Dos
agentes de la CIA identificados y con residencia en Santa Cruz y dos
agentes de la DEA, que hace poco participaron de un curso antidrogas
organizado por la FELCN y la embajada de EEUU,
forman parte de un nuevo operativo encubierto que busca involucrar a
una autoridad boliviana en actividades de narcotráfico y afectar la
imagen del presidente Evo Morales.
A menos de un mes de que el presidente Evo Morales anunciara la
expulsión de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID) por injerencia en asuntos internos, una operación
encubierta de inteligencia se viene desarrollando por los servicios
estadounidenses para involucrar a algunas autoridades bolivianas,
particularmente al viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, en
actividades de narcotráfico.
Todavía es muy difícil de precisar sobre el tiempo desde que se está
desarrollando la operación encubierta y combinada de los servicios de
inteligencia de los Estados Unidos: la Central de Inteligencia Americana
(CIA) o la Drug Enforcement Administration (DEA) ¿Antes o después de la
expulsión de USAID?, ¿es una reacción ante la medida adoptada el 1 de
mayo de 2013 o forma parte de los intentos de construir una matriz de
opinión nacional e internacional que levante sospechas contra el grado
de compromiso real del gobierno boliviano en la lucha contra el
narcotráfico?
Hay razones que pueden apuntalar cada una de estas interrogantes. En
oportunidades anteriores hemos denunciado los constantes intentos de
Washington en tratar de presentar a Bolivia como un estado fallido en el
enfrentamiento al narcotráfico. Todos recordamos como hace dos años
atrás la embajada norteamericana en Bolivia coordinó un operativo
conjunto de la CIA y la DEA para convertir al ex general de Policía,
René Sanabria, de colaborador de la DEA en narcotraficante.
Una semana antes de que se realizara el operativo de la DEA en Panamá
contra Sanabria –que en el pasado fue un activo colaborador de la DEA-,
se produjo una reunión secreta en la embajada estadounidense en La Paz
entre Reginald Tillery – un ex agente DEA que se quedó en Bolivia para
trabajar con la NAS luego de la expulsión de la agencia antidrogas
estadounidense en 2008-, con Rodney Delano Smith, alto oficial de la CIA
en Bolivia, bajo fachada de Primer Secretario de la Misión
estadounidense a cargo de asuntos regionales.
En la mencionada reunión y a sugerencia de Tillery, se acordó la
participación directa del oficial DEA radicado en Paraguay Andy Banks,
en el operativo de detención de Sanabria. Banks es un viejo compinche de
Tillery. Durante los años de 2007 hasta febrero de 2009 estuvo radicado
como oficial de la DEA en Cochabamba, al igual que otros agentes de la
DEA se dedicó más a la labor subversiva y de espionaje contra el
gobierno popular de Evo Morales que a colaborar con las autoridades
bolivianas para combatir el narcotráfico.
El objetivo de ese operativo, en febrero de 2011, estaba claro:
montar una campaña difamatoria contra el gobierno boliviano, alegando la
existencia de una supuesta corrupción y vínculos con el narcotráfico en
sus más altas esferas.
De nuevo a la carga
A dos años de ese operativo, todo parece indicar que los servicios de
inteligencia de Estados Unidos, especialmente la DEA y la CIA en
Bolivia, preparan en contubernio con algunas fracciones de la oposición
de derecha, una nueva campaña de descrédito e intentos de
desestabilización contra el gobierno popular de Evo Morales, recurriendo
a las mismas mentiras de supuestos vínculos de altas personalidades del
Ejecutivo con el narcotráfico.
Ahora el blanco aparente de los ataques es el viceministro de Defensa
Social, Felipe Cáceres, contra quien los servicios de inteligencia
norteamericanos están fabricando un expediente con supuestas evidencias
que tratan de relacionarlo con actividades de narcotráfico.
Según fuentes bien informadas, los planes de la embajada
norteamericana en La Paz pretenden utilizar a ex miembros y a algunos
oficiales activos de la Policía como supuestos testigos y denunciantes
contra el viceministro Cáceres, un ex dirigente de los productores de la
hoja de coca del Chapare, ex alcalde de Villa Tunari y amigo personal
del presidente Evo Morales.
El desarrollo del operativo cuenta con la participación de dos
oscuros personajes que bajo la fachada de hombres de negocios radicados
en la ciudad de Santa Cruz, vienen realizando su labor encubierta como
agentes de la CIA y la DEA desde hace varios años.
Se trata de los norteamericanos David Wayne Paiz y Bert Davi
Castorino. El primero un viejo agente de la CIA y la DEA, quien por
orientación de estas agencias se radicó en Bolivia hace varios años,
luego de contraer matrimonio con una joven boliviana y obtener
ciudadanía de este país.
Wayne fue infiltrado por la CIA en los servicios policiales
bolivianos como profesor de artes marciales, posición que le permitió
desarrollar su actividad de espionaje y captación de posibles candidatos
dentro de las fuerzas de seguridad bolivianas y su utilización como
fuente de información para la embajada de los Estados Unidos.
De acuerdo a la información obtenida, el ciudadano norteamericano
también participó de alguna manera en la campaña de desestabilización
que la ultraderecha boliviana, apoyada por las corrientes
internacionales, llevó delante de forma muy activa contra el proceso
popular que encabeza el presidente Evo Morales durante el periodo
2006-2009.
Las agencias de inteligencia estadounidenses, aprovechando esos
vínculos estrechos le asignaron a Wayne la tarea de contratar posibles
denunciantes contra el viceministro Cáceres, los que se encargarían de
presentar y sustentar supuestas evidencias de los vínculos de la
autoridad boliviana con actividades de tráfico de drogas, según se
plantea.
La CIA, a través de Wayne, ha llegado a ofrecer hasta un millón de
dólares a estos falsos testigos como pago a su colaboración, según se
desprende de la información obtenida.
Wayne reporta directamente a Bert Davi Castorino, persona de origen
italiano, nacionalizado en Estados Unidos y con un largo historial de
servicio dentro de la CIA.
Al igual que Wayne, el italo-norteamericano Castorino lleva varios
años radicado en Bolivia y es un importante enlace entre la estación CIA
en La Paz con los grupos y líderes de organizaciones de extrema derecha
de la ciudad de Santa Cruz. También mantuvo relaciones con los
dirigentes de la línea dura opositora contra el proceso de cambio.
Aún no se tiene plenamente identificada a la estructura de esa nueva
conspiración contra el gobierno de Evo Morales, pero todo indica que
Castorino está a cargo y responde ante sus jefes de la CIA por la
operación fabricada contra el viceministro Cáceres.
Como parte importante de estas acciones de la CIA, en colaboración
con la DEA, Castorino está explorando qué personajes comprometidos con
la justicia boliviana, ya sea jueces o fiscales, podrían servir al
cumplimiento del operativo encubierto. Según señalan las informaciones
preliminares, hace muy poco Castorino sostuvo un encuentro con el Fiscal
cruceño Alvaro de la Torre, conocido por sus vínculos con los sectores
más reaccionarios de la oposición y sobre quien existen sospechas de
corrupción.
La reunión entre Castorino y Alvaro de la Torre se llevó a cabo en el
Bar Discoteca Budu, al cual el enlace CIA acude con frecuencia y
utiliza como lugar predilecto para tratar negocios que califica como
delicados.
El representante de la CIA dispone de medio millón de dólares para el
fiscal que investigue el caso, cuando la denuncia se haga efectiva
contra Cáceres, y para que reciba la declaración de los falsos testigos y
para que se encargue de promover una investigación sobre estos
supuestos cargos.
Como parte del operativo encubierto, a partir del 13 de mayo dos
agentes de la DEA se encuentran en Bolivia con el objetivo de encontrar y
aportar más elementos al objetivo conspirativo.
La oportunidad para que los agentes DEA lleguen a Bolivia fue la
organización de un curso anti-drogas para los miembros del GIOE de la
FELCN que se llevó a cabo en el Hotel Asturias de Santa Cruz.
La coordinación del curso, que tuvo que llevarse a cabo hasta el 24
de mayo, pero que por razones no conocidas se suspendió el viernes 17,
fue entre la FELCN, la NAS, la DEA y Donald Frerich, director de
capacitación de la embajada de Estados Unidos en La Paz.
¿Pero es Cáceres el objetivo último de la operación encubierta?
Los servicios secretos de los Estados Unidos, como ha ocurrido con el
caso del general Sanabria, están trabajando para que el operativo esté
acompañado por una repercusión mediática dentro y fuera de Bolivia. Ya
sea con relación directa o no, la CIA y la DEA espera que se produzca
una reacción inmediata de líderes y políticos de oposición en sentido de
pedir la renuncia del viceministro de Defensa Social y una
investigación sobre hasta dónde conocía el presidente Evo Morales las
supuestas actividades de tráfico de drogas de uno de sus más cercanos
funcionarios.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos saben que el
desarrollo de esta operación encubierta no producirá ningún terremoto
que ponga en peligro la estabilidad del gobierno de Morales, dado el
respaldo mayoritario que tiene de la población, según ha quedado
demostrado en todos los sondeos de opinión desde que asumió la dirección
del Estado boliviano.
Pero, por lo visto se pretende lograr dos objetivos: primero,
alimentar una matriz de opinión internacional que criminalice y
estigmatice aún más al gobierno boliviano en la lucha contra el
narcotráfico. A las autoridades estadounidenses les ha caído bastante
mal que Bolivia haya conseguido exitosamente la defensa de la hoja de
coca al denunciar la Convención de Viena de 1961 y luego su
reincorporación.
El gobierno de Morales también ha criticado duramente a la
administración de Obama por incorporar a Bolivia con juicios negativos
en su informe anual sobre la lucha contra las drogas, a pesar que las
Naciones Unidas han reconocido que es el país que más ha reducido sus
cultivos de coca respecto de Colombia y Perú, y que también el que más
acciones de represión al accionar del narcotráfico ha llevado a cabo.
El segundo objetivo es construir una matriz de opinión dentro de
Bolivia para afectar la imagen del gobierno boliviano y sobre todo del
presidente Evo Morales, quien se dispone a participar de las elecciones
de 2014 luego que el Tribunal Constitucional Plurinacional habilitará su
postulación al responder positivamente a una consulta de la Asamblea
Legislativa Plurinacional.
Es evidente, entonces, que una vez más los sectores más reaccionarios
dentro de EEUU y los órganos de inteligencia de dicho país muestran la
falsedad sobre su disposición de establecer una real y efectiva
colaboración con el gobierno boliviano para enfrentar el flagelo que
constituye el narcotráfico, bajo principios de respeto a la soberanía y
no injerencia en asuntos internos.
Como se ha señalado en oportunidades anteriores, la lucha contra el
narcotráfico es el pretexto que Estados Unidos utiliza para tratar de
imponer su presencia militar y el amplio despliegue de su enorme aparato
que compone la llamada comunidad de inteligencia estadounidense,
dirigido a la desestabilización y derrocamiento de los gobiernos
progresistas en nuestra región que no se someten a los designios
imperiales de Washigton.
Jaime Salvatierra
La Epoca / Rebelión
Tomado de http://miradasencontradas.wordpress.com
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