El 12 de julio pasado salió en el sitio digital@juventudrebelde.cu un trabajo de la colega Ana María Domínguez Cruz, titulado “Cerrar el círculo a quienes burlan las normas del país”, en que cubre el tema relacionado con la actualización de la política aduanera, fundamentada con la aplicación de nuevas normativas legales, a tenor con la implementación de las resoluciones 206, 207 y 208 de la Aduana General de la República (AGR) y la Resolución 300, del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) entrarán en vigor el próximo 1ro. de septiembre.
La periodista cubrió una
rueda de prensa en que participaron Idalmis Rosales Milanés, vicejefe de la
AGR; Carmen Arias Suárez, jefa de la Aduana de Carga Internacional; Jorge
Jiménez Cabrera, jefe de la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí,
y Yahily García Poma, jefa de Departamento de Política Arancelaria del
Ministerio de Finanzas y Precios, con el objetivo de aclarar estos cambios en
la política aduanal cubana, con vistas a “proteger nuestra economía y estimular
la producción y la compra en el país.”
No voy a detenerme a
detallar cuáles son estas nuevas disposiciones –muchas de las cuales comparto y
otras no hacen más que sembrar en mí serias dudas, no tanto en el por qué de su
aplicación y real utilidad-, sino reflexionar sobre vacíos informativos que dan
pie a la manipulación mediática por parte de nuestros enemigos y a sembrar
dudas genuinas entre nuestra población
Creo sinceramente que la
crítica sana vale por mil verdades y nuestro pueblo ha estado cuestionando con
sinceridad estas medidas, en algunos casos por desconocimiento y otras por
sentir preocupaciones que puedan afectarlo directamente, escogiendo espacios
lógicos para manifestar las mismas a través de la prensa cubana. La raíz de esta reacción radica en que ha
faltado claridad en las explicaciones y poder de convencimiento sobre un asunto
tan neurálgico que afectará a los ciudadanos.
Esta
falta de información digerible no es solo responsabilidad de la Aduana General
de la República, sino también del periodismo cubano, quien debiera investigar y
dar explicación sobre a dónde van a parar realmente estos decomisos y si este
proceso se realiza con total transparencia.
La trasparencia ha sido
siempre divisa de la Revolución y muchas veces la misma se ve cuestionada por
informaciones formales, cargadas de términos incomprensibles, valoraciones
subjetivas, informes de dudosa validez y otros fenómenos que tienden a
confundir.
En resumen, lo cierto es que
se establece una limitación a las cantidades de productos que no sean
contemplados como muestras comerciales. En esto estoy de acuerdo, siempre que
se ataque a quienes lucran con una actividad ilegal dentro del mercado
subterráneo, pero logrando que las tiendas cubanas den respuesta a la demanda
con productos cuyo precio y calidad estén a la altura de la capacidad potencial
de compra de los ciudadanos.
La responsabilidad del
Estado en estudiar aquellas medidas que contribuyan al bienestar de la
población, incluyendo las aduanales, pueda ser cuestionada o no y, siendo el
mismo la representación de la voluntad popular, lo obliga siempre a mantener la
premisa de que la interpretación de las mismas por parte del ciudadano lleven
implícita su total comprensión y aceptación.
Por ello entiendo que estas
medidas sean dirigidas al incremento de la producción nacional y un estímulo a
la venta de las mismas dentro de las tiendas recaudadoras de divisa. Más esto
no es simple, pues se requieren otras condiciones para estimular dicha
producción, sobre todo para los trabajadores por cuenta propia, así como garantizar
la disponibilidad permanente de materia prima como condición garante. La
estimulación a la productividad del trabajo resulta esencial y deben
instrumentarse mecanismos para garantizarla.
Sin embargo, entender que la
protección de nuestra economía sea una de las exclusivas causales de estas
medidas es un error, si no se entiende que la mala gestión de venta de las
cadenas de tiendas, su caída en los niveles de ingresos al país, obedece a
otros factores que no pueden ser enmascarados. El desabastecimiento de
productos, la mala calidad y durabilidad de los mismos, la mala gestión de
compra en el exterior, el incremento de las pérdidas y las mermas, la falta de
exigencia, así como una controvertida política de precios, esconden parte
significativa de este mal mayor.
Uno
de los problemas esenciales es hacer comprender a la población cómo se efectúa
la evaluación aduanera de una importación y cómo se descarta cuando la misma es
con fines comerciales. Esto implica que
para combatir el mercado negro no se afecte al ciudadano común no implicado en
este negocio.
Me preocupa realmente en
caso de muchos ciudadanos que reciben envíos del exterior de forma ocasional y
se vean aquejados por desembolsos que sean superiores a sus posibilidades de
pago. Una gran parte de la población recibe artículos de primera necesidad y
medicamentos por este medio. Ellos, sin duda, y no los quienes lucran, pueden
ser los afectados. Lo que resultaría imperdonable.
Antes
de implementarse estas regulaciones, la AGR debía de haber creado los mecanismos
para combatir el trasiego descarado de mercancías que aún se mantiene,
identificando a los viajeros frecuentes dedicados al abastecimiento de
mercaderías para nutrir el mercado subterráneo. Un adecuado control
computarizado de los viajeros es una condición para ello. ¿Por qué no se ha
logrado hacerlo, me pregunto?
Realmente, el meollo del
asunto no radica en la disminución o no de los productos y cantidades de los
mismos a importar, lo que quedó detallado en la rueda de prensa. El problema
esencial es convencer al afectado.
Mucha ha sido la
manipulación sobre el destino de los productos decomisados en los puntos
aduanales. Con independencia de que en la rueda de prensa se dijo que según el
tipo de mercancía, la Aduana la entrega a las entidades legalmente establecidas
y estas las distribuyen a los organismos correspondientes como el Ministerio de
Salud Pública y el Ministerio de Comercio Interior, creo que resultaría valioso que nuestra prensa escrita y televisiva
informara detalladamente cómo se realiza este proceso. Sería una forma
provechosa de desmontar manipulaciones y despejar dudas entre la población.
Dolorosamente –y tengo experiencia
en este asunto-, no creo que logremos con estas normativas, como precisaron los
subjefes de la Aduana al periódico Granma, un real y efectivo "enfrentamiento
al terrorismo, la actividad subversiva, el tráfico de droga y
contrabando".
En muchas oportunidades
ofrecí conferencias a los grupos de frontera, incluidos trabajadores aduanales,
con la finalidad de enfrentar al terrorismo, el narcotráfico y otras
vulnerabilidades en nuestras fronteras. Desde hace décadas –y lo recuerdo
bien-, ha existido un peligroso mal en cuanto a la integridad de funcionarios
aduanales y de otras organizaciones, quienes se corrompen descaradamente y
llegan, incluso, a dejar pasar paquetes sin ser adecuadamente revisados y cuyo
contenido constituyen un peligro potencial para nuestra seguridad ciudadana.
Esto
se debe hablar sin cortapisas. Es cierto que nuestra AGR y sus trabajadores
merecen, en sentido general, nuestro respeto por su integridad, eficiencia y
honestidad. Sin embargo, existen muchas frutas podridas trabajando en la misma,
que prácticamente hostigan a los viajeros, entorpecen el flujo de entrada en
los aeropuertos y los acosan en busca de “mordidas” en dinero. Esta conducta es
impropia de un funcionario de nuestro estado y causa una desagradable primera
impresión sobre Cuba al visitante.
Reconozco que ha sido una
lucha sin cuartel el enfrentamiento a estas perniciosas conductas, pero el mal
sigue allí, latente, peligroso y amenazante.
La integridad moral de los funcionarios
aduanales y la evitación de corruptelas, las debe asumir la Aduana General de
la República con entera responsabilidad. El
control interno y los procesos de selección de los funcionarios denotan serias
brechas y estas deben ser erradicadas.
¿Cómo podremos realmente
evitar que nos entren explosivos, drogas, propaganda enemiga –encaminadas a
causar daño en la retaguardia y entiéndase por ello a la ciudadanía-, si un
corrupto se hace de vista gorda y no examina los equipajes con diligencia?
Estas
brechas las conoce y las usa el enemigo y el bandido. En
más de una oportunidad he alertado sobre estas corruptelas por diversas vías y
no he visto una respuesta contundente. Casos específicos denunciados han
continuado impunemente con su peligroso trasiego y quienes los apadrinan en los
puestos aduanales de Cienfuegos, Villa Clara y La Habana, siguen en sus puestos.
Hoy por hoy, entran enormes
cantidades de dinero –más allá de lo permitido-, sin ser declaradas y que son
usadas para que testaferros compren propiedades para acaudalados residentes en
el exterior. De esa misma manera, nos entran cantidades no significativas de
droga, abundante propaganda antigubernamental y medios para abastecer a la
contrarrevolución. La brecha la abren los corruptos.
Tengo plena conciencia de
que nuestro gobierno tiene como prioridad primera el bienestar del pueblo,
aunque esta vez sugiero que tales medidas no se adopten solo desde una
apreciación burocrática y sean discutidas con la ciudadanía con total
transparencia. Nuestro pueblo es sabio y entenderá las razones de cualquier
medida, siempre que se les explique con transparencia y persuasión.
Dijo uno de los funcionarios
aduanales: “Trabajamos de manera permanente y con fuerza para evitar
violaciones en los procedimientos y hechos de corrupción en nuestro personal y
sancionar, con medidas severas, a quienes se aparten del actuar profesional y
ético establecido por nuestro órgano de control, así como a quien propicie
estas situaciones. Pero, con certeza, la comisión de estos hechos se evitaría
si todos dominamos el contenido de las normativas y no pretendemos
transgredirlas”. Sepan pues que este honesto esfuerzo no tendrá sentido si no
se erradica el mal desde adentro y no debemos hablar de méritos en este combate
sino de retos. Mucho queda por hacer todavía.
Espero que estas reflexiones
sinceras sean vistas en su honesto sentido y se busquen soluciones a mis
preocupaciones. La Revolución es fuerte y estas cosas nos la dañan.
Confío, reitero, en el poder
de nuestros revolucionarios para enfrentar todo aquello que puede resultar algo
injusto. Confío también en que llegue el momento en que nuestra Aduana deje de
ser vista como culpable de cosas reprochables y que, gracias a su eficacia,
nuestra frontera sea un modelo de imagen positiva de nuestra Patria.
Confío en que nuestra prensa
alcance el rol que realmente debe tener y, como baluarte de la Revolución, sea
un medio de adecuada información sobre aquellos males que nos quedan por
erradicar.
Percy
Francisco Alvarado Godoy.
...Sobre este tema he informado lo suficiente, comparado solo con la 'biblia'... Las fronteras tiene, TIENEN, que ser mas que defendidas... Y algo que reitero aqui, desde aca, desde Miami, estan comprando a media Cuba con dinero de las drogas y otros negocios turbios... mas lo que se roban los 'mulas', del que mi familia ha sido victim... Y lo que escribo aqui, hasta lo he publicado... Gracias Percy, y tienes razon... Aprienten, que se les va de las manos mas de 50 anos de sacrificio y de logros no alcanzado por la mayoria de los paises... Marcos Jesus... ArgosIs-Internacional...
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