En
entrevista telefónica desde Viña del Mar, un médico que ejercía en 1973,
analiza el Caso Neruda, aporta datos desconocidos sobre sus contemporáneos y
pone en duda el medicamento que aplicaron al paciente Pablo Neruda en la
Clínica Santa María: “Pienso que deberían buscar Nifedipina (Dihidropiridina)
en los restos del poeta que se examinan en Chile y Estados Unidos, los
laboratorios de la Universidad de Carolina del Norte deberían extender su
búsqueda para saber qué le inyectaron a Neruda el 23 de septiembre de 1973:
Dihidropiridina, Dipirona, Dolopirona, u otro componente tóxico. El
enrojecimiento de ‘la guata’ tras la inyección, de lo que se habló, también la
produce el fármaco Dihidropiridina al dilatar los vasos sanguíneos, una
sobredosis pudo matar a Neruda”.
La identidad
del doctor fue corroborada en el registro del Colegio Médico, luego de un par
de videoconferencia por Skype,
nos comunicamos telefónicamente a su consultorio; debido a la información
delicada el doctor chileno pidió el anonimato, accedí entrar en contacto con el
médico después de mirar sus fotografías de la época y al escuchar los
antecedentes que cuadran con el presunto asesinato de Neruda. Confieso que en
400 entrevistas que he publicado en Clarín.cl
es la primera vez que guardaré el secreto del entrevistado, me hago totalmente
responsable de la información que aquí presentamos, la identidad del doctor
está corroborada y los indicios que aporta podrían esclarecer el Caso Neruda.
MC.-
Doctor, ¿no le parece raro que la Clínica Santa María “extravió” el expediente
del paciente Pablo Neruda?
DR.- Al ser la
Clínica Santa María un establecimiento ocupado militarmente, todo el “personal”
estaba “al mando” de la dirección de los ocupantes -no necesariamente médicos-,
eso ocurrió en todos los hospitales y clínicas después del golpe de Estado. Por
lo tanto, la documentación y las historias clínicas que se hicieron durante esa
ocupación -sobre todo las fichas que le interesaban especialmente a la
dictadura- nunca pasarían al archivo de la clínica. Si el expediente médico de
Neruda está en alguna parte, será en algún archivo militar, pero no en los
archivos de la Clínica Santa María. Lo lamentable de esto, si la hipótesis del
presunto asesinato de Neruda es correcta, es pensar que el poeta se metió
involuntariamente en la boca del lobo creyendo que ingresaba a una clínica
segura.
MC.-
¿Conoció a las enfermeras del Caso Neruda?
DR.- Recuerdo
que una enfermera me dijo que la habían asignado a la Clínica Santa María desde
el Hospital Militar, y en 1974 la dictadura recompensó sus servicios
“heredándole” el departamento amueblado del doctor Eduardo Paredes –ubicado en
la Torre San Borja, diagonal Paraguay-, el doctor Paredes fue detenido el 11 de
septiembre de 1973 en La Moneda, la viuda del doctor Paredes fue desalojada y
partió al exilio. Nunca olvidé mi conversación con aquella enfermera del
Hospital Militar –todavía conservo las fotografías de la época-, si revisan el
registro público de la propiedad o los domicilios de las enfermeras de la
Clínica Santa María sabrán de quién estoy hablando, por lo menos una enfermera
está ocultando sus vínculos con el Hospital Militar.
MC.- ¿De
quién está hablando?
DR.- Yo te doy
los datos y las fotografías; ustedes tendrán que investigar: ¿qué hacía la
enfermera inmediatamente después del golpe en la Clínica Santa María?, ¿por qué
la trasladaron del Hospital Militar?, ¿quién era su jefe?, ¿quién paga su
jubilación?, resulta imprescindible contar con la lista completa de enfermeras,
médicos, administrativos y auxiliares de limpieza que trabajaron en la Clínica
Santa María en septiembre de 1973.
MC.-
¿Conoció al doctor Sergio Draper?
DR.- No, él
dice que entró a trabajar a la Clínica Santa María el 20 de septiembre de 1973,
Neruda ingresó el 19, ¿raro, no te parece?, Draper dice que dejó a su paciente
encargado al “doctor Price”, pero no “recuerda” el nombre de pila del “doctor
Price”. Insisto: conocí a la enfermera que recibió, como recompensa por sus
servicios, el departamento del doctor Paredes asesinado por la dictadura
después de su detención el 11 de septiembre en La Moneda.
MC.- El
doctor Sergio Draper tiene su consultorio en la Av. Salvador #130 (Piso 3),
Providencia (teléfono: 366 2000). ¿Estaría interesado en hacerle alguna
pregunta?
DR.- No. Le
corresponde a la Policía de Investigaciones aclarar cuál fue el papel de Sergio
Draper en el asesinato del presidente Eduardo Frei Montalva y en el presunto
asesinato de Neruda.
MC.- En
las tres universidades chilenas, de la época, donde se podía estudiar medicina
no existen los registros de ningún “doctor Price”, según la descripción de
Sergio Draper, “Price” podría ser Michael Towley (agente de la CIA). ¿Cómo
ubicar al “doctor” Price?
DR.- Esa
pregunta debe responderla Sergio Draper, el “doctor” Price podría ser un piloto
de apellido compuesto: “Rose-Price”, o un coronel de Carabineros: “Eduardo
Price Quinteros”, no lo sé. Insisto: la Clínica Santa María, como todos los
centros médicos, estaba intervenida por la dictadura, después de leer la descripción
de “Price” y estudiar las raras circunstancias en las que murió Pablo Neruda,
yo no descartaría investigar al doctor Hartmut Hopp (jerarca de la Colonia
Dignidad), sabemos que Hopp había regresado de Estados Unidos, tenía 28 o 29
años y se “movía” sin problemas en el entorno de clínicas, hospitales y
laboratorios universitarios, en su calidad de médico en trámites de
revalidación del título. También tengo mis sospechas en el doctor Manfred
Jurgensen Caesar (colaborador de la Central Nacional de Inteligencia), lo
recuerdo y cuadra perfectamente en la descripción del “doctor Price”, me dolió
verlo en la lista de los médicos al servicio de la dictadura, era un tipo
simpático, pero hemos conocido a peores hipócritas. Ambos doctores –Hopp y
Jurgensen- se parecen al “doctor” Price, ambos trabajaron para la dictadura de
Pinochet.
MC.- El
doctor Sergio Draper declaró a la Revista Ñ que inyectó “dipirona” a Neruda
(06/09/2011); en cambio, Matilde Urrutia dijo al diario La Opinión que la
inyección fue de “dolopirona” (05/05/1974). ¿Qué medicamento produce los
síntomas que aceleraron la muerte de Neruda?, ¿dipirona o dolopirona?
DR.- Yo
sospecho del Nifedipino -que en la época se conocía bajo una sigla del
laboratorio Bayer: “Bay a 1040”-. En muchos lugares del mundo, Chile incluido,
el Nifedipino se inyectaba intraabdominalmente a animales de
experimentación para obtener la información científica previa a su
comercialización (con el nombre de Adalat)
para determinar las dosis no peligrosas utilizables vía oral en pacientes
hipertensos. Es un estupendo medicamento, pero desde entonces se sabía que en
sobredosis mataba. Los estudios -con la substancia inyectable- se
realizaban en laboratorios universitarios, en Chile, si estoy bien informado:
en la Universidad Católica. Si tengo razón en mi sospecha, puedo agregar que
considero un truco que los testigos hablen de una inyección de “Dipirona”;
quizás para argumentar una equivocación, porque el “Bay a 1040” tiene un nombre
químico parecido: Dihidropiridina. Pienso que deberían buscar Nifedipina
(Dihidropiridina) en los restos del poeta que se examinan en Chile y Estados
Unidos, los laboratorios de la Universidad de Carolina del Norte deberían
extender su búsqueda para saber qué le inyectaron a Neruda el 23 de septiembre
de 1973: Dihidropiridina, Dipirona, Dolopirona, u otro componente tóxico. El
enrojecimiento de “la guata” tras la inyección, de lo que se habló, también la
produce el fármaco Dihidropiridina al dilatar los vasos sanguíneos, una
sobredosis pudo matar a Neruda.
MC.-
¿Qué piensa de los primeros exámenes forenses y el reporte de la metástasis del
cáncer de Neruda?
DR.- Neruda
padecía cáncer en la próstata, nadie pone en duda el diagnóstico de ingreso a
la Clínica firmado por el doctor Vargas Salazar; al poeta lo operaron dos veces
en Francia cuando era Embajador y al regresar a Chile recibió 56 sesiones de
radioterapia de cobalto en tres meses (a principios de 1973), a pesar de la
metástasis Neruda podía viajar a México el 24 de septiembre, no había razón alguna
para decir que estaba agónico cuando su esposa lo dejó para ir a buscar varias
cosas a Isla Negra el 23 de septiembre; el exilio a México ya estaba decidido y
organizado. Lo que interesaba a los presuntos asesinos era impedir que Neruda
saliera de Chile, porque tendría consecuencias que los militares querían
evitar. Lo importante es saber, después de comprobar que los restos son
efectivamente de Neruda, es si aún se pueden detectar substancias que
-inyectadas en su abdomen- le provocaron un shock -irreversible, de no ser
tratado de inmediato- como informó El
Mercurio (24 de septiembre de 1973). Mario, tú dices que El Mercurio retomó la
información del boletín de prensa de la Clínica Santa María fechado la noche
del 23, eso tiene sentido, lo raro es que el Certificado de defunción fue
emitido al día siguiente (24), el Certificado está firmado por el doctor Vargas
Salazar, quien no estuvo de turno la noche del 23, la Clínica no emitió el
Certificado de defunción la noche del 23, el Certificado de defunción no
reporta lo mismo que el boletín de prensa de la Clínica Santa María, retomado
por El Mercurio y La Tercera y La Prensa de Santiago.
MC.- ¿Es
necesario comprobar que los restos óseos pertenecen a Neruda?, ¿no es algo
obvio?
DR.- La
determinación del ADN es de suma importancia, los militares pudieron conseguir
un esqueleto con metástasis ósea; no es suficiente identificar los restos
exhumados de Neruda por la ropa, o por el color del féretro.
MC.-
Finalmente, ¿estaría interesado en estudiar los resultados de la exhumación de
Neruda?
DR.- Sí, los
resultados de los exámenes son de interés general, por sus implicaciones
judiciales e históricas; para los médicos los resultados serán materia de
estudio durante años, habrá que esperar un par de meses para que terminen las
pesquisas forenses.
Florilegio : www.antologiapopular1972.cl
Tomado de La Polilla Cubana
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