domingo, 20 de diciembre de 2015

Cómo 4 ancianos lograron el mayor robo de Inglaterra



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En un caso que las autoridades calificaron como el robo más grande de la historia en Inglaterra, cuatro hombres se declararon culpables de conspirar para robar hasta 30 millones de dólares en oro, joyas y piedras preciosas. Conoce los detalles del caso.

Durante tres años, los viernes por la noche se reunían a tomar cerveza en el Castle, un bar de Islington, en el norte de Londres. Los cuatro hombres ya estaban avanzados en años, pero no estaban ahí para hablar de planes de retiro o de los achaques de la edad.

Ladrones experimentados con un amplio expediente de antecedentes penales, ellos tenían algo más apremiante en mente: un asalto audaz, que coronara su carrera y del que se jactaban que el mundo jamás olvidaría.


La operación, meticulosamente planeada -con la ayuda del libro "Ciencia forense para principiantes", como descubriría la policía más adelante-, finalmente fue puesta en marcha el jueves 2 de abril, la Semana Santa de 2015. Ese día, Brian Reader, el rubicundo jefe de la banda a quien los demás llamaban "el Maestro", abordó el autobús número 96 cerca de casa en Dartford, Kent.

Reader, de 76 años, deslizó por la ranura su pase de transporte gratuito y empezó el viaje de 80 minutos a Hatton Garden, barrio que desde hace siglos ha sido el centro del comercio de joyas en Londres. Poco después del mediodía, Reader llegó a un discreto edificio de siete pisos. Una placa grande anunciaba: "Hatton Garden Safe Deposit, Ltd."

El resto de la cuadrilla estaba ahí, vestidos como trabajadores de la construcción: John Collins, también conocido como Kenny, de 75 años; Daniel Jones, de 60 años; y Terrence Perkins, de 67. Reader llevaba un casco amarillo y una chaqueta fluorescente con la palabra "Gas" en la espalda.


En un caso que la fiscalía llamó el robo más grande de la historia en Inglaterra, los cuatro hombres se declararon culpables de conspirar para robar hasta 30 millones de dólares en oro, joyas y piedras preciosas. Los fiscales explicaron que usaron taladros de alto poder con brocas de diamante, durante los días festivos de la Semana Santa, para abrir un agujero de 45 centímetros a través de una pared de concreto en una bóveda del sótano de la compañía de depósitos. Y después pudieron irse con el botín.

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