“Si Estados Unidos quiere mantener vigente el proceso de
Cumbres de las Américas y recuperar alguna influencia en el hemisferio,
tendrá que cambiar su política hacia Cuba, pronto”.
Así lo manifiesta Richard Feinberg, quien fuera asistente especial
del Presidente William Clinton y director principal de la Oficina de
Asuntos Interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados
Unidos, en un artículo titulado Cuba en las Cumbres de las Américas
publicado originalmente en el blog de Americas Quarterly el 5 de
septiembre y reproducido en diversos medios posteriormente.
Según Feinberg, Estados Unidos tendrá que alterar su política hacia
Cuba o enfrentar un colapso virtual de su diplomacia hacia América
Latina.
La próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en abril de 2015 en
Panamá, obligará a la Administración de Obama a elegir entre la
reformulación de la política hacia Cuba para coincidir con la opinión
hemisférica y sus temores a una adversa reacción política doméstica.
Ha sido un obstáculo grande el Presidente de la Comisión de
Relaciones Exteriores del Senado – el implacable senador de Nueva
Jersey, Robert Menendez- quien ha presidido la política hacia la isla
natal de su familia.
En la Cumbre en Cartagena en 2012, Latinoamérica superó sus
divisiones uniendo posturas: criticando políticas antinarcóticos de
EE.UU., denunciando la lealtad a Gran Bretaña de EE.UU. en su postura
acerca del diferendo de las Malvinas y contra la exclusión de Cuba de
las Cumbres. Después de Cartagena la posición de EE.UU. ha seguido
erosionándose, afirma Feinberg.
Nuevos foros multilaterales como la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que deliberadamente excluyen a
Estados Unidos - pero que incluyen a Cuba- han ganado importancia. En
este nuevo mundo donde EE.UU. no tiene asiento en la mesa, las Cumbres
han adquirido mayor importancia para la diplomacia de EE.UU.
La inminente Cumbre de Panamá ofrece una oportunidad -que según
Feiberg no puede perderse- para que la Administración de Obama pueda
ayudar a moldear una agenda hemisférica más amigable y reafirmar un
grado de liderazgo a Estados Unidos.
En recientes años Cuba ha establecido relaciones diplomáticas
normales con cada uno de los países de este hemisferio y es un habitual y
activo participante en los foros regionales. En contraste, la política
de Estados Unidos ha permanecido congelada en el tiempo, y el bloqueo
económico a Cuba ya tiene cinco décadas.
Tras la Cumbre de Cartagena, la desorientada diplomacia
estadounidense imaginó que los gobiernos mas moderados, como Colombia y
México, se desentenderían de su demanda de invitar a Cuba a la siguiente
Cumbre y propuso en los trabajos preparatorios discutir los términos
para la participación de Cuba. Unánimemente, los latinoamericanos
replicaron que no había nada que discutir: Cuba debe ser invitada y sin
condiciones.
El gobierno cubano había indicado su disposición de aceptar siempre que no se le fijaran condiciones.
Ahora, Obama enfrenta el dilema: aceptar que Cuba participe o ser
responsable por el colapso del sistema interamericano que fuera
promovido por el Presidente Clinton hace veinte años. “Sería irónico e
inquietante que en nuestro propio hemisferio Estados Unidos sea incapaz
de practicar una diplomacia regional”, dice Feinberg.
“¿Cómo aliviar el dolor político y evitar en Panamá la impresión de
que América Latina y Cuba están humillando a Estados Unidos, y que
nuestro país ha abandonado sus principios democráticos?”. Y se responde:
“La salida es replantear nuestras relaciones con Cuba antes de Panamá.
Cambiar la confrontación ente David y Goliat por la visión de un Estados
Unidos confiado y generoso.
Feinberg también propone explicar al público estadounidense el cambio
de modo que no se vea como concesión a las presiones previas a la
Cumbre sino como una consecuente ampliación de políticas iniciadas por
Obama durante su primer mandato.
Para los entendidos, Obama podría explicar que las Cumbres son
distintas de las mucho más formales e institucionalizadas de la OEA,
donde mediante la Carta Democrática Interamericana los EE.UU. seguirán
manteniendo su alto nivel de liderazgo.
Sin embargo, un cambio estratégico en la política hacia Cuba
repercutirá grandemente en la base del partido demócrata y será
recibido calurosamente por un amplio sector que ha defendido durante
mucho tiempo tales medidas, incluyendo organizaciones empresariales
nacionales, exportadores agrícolas, asociaciones religiosas, académicos y
los medios de comunicación. Incluso en el sur de la Florida, admite
Feinberg.
Manuel E. Yepe
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política
internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones
Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del
Movimiento Cubano por la Paz.
Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación
http://www.tercerainformacion.es
Lindo logotipo...
ResponderEliminarPirámide rodeada de otras tres pirámides más pequeñas.
En todo lo alto el Norte, casi invisible en el suelo el Sur.
Sólo falta el ojo que todo lo ve y tenemos el cuadro completo.
Cumbres, cumbres y más cumbres y todo permanece inmutable, inamovible, estático.