Thierry Meyssan |
En 2010, Francia decidió retomar su política colonialista. Esa
decisión la llevó a cambiar el régimen en Costa de Marfil, en Libia y,
posteriormente, a tratar de hacer lo mismo en Siria. Ante el fracaso de la
tercera operación, París está viéndose arrastrado en Siria por los hechos que
anteriormente provocó por voluntad propia. Después de haber armado, entrenado y
dirigido grupos terroristas en Siria, los servicios de inteligencia de Francia
asestan un golpe en pleno corazón de la capital
libanesa.
En una mesa
redonda realizada en Ankara, el almirante James Winnefeld, vicepresidente del
Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas estadounidenses, confirmó que
Washington revelará sus intenciones con respecto a Siria únicamente después de
la elección presidencial del próximo 6 de noviembre. El almirante dejó entender
claramente a sus interlocutores turcos que ya se negoció con Moscú un plan de
paz, que Bachar al-Assad se mantendrá en el poder y que el Consejo de Seguridad
de la ONU no autorizará la creación de zonas-tapón. Por su parte, el secretario
general adjunto de la ONU a cargo de las operaciones de paz, Hervé Ladsous,
confirmó que está estudiando el posible despliegue de cascos azules en
Siria.
Todos los
actores de la región están preparándose por lo tanto para un cese del fuego
impuesto por una fuerza de la ONU conformada con tropas de la Organización del
Tratado de Seguridad Colectiva (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán,
Rusia y Tayikistán). Eso significa concretamente que Estados Unidos prosigue su
retirada de la región, retirada que comenzó por Irak, y que Washington acepta
compartir con Moscú su influencia en el Medio
Oriente.
Simultáneamente, el New York Times reveló que se
reactivarán las negociaciones directas entre Washington y Teherán, precisamente
en momentos en que Estados Unidos se dedica a sabotear la moneda iraní. Dicho
por lo claro, al cabo de 33 años de containement, Washington admite
que Teherán es una potencia regional con la que no queda más remedio que
sentarse a conversar, lo cual no le impide seguir tratando de sabotear la
economía iraní.
Esta nueva
repartición de las cartas del juego va en detrimento de Arabia Saudita, Francia,
Israel, Qatar y Turquía, países que apostaron a fondo por el cambio de régimen
en Damasco. Esta heteróclita coalición se divide ahora entre los que reclaman un
“premio de consolación” y los que tratan de sabotear el proceso que se ha puesto
en marcha.
Ya en este
momento, Ankara ha cambiado de tono. El primer ministro turco Recep Tayyip
Erdogan, que antes decía estar dispuesto a llegar hasta las últimas
consecuencias, ahora trata de reconciliarse con Teherán y con Moscú. El mismo
Erdogan que hace tan solo unos días insultó a los iraníes y ordenó maltratar a
los diplomáticos rusos en su país, ahora se deshace en sonrisas. Aprovechó la
Cumbre de la Organización de Cooperación Económica celebrada en Bakú para
entrevistarse con el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Y le propuso la
creación de un complicado dispositivo de discusión sobre la crisis siria, lo
cual permitiría a Turquía y a Arabia Saudita no quedarse “a pie”. Para no
humillar a los perdedores, el presidente de Irán se mostró abierto a esa
iniciativa.
Qatar,
mientras tanto, ya está en busca de nuevos espacios para sus ambiciones. El emir
Hamad se fue a Gaza a posar como protector del Hamas. No le desagradaría que el
rey de Jordania fuese derrocado y que el reino hachemita se transformase en una
república palestina, cuyo gobierno podría poner entre las manos de sus
protegidos de la Hermandad Musulmana.
Quedan Israel
y Francia, que han formado un frente de rechazo. La nueva configuración del
juego regional garantizaría la protección del Estado israelí, pero pondría fin a
su particular estatus en la escena internacional y arruinaría sus sueños
expansionistas. Tel Aviv caería entonces al rango de potencia secundaria. En
cuanto a Francia, esta perdería su influencia en la región, incluyendo el
Líbano. Es en ese contexto que los servicios secretos de Francia e Israel
concibieron una operación destinada a hacer fracasar el acuerdo entre Estados
Unidos, Rusia e Irán. Y aunque la operación misma no arrojara el resultado
deseado, al menos permitiría de todas maneras borrar las pruebas de la
injerencia en la crisis siria.
Francia hizo
correr primeramente el rumor de que el presidente sirio Bachar al-Assad había
ordenado al Hezbollah proceder al asesinato de 5 personalidades libanesas: el
jefe de las Fuerzas de Seguridad Interna (FSI), el director de las fuerzas del
ministerio del Interior, el gran muftí, el patriarca maronita y el ex primer
ministro Fouad Siniora. París sacrificó después a Michel Samaha –quien, después
de servirle de agente de enlace con los servicios de inteligencia sirios, había
caído en desgracia en Damasco perdiendo así su utilidad para los franceses. Este
brillante y versátil político cayó en la trampa tendida por el general Wissam
el-Hassan –jefe de las FSI y además agente de enlace con los salafistas. Para
terminar, París sacrificó al propio general Wissam el-Hassan que, además de
pasar a ser una pieza inútil en caso de restablecimiento de la paz en Siria, se había convertido en un peligro
porque sabía demasiado. Se concretó así el rumor que los mismos franceses habían
echado a rodar: fue asesinado el primero de la lista y una personalidad
considerada prosiria ha sido arrestada y acusada de preparar un atentado contra
otro de los personajes que figuran en la misma
lista.
Como en
Estados Unidos, donde Robert Gates –nombrado secretario de Defensa por George W,
Bush– garantizó la continuidad política manteniéndose en el cargo bajo la
administración Obama, en Francia el general Benoit Puga también se mantiene en
el cargo, lo mismo a la sombra de Sarkozy que bajo la del presidente Hollande.
Toda esta
maquinación gira alrededor del general francés Benoit Puga. Este ex comandante
de las Operaciones Especiales y director de la Inteligencia Militar francesa fue
jefe del estado mayor particular del ex presidente Nicolas Sarkozy y el nuevo
presidente francés, Francois Hollande, lo ha mantenido en ese cargo. Dando
muestra de un apoyo incondicional a la colonia judía de Palestina [1] y de las relaciones
privilegiadas que mantiene con los neoconservadores estadounidenses, el general
Benoit Puga reactivó la política colonial de Francia en Costa de Marfil, Libia y
Siria. Fue el agente encargado de atender, simultáneamente, a Michel Samaha y a
Wissam el-Hassan. Y es actualmente el hombre fuerte de París. En lo que
constituye una violación de la institucionalidad democrática, el general Puga
gobierna en solitario la política de Francia en el Medio Oriente, a pesar de que
esa atribución no forma parte de sus funciones
oficiales.
Imagen de
desolación en Beirut durante el atentado perpetrado en el barrio cristiano de
Achrafieh. Después de identificarlo mediante sus efectos personales, las
autoridades anunciaron la muerte del general Wissan el-Hassan. Ningún examen
médico legal ha permitido determinar, sin embargo, si la víctima se hallaba
efectivamente en su automóvil. Supuestamente, el general libanés acababa de
regresar ese mismo día de París, donde se reunió con el general Benoit Puga,
pero las autoridades a cargo del control de las fronteras no tienen constancia
de su llegada al Líbano.
O conflito militar na
Síria, que começou em Março de 2011 e já causou a morte de milhares de pessoas,
está constantemente a apresentar novos elementos, que estão ligados à
intervenção estrangeira nos assuntos internos da Síria e ao conflito de
potências imperialistas, regionais e globais, sob as condições da crise
capitalista global. Depois dos três vetos nos últimos meses da Rússia e da China
no Conselho de Segurança, que deste modo impediram a “legitimação” internacional
da intervenção militar estrangeira para o derrube do regime de Assad, assistimos
ao reforço da operação dos EUA, da NATO, da Liga Árabe, da França, assim como
dos “atores regionais”, em especial da Turquia, do Qatar e da Arábia Saudita, no
que se refere ao armamento e ao apoio mais geral das forças armadas
anti-regime.
por Thierry Meyssan*
Red Voltaire | Beirut (Líbano) | 28 de octubre de 2012
*Thierry Meyssan: Intelectual francês, presidente fundador da
Rede Voltaire e da conferência Axis for
Peace. Publica análises de política
estrangeira na imprensa árabe, latino-americana e russa. Último livro publicado:
L’Effroyable
imposture : Tome 2, Manipulations et désinformations (éd. JP Bertand, 2007).
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