan en el poblado de Jicotea, en
Villa Clara. Al parecer el periodista viajó o investigó acerca de Jicotea, y en
lugar de encontrar simpatías por Rubio documentó unos tractores con unos
letreros que decían “Viva Raúl”.
En verdad los parientes de Rubio residían en Cabaiguán pero abandonaron el
pueblo en 1940 y se establecieron en La Habana.
Para investigar sobre los orígenes cubanos del senador Ted Cruz, el
periodista Jason Horowitz recogió en Matanzas algunas opiniones. En esa
provincia una entrevistada de 34 años, nombrada Yadira Suárez, dijo no saber
quién era Ted Cruz. También lo declararon otras personas, cosa que según
Horowitz demuestra el rol exagerado que el senador ha dado a Cuba en la
conducción de su campaña y creación de su imagen política.
El 9 de noviembre Jason Horowitz publicó el artículo “Cuban Peers Dispute
Ted Cruz’s Father’s Story of Fighting for Castro”, dedicado a precisar algunas afirmaciones que Rafael Cruz, padre del
senador, ha estado haciendo para favorecer la carrera política de su hijo.
El senador Ted Cruz ha dicho que empezó a amar la libertad desde que siendo
un niño escuchó hablar de las rebeldías de su padre, supuestamente un “líder”
de las luchas revolucionarias de los años 50. Estas referencias han servido a
Cruz para conectar emocionalmente con los votantes conservadores, especialmente
con los círculos del llamado Tea Party. El problema que tiene esto es que la
mayor parte de los testimonios sobre ese “liderazgo libertario” de la familia
Cruz es falsa.
Rafael Cruz ha dicho, y su hijo el senador Ted ha asumido, que él se
destacó en los medios revolucionarios de Santiago de Cuba alrededor del año
1956, y que tuvo amistad con Frank País.
Horowitz obtuvo testimonios de veteranos de aquella gesta revolucionaria
cubana, que desmienten las egocéntricas versiones de Cruz. Leonor Arestuche,
quien el gobierno cubano encomendó precisamente el cuidado de la memoria sobre
esas luchas, y personas que conocieron a Cruz, dijeron que este quizás había
participado en marchas y pintado algún cartel en un muro, pero ni recogió armas
ni participó en acciones más comprometidas. Tal vez Rafael Cruz pudo hasta
haber “rezado” por la caída de Batista, que era algo que los revolucionarios,
jóvenes católicos algunos, agradecían, pero eso no lo convertía en un “líder”
de la lucha por la libertad de Cuba.
Horowitz fue concluyente: No se descarta que algunas de las anécdotas
“revolucionarias” de Rafael Cruz puedan encontrar algún fundamento; pero ningún
veterano de aquellas luchas ni ningún historiador respetado de la Cuba actual,
considera que fue un “líder” revolucionario.
Tanto Marco Rubio como Ted Cruz se han aprovechado de sus orígenes cubanos
en los debates políticos para hacer la demagógica referencia al “sueño
americano”; han manipulado ese dato como un escudo para presentar sus
verdaderas intenciones antiinmigrantes. Ambos quieren mantener a Cuba
bloqueada; los dos se oponen a la normalización de las relaciones con Estados
Unidos; ninguno quiere lo mejor para el pueblo cubano ni tiene entre sus planes
conocer a los cubanos de la isla de primera mano, en sus vidas verdaderas. Ninguno
tiene la más mínima intención de visitar la isla. Ni antes, ni ahora, ni nunca.
Por eso siempre que sale el tema apelan a la dilatoria justificación de que
solo irán en el futuro, cuando existan “elecciones libres”.
Todo eso es mentira. Marco Rubio y Ted Cruz no están interesados en
acercarse a los cubanos reales. Ni siquiera están interesados en su propia
amistad y solidaridad política. Todo se trata de una pose electoral. Esto lo
demuestra el propio Jason Horowitz en otro artículo en NYT del 1 de noviembre
titulado “Ted
Cruz and Marco Rubio Grow Apart as Their Ambitions Expand”. Se los recomiendo como un puente entre los otros dos, para que
vean que las referencias que ellos hacen al orgullo hispano, al orgullo latino,
a la familia cubana y toda esa sensiblería sobre los orígenes, no es más que
una fachada para encubrir a dos personas muy ambiciosas que sueñan con ser
aceptados por la elite de poder tradicional de los Estados Unidos.
Por eso repito: Yo no sé de dónde serán Marco Rubio y Ted Cruz, pero de
Cuba, no son.
Edmundo García
(www.latardesemueve.com
/ @edmundogarcia65)
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