Tal vez debamos acostumbrarnos a que la derecha se mantenga
constantemente atacando nuestro trabajo, a nuestro pueblo, a nuestros
ideales. Tal vez es la hipoteca para quienes decidimos enfrentarnos a un
sistema tan poderoso. No descansar jamás. Nunca confiar en la posible
inocencia del otro que lo desea todo.
Es real que el sacrificio sea tanto, al punto de ser personal. El Gigante, el que venció en todas las batallas, tuvo que dar su vida, incluso para seguir venciendo. Irónicamente se hizo inmenso entregando lo más preciado; la batalla que no pudo ganar, también la ganó. La gloria mantenida hasta más allá de la vida solo puede ser para un revolucionario.
Total que estamos conscientes de que la Revolución puede llevarse hasta la vida. Toda, tal vez en cuotas, tal vez por adelantado. Y lo sabemos. La decisión ha sido personal. Nadie nos obligó, nadie nos pagó ni nos chantajeó ni nos exigió. Lo hacemos por convicción, entendemos los riesgos y vivimos con ello. Lo hacemos porque sería la única forma de vivir viviendo, dándole sentido a cada segundo de vida.
Nadie nos puso una pistola en el pecho para que tomáramos la decisión de ser revolucionarios. Bueno, realmente sí, el mismo sistema lo hizo. El mismo sistema nos obligó a adversarlo. Él mismo se tornó en nuestra contra. Nosotros somos las víctimas del sistema del que decidimos dejar de ser víctimas. No es un capricho, se trata de la protección de la vida sobre la muerte, del triunfo del amor sobre el dolor, de la verdad sobre la mentira, de la paz sobre el horror. Solo un revolucionario puede entenderlo. Si lees y entiendes, sonríe; no estás solo. Entérate que somos millones y que además, seguimos juntos.
Es real que el sacrificio sea tanto, al punto de ser personal. El Gigante, el que venció en todas las batallas, tuvo que dar su vida, incluso para seguir venciendo. Irónicamente se hizo inmenso entregando lo más preciado; la batalla que no pudo ganar, también la ganó. La gloria mantenida hasta más allá de la vida solo puede ser para un revolucionario.
Total que estamos conscientes de que la Revolución puede llevarse hasta la vida. Toda, tal vez en cuotas, tal vez por adelantado. Y lo sabemos. La decisión ha sido personal. Nadie nos obligó, nadie nos pagó ni nos chantajeó ni nos exigió. Lo hacemos por convicción, entendemos los riesgos y vivimos con ello. Lo hacemos porque sería la única forma de vivir viviendo, dándole sentido a cada segundo de vida.
Nadie nos puso una pistola en el pecho para que tomáramos la decisión de ser revolucionarios. Bueno, realmente sí, el mismo sistema lo hizo. El mismo sistema nos obligó a adversarlo. Él mismo se tornó en nuestra contra. Nosotros somos las víctimas del sistema del que decidimos dejar de ser víctimas. No es un capricho, se trata de la protección de la vida sobre la muerte, del triunfo del amor sobre el dolor, de la verdad sobre la mentira, de la paz sobre el horror. Solo un revolucionario puede entenderlo. Si lees y entiendes, sonríe; no estás solo. Entérate que somos millones y que además, seguimos juntos.
Andrea Hermoso
Tomado de http://www.rnv.gov.ve
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