El
reciente arresto Armaan Singh Sarai, un joven sikh de 13 años en Arlington
Texas ha generado enorme polémica en Estados Unidos y ahora en el mundo, pues
el caso podría ser un reflejo del temor irracional en torno al terrorismo,
específicamente aquel de origen islámico (y la confusión que la ignorancia
sobre esta religión genera).
Según
Armaan y los miembros de su familia, su arresto, por el cual estivo todo un
fin de semana detenido en el centro juvenil fue propiciado simplemente por la
acusación de un compañero de clase. Aparentemente un compañero de clase le
habría comentado observando un cargador de baterías en su bolso si esto era una
bomba un día antes. Al día siguiente el mismo chico, el cual describen como un
bully, le habría vuelto hacer esa misma broma, a la que Armaan habría
reaccionado riendo y bromeando que así era. Ante esto el otro chico al parecer
lo acuso con las autoridades de la escuela y poco después la policía irrumpió
para llevarse a Armaan e interrogarlo por un par de días, pese a que no había
claramente una bomba en su mochila.
La
policía de Arlington ha manejado otra versión en la que sostiene que el niño
hizo una amenaza de volar la escuela. Si bien esta versión ha sido puesto en
entredicho, valdría preguntarnos si acaso esa misma amenaza juvenil habría
venido de un niño caucásico habría sido tomada en cuenta de la misma manera tan
enérgica cómo fue el caso de un niño de tez oscura y de una fe extraña.
El
caso ha sido comparado con el arresto de Ahmed Mohamed, en Irving, Texas, un
joven de 14 años que fue acusado de diseñar bombas luego de que llevará un
reloj a la escuela. Ahmed ha dejado Estados Unidos para irse a Qatar y ha
formulado una demanda a las autoridades de su escuela.
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