miércoles, 9 de julio de 2014

La guerra contra el terrorismo fabricado por el FBI

La locura de las operaciones de emboscada del FBI desvirtúa gran parte del trabajo de la agencia

Si has escuchado alguna noticia sobre una conspiración terrorista doméstica en Estados Unidos, es probable que el gobierno federal la haya manipulado de alguna manera.
 
Y lo más seguro es que el gobierno haya manipulado esa consipración no solo para arrestar, procesar y exponer a los que se sospecha que sesn las mentes maestras de esos supuestos planes terroristas, sino también para engañarlos e incitarlos a cometer actos que de otra forma no cometerían.

Esa es la queja que eleva un nuevo informe del Proyecto de Apoyo y Defensa Legal para Musulmanes (SALAM) y de la Coalición Nacional para proteger las Libertades Civiles (NCPCF), el cual contiene un análisis de 178 páginas sobre la extensa lista de terroristas y perpetradores de crímenes relacionados al terrorismo (desde 2001), elaborada por el Buró Federal de Investigación (FBI).

Los autores siguen de cerca 400 casos considerados como “condenas relacionadas al terrorismo” por parte del FBI en la última década. El informe concluye que una abrumadora mayoría de los casos fueron evidentemente emboscadas encubiertas llevadas a cabo por informantes del gobierno o agentes provocadores directamente empleados por el FBI.

FBI agents have used agent provocateurs and informants to nab suspects for terrorism-related charges
Agentes del FBI han usado a agentes provocadores e informantes para atrapar sospechosos por cargos relacionados con el terrorismo. (Wikimedia)

“Solo cuatro de las 399 personas de hecho planearon o intentaron algún acto de violencia en Estados Unidos sin la participación de un provocador del gobierno”, dijo Kathy Manley, directora legal de NCPCF y abogada constitucionalista participante en la conferencia de prensa el mes pasado en Albany, Nueva York.

El informe alega que este método de aplicación de la ley es llamado “procesamiento preventivo”. Esta estrategia implica que los sospechosos son perseguidos no solo bajo la idea de su mérito o su peligrosidad para la seguridad pública, sino porque encajan en una descripción narrativa específica que perpetúa la Guerra contra el Terror.

En un tercio de los casos relacionados al terrorismo durante la última década, los fiscales acusaron a los sospechosos de proveer “material de apoyo” a grupos terroristas cuando esos grupos terroristas ni siquiera existían, o cuando agentes del gobierno deliberadamente engañaron a los sospechosos sobre sus conexiones con organizaciones terroristas.

Cerca de 40% de los casos relacionados con el terrorismo basaron sus condenas en cargos de conspiración, por amistades y asociaciones a ciertos grupos, incluso sin que el grupo haya sido investigado por actividades criminales. 21% de todos los casos fueron operaciones de emboscadas, creadas y llevadas a cabo por las autoridades policiales y judiciales con el propósito de atrapar a los individuos en un acto criminal. El resto de los sospechosos fueron acusados por delitos relacionados a inmigración o a falso testimonio, que las más de las veces resultan de los propios interrogatorios y chequeos de antecedentes llevados por las fuerzas del orden.

Esto se parece a las tácticas usadas por el FBI para procesar a presuntos comunistas en los años posteriores a las Segunda Guerra Mundial, tal como lo reveló el Comité Church, la investigación especial del Senado de Estados Unidos conducida entre 1975 y 1976. El comité puso bajo escrutinio las tácticas ilegales usadas por la policía y las organizaciones de inteligencia del gobierno.

The Terror Factory: Inside the FBI's Manufactured War on Terrorism
El libro de Aaronson explora el uso de operaciones de emboscada y de informantes por parte del FBI para acusar a los sospechosos de terrorismo (Amazon)

Trevor Aaronson, que fue periodista de investigación de la revista Mother Jones y co-director del Centro de Florida para el Periodismo de Investigación, va un paso más allá al exponer las tácticas del FBI para acorralar a los supuestos terroristas. Para su libro, The Terror Factory: Inside the FBI’s Manufactured War on Terrorism (La fábrica del terror: Dentro de la Guerra Manufacturada del FBI contra el terrorismo), Aaronson llenó cientos de solicitudes basadas en la Ley de Libertad de Información para acceder a los archivos de cientos de condenas de terroristas.

“Las personas acusadas de terrorismo estaban involucradas complots fantasiosos para volar estaciones del metro y edificios de oficinas del Centro, pero nunca tuvieron los medios para hacerlo por sí mismos. Nunca tuvieron la posibilidad de adquirir armas, y esas armas fueron provistas por agentes encubiertos o por informantes del FBI que se hacían pasar por miembros de Al-Queada o afiliados a organizaciones terroristas”, dijo Aaronson en CSPAN’s Book TV en 2013.


Uno de estos casos fue descrito con lujo de detalles en un episodio de This American Life (Esta vida americana). La historia fue protagonizada por Craig Monteilh, un criminal convicto reclutado por el FBI como informante para espiar a musulmales en una mosquita local en Orange County, California, en 2006, bajo la llamada “Operación Flex”. Fue instruido para incitar a hombres jóvenes a discutir la jihad y las posibilidades de cometer terrorismo, y eventualmente proveerles de los materiales necesarios para llevar a cabo esos planes.

Afortudamente, los individuos que Monteilh trataba de incriminar lo denunciaron al FBI bajo el temor de que él mismo cometiera los actos de violencia, y Monteilh reveló públicamente que trabajó para el FBI. La exposición de la misión del informante fue usada como base para una demanda contra el FBI, la cual fue desestimada más adelante.

Durante mi tiempo como periodista en Filadelfia, recuerdo haber cubierto un caso parecido.

Manssor Arbabsiar was convicted for terrorism, trapped in a sting operation by the FBI
Manssor Arbabsiar fue condenado por terrorismo, atrapado en una emboscada del FBI. (PBS)

Manssor Arbabsiar, un vendedor de autos usados nativo de Irán, fue deteido por presuntamente intentar asesinar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos. ¿Cuál fue el problema? Que lo lo indujeron engañosamente a participar en el complot por tipos que él pensó eran miembros de una banda mexicana, y que realmente eran informantes del gobierno, abastecidos con fondos, equipo y planificación por el FBI.

Arbabsiar terminó siendo etiquetado como un terrorista en todos los medios nacionales, y asociado automáticamente con guerreros de Afganistán e Iraq. Como parte de mi trabajo, tuve que entrevistar a un experto en contra-terrorismo y antiguo oficial de la administración de Bush, quien se “manifestó a disposición” para la Fox 29 TV, donde yo estaba trabajando. Me dijo que tenía “profundo conocimiento” del caso, aunque los cargos apenas habían sido anunciados.

¿Su conclusión? La inteligencia iraní estaba directamente involucrada en este caso, y era una profunda conspiración. El terrorista estaba empecinado en llevar a cabo un ataque en el país, y tenía que ser detenido. Afortunadamente, el FBI atrapó al sospechoso en el último minuto. Llama la atención, sin embargo, que esta haya sido la misma narrativa usada para condenar a Arbabsiar dos años después. Qué coincidencia.

No cabe duda de que el FBI es una agencia importante dentro del gobierno para la resolución de crímenes. La pregunta que hay que hacerse ahora es cuál es su propósito cuando ellos mismos contribuyen a perpetrar los crímenes que investigan.

 

Traducido por Elisa Vásquez

Tomado de  http://es.panampost.com

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