La locura de las operaciones de emboscada del FBI desvirtúa gran parte del trabajo de la agencia
Y lo más seguro es que el gobierno haya manipulado esa consipración
no solo para arrestar, procesar y exponer a los que se sospecha que sesn
las mentes maestras de esos supuestos planes terroristas, sino también para engañarlos e incitarlos a cometer actos que de otra forma no cometerían.
Esa es la queja que eleva un nuevo informe del Proyecto de Apoyo y Defensa Legal para Musulmanes (SALAM) y de la Coalición Nacional para proteger las Libertades Civiles (NCPCF),
el cual contiene un análisis de 178 páginas sobre la extensa lista de
terroristas y perpetradores de crímenes relacionados al terrorismo
(desde 2001), elaborada por el Buró Federal de Investigación (FBI).
Los autores siguen de cerca 400 casos considerados como “condenas
relacionadas al terrorismo” por parte del FBI en la última década. El
informe concluye que una abrumadora mayoría de los casos fueron
evidentemente emboscadas encubiertas llevadas a cabo por informantes del
gobierno o agentes provocadores directamente empleados por el FBI.
“Solo cuatro de las 399 personas de hecho planearon o intentaron
algún acto de violencia en Estados Unidos sin la participación de un
provocador del gobierno”, dijo Kathy Manley, directora legal de NCPCF y
abogada constitucionalista participante en la conferencia de prensa el mes pasado en Albany, Nueva York.
El informe alega que este método de aplicación de la ley es llamado
“procesamiento preventivo”. Esta estrategia implica que los sospechosos
son perseguidos no solo bajo la idea de su mérito o su peligrosidad para
la seguridad pública, sino porque encajan en una descripción narrativa
específica que perpetúa la Guerra contra el Terror.
En un tercio de los casos relacionados al terrorismo durante la
última década, los fiscales acusaron a los sospechosos de proveer “material de apoyo”
a grupos terroristas cuando esos grupos terroristas ni siquiera
existían, o cuando agentes del gobierno deliberadamente engañaron a los
sospechosos sobre sus conexiones con organizaciones terroristas.
Cerca de 40% de los casos relacionados con el terrorismo basaron sus
condenas en cargos de conspiración, por amistades y asociaciones a
ciertos grupos, incluso sin que el grupo haya sido investigado por
actividades criminales. 21% de todos los casos fueron operaciones de
emboscadas, creadas y llevadas a cabo por las autoridades policiales y
judiciales con el propósito de atrapar a los individuos en un acto
criminal. El resto de los sospechosos fueron acusados por delitos
relacionados a inmigración o a falso testimonio, que las más de las
veces resultan de los propios interrogatorios y chequeos de antecedentes
llevados por las fuerzas del orden.
Esto se parece a las tácticas
usadas por el FBI para procesar a presuntos comunistas en los años
posteriores a las Segunda Guerra Mundial, tal como lo reveló el Comité Church,
la investigación especial del Senado de Estados Unidos conducida entre
1975 y 1976. El comité puso bajo escrutinio las tácticas ilegales usadas
por la policía y las organizaciones de inteligencia del gobierno.
Trevor Aaronson, que fue periodista de investigación de la revista Mother Jones y
co-director del Centro de Florida para el Periodismo de Investigación,
va un paso más allá al exponer las tácticas del FBI para acorralar a los
supuestos terroristas. Para su libro, The Terror Factory: Inside the FBI’s Manufactured War on Terrorism (La fábrica del terror: Dentro de la Guerra Manufacturada del FBI contra el terrorismo), Aaronson llenó cientos de solicitudes basadas en la Ley de Libertad de Información para acceder a los archivos de cientos de condenas de terroristas.
“Las personas acusadas de terrorismo estaban involucradas complots
fantasiosos para volar estaciones del metro y edificios de oficinas del
Centro, pero nunca tuvieron los medios para hacerlo por sí mismos. Nunca
tuvieron la posibilidad de adquirir armas, y esas armas fueron
provistas por agentes encubiertos o por informantes del FBI que se
hacían pasar por miembros de Al-Queada o afiliados a organizaciones
terroristas”, dijo Aaronson en CSPAN’s Book TV en 2013.
Uno de estos casos fue descrito con lujo de detalles en un episodio de This American Life (Esta vida americana).
La historia fue protagonizada por Craig Monteilh, un criminal convicto
reclutado por el FBI como informante para espiar a musulmales en una
mosquita local en Orange County, California, en 2006, bajo la
llamada “Operación Flex”. Fue instruido para incitar a hombres jóvenes a
discutir la jihad y las posibilidades de cometer terrorismo, y
eventualmente proveerles de los materiales necesarios para llevar a cabo
esos planes.
Afortudamente, los individuos que Monteilh trataba de incriminar lo
denunciaron al FBI bajo el temor de que él mismo cometiera los actos de
violencia, y Monteilh reveló públicamente
que trabajó para el FBI. La exposición de la misión del informante fue
usada como base para una demanda contra el FBI, la cual fue desestimada más adelante.
Durante mi tiempo como periodista en Filadelfia, recuerdo haber cubierto un caso parecido.
Manssor Arbabsiar fue condenado por terrorismo, atrapado en una emboscada del FBI. (PBS) |
Manssor Arbabsiar, un vendedor de autos usados nativo de Irán, fue deteido por presuntamente intentar asesinar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos. ¿Cuál fue el problema? Que lo lo indujeron engañosamente a participar en el complot
por tipos que él pensó eran miembros de una banda mexicana, y que
realmente eran informantes del gobierno, abastecidos con fondos, equipo y
planificación por el FBI.
Arbabsiar terminó siendo etiquetado como un terrorista en todos los medios nacionales,
y asociado automáticamente con guerreros de Afganistán e Iraq. Como
parte de mi trabajo, tuve que entrevistar a un experto en
contra-terrorismo y antiguo oficial de la administración de Bush, quien
se “manifestó a disposición” para la Fox 29 TV, donde yo estaba
trabajando. Me dijo que tenía “profundo conocimiento” del caso, aunque
los cargos apenas habían sido anunciados.
¿Su conclusión? La inteligencia iraní estaba directamente involucrada
en este caso, y era una profunda conspiración. El terrorista estaba
empecinado en llevar a cabo un ataque en el país, y tenía que ser
detenido. Afortunadamente, el FBI atrapó al sospechoso en el último
minuto. Llama la atención, sin embargo, que esta haya sido la misma narrativa usada para condenar a Arbabsiar dos años después. Qué coincidencia.
No cabe duda de que el FBI es una agencia importante dentro del
gobierno para la resolución de crímenes. La pregunta que hay que hacerse
ahora es cuál es su propósito cuando ellos mismos contribuyen a
perpetrar los crímenes que investigan.
Traducido por Elisa Vásquez
Tomado de http://es.panampost.com
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