Este artículo de la joven
periodista matancera Yunielis Moliner Isasi muestra claramente el verdadero
papel del periodista dentro de nuestra realidad actual. El periodista tiene el
responsable papel de canalizar las inquietudes de la población sobre la
negligente actuación de muchos funcionarios, cuyo mal desempeño genera
descontento e insatisfacción.
¿Por qué, me pregunto,
cederle un espacio a la crítica mal intencionada de los detractores de nuestra
Revolución, quienes manipulan deliberadamente nuestras realidades? El
periodista revolucionario debe poner el dedo en la llaga sobre los problemas,
hacerlos públicos, arrinconar al responsable de hechos que afectan al pueblo y
generar respuestas de los órganos de la administración.
Los editores deben
desprenderse de ese dañino secretismo con el que pretendemos tapar lo mal hecho
y darle un voto a favor a la impunidad y nos hace cómplices de la indolencia.
Te felicito, Yunielis, por este trabajo.
Espero de las autoridades de Matanzas
una urgente respuesta a estos problemas y que el pueblo -en todas las esferas
de los servicios-, tengan un trato privilegiado y digno como se merece. (Percy
Francisco Alvarado Godoy)
Hace
varias semanas fui al Coppelia, sitio muy visitado por los matanceros.
Después de la archiconocida cola y la sentencia del dependiente de que
eran “solo dos ensaladas por personas”, nos sirvieron un helado que
parecía un durofrío y se alejaba del añorado naranja-piña.
Pensé escribir al respecto, pero uno de mis acompañantes me interpeló
con la siguiente frase: “Para qué vas a decir algo, si todo, al final,
sigue igual”.
Sorprendida, cuestioné lo que me había enseñado la escuela de
Periodismo y la experiencia de muchos de mis compañeros, ganada a lo
largo de los años.
La prensa interpreta y construye la realidad social, informa y educa.
Ella investiga los fenómenos en sus múltiples aristas y los critica
responsablemente. El periodismo recoge (o debe recoger) el sentir del
pueblo y lo convierte a veces en denuncia social.
Los periodistas señalamos los problemas, pero no somos los
encargados de resolverlos. Imposible, no dirigimos ni trabajamos en
gastronomía, acueducto, vivienda o transporte, por citar algunos
ejemplos de sectores sensibles.
Somos aquellos que de manera persistente buscamos la información de
múltiples fuentes, que se abren o se cierran a su conveniencia,
escudándose en frases como “eso no es publicable” o es secreto, y
violando con ello el básico derecho de todos los ciudadanos a estar
informados.
A diferencia de lo que piensan muchas personas, a los reporteros nos
preocupan los problemas y nos duele informar sobre determinada
dificultad y que todo siga igual.
El discurso político de estos tiempos llama a criticar lo mal hecho, a
eliminar el secretismo y a ejercer un periodismo humano, veraz y
eficaz. No es momento de poner trabas, sino de actuar sabiamente y con
respuestas concretas.
El mayor desafío de nuestro periodismo es responder a las demandas de un pueblo instruido y exigente.
Mientras tanto seguiré pensando que SÍ es deber de la prensa criticar
las largas colas, el maltrato a la población y el helado derretido del
Coppelia de Matanzas, como es responsabilidad de su administración
evitar que todo siga igual.
Por Yunielis Moliner Isasi en octubre 24, 2014
Tomado de http://www.radio26.cu
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