RoboBee es un robot volador de 80 miligramos de peso y 3 centímetros de envergadura que aletea como insecto.
La ciencia ficción ha imaginado este tipo
de dispositivos desde hace décadas. Robots minúsculos que se confunden
con cualquier insecto y que pasan desapercibidos como los mejores espías
en situaciones de riesgo. Recientemente, esos insectos robóticos
dejaron de ser exclusivos del terreno de la fantasía.
El hito lo consiguió Kevin Ma, estudiante
en Harvard, se basó precisamente en insectos para diseñar el aparato,
el cual posee dos alas de fibra de carbono y una película de polímero
con movimiento independiente que pueden aletear 120 veces por segundo,
de forma que RoboBee puede despegar y flotar de la misma forma que lo
hace una abeja real.
Actualmente, RoboBee depende de un cable
que lo alimenta de energía y le entrega las instrucciones desde una
computadora. Además, el control de vuelo se consigue gracias a un
conjunto de cámaras externas que analizan su posición y permiten darle
dirección al robot. De acuerdo a lo publicado por Science, el objetivo
es incluir todos los sensores necesarios y batería suficiente para que
futuras generaciones de RoboBee puedan volar sin necesidad de cables.
Los beneficios que se pueden obtener de
este tipo de robots superan el espionaje de las películas. Una abeja
robótica podría utilizarse para recorrer zonas de desastre -un
terremoto, por ejemplo-, sin que altere el entorno con su peso, además
de que podría introducirse en espacios muy pequeños con gran facilidad.
Kevin Ma espera conseguir la autonomía
completa de RoboBee antes de su graduación en Harvard dentro de 2 años.
Tal vez no lo veremos para entonces en una tienda, pero, de funcionar,
podríamos verlos actuando en beneficio de investigaciones de todo tipo.
Tomado de http://techandbits.esmas.com
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