Tres meses se conmemoran hoy de la partida
mortal del Comandante Chávez, un acontecimiento que trastocó la marcha del
país, de la América mestiza y del mundo entero. El Presidente Chávez no estará
más con su voz de mando y su corazón de patria respirando por nosotros, se ha
ido y nos deja una obra difícil de emular por algún político del país o del
orbe. Un legado de herencia patria que está por desarrollarse, por construirse
y continuarse; esa fue su contribución con el país que le vio nacer: la refundación
de la patria como un mandato constitucional y una tarea ineludible de todos los
venezolanos sin distingo de clase ni de género.
Si nuestro Libertador y Padre de la Patria,
Simón Bolívar, fue el hombre de las dificultades, Hugo Chávez fue el hombre de
los imposibles, el político contemporáneo que revolucionó todo lo que se
propuso en el marco de la democracia, de la paz, de la justicia y de los
derechos humanos. Armonizó en perfección geométrica el pensamiento y la palabra
con la obra. Achicó los tiempos para hacer lo que otros hubiesen hecho en
muchas décadas. Dijo al mundo entero, sin censura ni miedo alguno, lo que
ningún Presidente democrático del mundo civilizado se atrevió a decir y a
denunciar.
En escenarios regionales e internacionales
como la OEA o la ONU denunció las injusticias y las asimetrías del desarrollo y
acusó sin vacilaciones con nombres y apellidos a los responsables del caos, de
la pobreza y de la destrucción del planeta.
Chávez es, junto a Fidel Castro Ruz, el
Presidentes parresiástico más grandes que haya conocido la historia de la
humanidad del siglo pasado y del presente. No olvidemos que Fidel y Bolívar
fueron la inspiración política que convirtió a Chávez en el estadista más
odiado y respetado por sus enemigos, así como el más amado por los venezolanos
y excluidos del mundo. Vilipendiado, asediado y censurado por la canalla
mediática criolla e internacional que jamás lo hicieron doblegar ni le
impidieron estar en la agenda de sus noticias.
Hugo Chávez Frías fue el venezolano más
polémico y trascendental de la historia contemporánea y es, igualmente, uno de
los Presidentes más subversivos contra el orden mundial del Imperialismo, no
sólo por su verbo encendido y explosivo de verdades, sino por las realizaciones
que dejó, especialmente cuando todo parecía perdido y condenado frente al
paredón del Neoliberalismo porque la historia llegaba a su fin y la verdad
única se instalaría como dogma de fe de los mercados financieros de la meca de
Wall Street y otros templos del mundo globalizado.
Su verdad comprendida revivió lo que se daba
por fenecido. Las páginas de los periódicos, la radio y la televisión a través
de sus noticieros se obligaron a hablar de Socialismo, pero del siglo XXI. El
ALCA muere antes de nacer cuando todo indicaba que las fauces de la economía de
mercado controlarían la vida económica del subcontinente. El SUCRE se prueba
como iniciativa regional cambiaria factible frente al dólar. La OEA, federación
de colonias al servicio de los intereses norteamericanos, se vio obligada a dar
paso a otras propuestas de integración con los pueblos de la Patria Grande,
tales como el ALBA, el CELAC, la UNASUR, PETROCARIBE, el Banco del Sur y otras.
En todas estas iniciativas, el arañero de Barinas tenía metidas sus manos
hacedoras.
Tres meses de nostalgia es el trecho que nos
separa del último halo de vida del Presidente Chávez; tres meses que nos
invitan a reflexionar sin su palabra llena de pedagogía política y sencillez
humana; tres meses que nos evocan su inmensidad de hombre comprometido con las
causas más nobles de los excluidos que él visibilizó e hizo ciudadanos con
derechos y con deberes.
Hoy es un día cualquiera que porta en su
cotidianidad las rutinas de siempre, no obstante, es necesario hacer un detén
para recordarnos que el Quijote caribeño, andino y amazónico, jamás derrotado
por los molinos de la turbulencia, la inquina y las miserias de sus enemigos,
ya no estará nunca más, tampoco su palabra volverá a henchir nuestras emociones
y racionalidades llenas de utopías realizables y cantos de hombre sencillo de
rostro de indio, zambo y negro; que declamaba y echaba chistes como los del
vecino o los del compadre de a pie que come chimó y baila joropo.
El Presidente Chávez, finalmente, nos legó su
compromiso de destruir la acción nefasta de los cuatro jinetes del apocalipsis
de la administración pública cuando declaraba que había que ponerle coto a la
endemia de la corrupción, combatir la impunidad, detener la ineficacia del
aparato gubernamental y ponerle fin a la acción fagocitadora de la burocracia.
Esta proclama del hombre visionario de Estado
es una encomienda que nos dejó a todos para que contribuyamos a adecentar la
administración pública. Es un compromiso que nos corresponde continuar siempre,
no sólo para salvar a la revolución pacífica sino para evitar que la patria
muera calcinada por el cohecho de nuestra indiferencia e irresponsabilidad con
la cosa pública.
El Chávez verdadero estará por siempre en el
sepulcro sagrado de la historia y en sus proclamas de realizaciones; pero el
Chávez real está alojado exclusivamente en la interioridad de nuestras
conciencias. Si allí no lo podemos encontrar, entonces diré algo que
académicamente no está permitido: “Estamos jodidos” -La razón es muy sencilla:
se nos seguirá saliendo la “caribera” de la viveza criolla y la herencia
histórica de la corrupción reencarnada en el pedacito de adeco que está
inoculado como un virus en el imaginario político del venezolano y que funciona
diariamente como una caja de Pandora de la riqueza inmediata y la cual
aniquilará al país porque su contenido de antivalores se reproduce como un
cáncer en el facilismo de la riqueza mal habida, en los negocios turbios, en el
amiguismo y el nepotismo, en el entreguismo vil al extranjero, en el dolo y en
la improbidad, en el contrabando o en el cobro de comisiones.
La Patria no fallecerá en nuestras manos si
asumimos la misión que nos corresponde como ciudadanos de la Venezuela que nos
dejó el Padre de la Patria, Simón Bolívar. El Imperialismo no podrá invadirnos
si nosotros somos capaces de expulsar estos cuatro pecados capitales ya
señalados por el Comandante Eterno.
Una mirada retrospectiva y crítica del
proceso revolucionario nos hará poderosos y la Quinta República será posible
con un Chávez inmerso en nuestras conciencias. Un viva a Chávez es un canto a
la vida. Viva la vida, vivamos con Chávez en su pensamiento y en su obra para
poder decir que Todos Somos Chávez.
Mérida, 5 de junio de 2013
Pedro Rivas
Universidad de Los Andes
Escuela de Educación
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