En
un caso que las autoridades calificaron como el robo más grande de la historia
en Inglaterra, cuatro hombres se declararon culpables de conspirar para robar
hasta 30 millones de dólares en oro, joyas y piedras preciosas. Conoce los
detalles del caso.
Durante tres años, los
viernes por la noche se reunían a tomar cerveza en el Castle, un bar de
Islington, en el norte de Londres.
Los cuatro hombres ya estaban avanzados en años, pero no estaban ahí para
hablar de planes de retiro o de los achaques de la edad.
Ladrones experimentados con un amplio expediente de antecedentes penales, ellos tenían algo más apremiante en mente: un asalto audaz, que coronara su carrera y del que se jactaban que el mundo jamás olvidaría.
La operación, meticulosamente planeada -con la ayuda del libro "Ciencia forense para principiantes", como descubriría la policía más adelante-, finalmente fue puesta en marcha el jueves 2 de abril, la Semana Santa de 2015. Ese día, Brian Reader, el rubicundo jefe de la banda a quien los demás llamaban "el Maestro", abordó el autobús número 96 cerca de casa en Dartford, Kent.
El resto de la cuadrilla
estaba ahí, vestidos como trabajadores de la construcción: John Collins, también conocido como
Kenny, de 75 años; Daniel Jones,
de 60 años; y Terrence Perkins,
de 67. Reader llevaba un casco amarillo y una chaqueta fluorescente con la
palabra "Gas" en la espalda.
En un caso que la fiscalía llamó el robo más grande de la historia en Inglaterra, los cuatro hombres se declararon culpables de conspirar para robar hasta 30 millones de dólares en oro, joyas y piedras preciosas. Los fiscales explicaron que usaron taladros de alto poder con brocas de diamante, durante los días festivos de la Semana Santa, para abrir un agujero de 45 centímetros a través de una pared de concreto en una bóveda del sótano de la compañía de depósitos. Y después pudieron irse con el botín.
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