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En el cuarto aniversario de su muerte.
Los expedientes que describen la
persecución política contra Juan Mari Brás son voluminosos. En total, se
entregaron 81 carpetas, 44 de la Policía de Puerto Rico y 37 de las
agencias. El total de páginas de esas 81 carpetas es de 19, 232.
El primer informe que escribe la Policía
de Puerto Rico sobre Juan Mari Brás se registra en diciembre de 1947, en
momentos en que se desarrollaba una huelga estudiantil en la
Universidad de Puerto Rico. Mari Brás ya había sido expulsado de la
Universidad y así lo hace constar la primera hoja de sus carpetas. Ya
para entonces la práctica de confeccionar carpetas sobre las actividades
cotidianas de líderes y militantes independentistas se había ensayado
con éxito contra el Partido Nacionalista. La práctica que había sido
diseñada y elaborada por el Negociado de Investigaciones Federales (FBI)
era, junto con las carpetas elaboradas por el propio FBI, parte de un
engranaje de represión política extenso y selectivamente intenso.
Aunque no existe evidencia, es muy
posible que desde mucho antes ya Mari Brás fuese vigilado, debido a la
actividad política de su padre, Santiago Mari Ramos, quien era un
destacado dirigente independentista en Mayagüez. Esta primera hoja de
las carpetas es suscrita por un sargento de la Policía de la región de
Arecibo. El segundo informe, fechado un mes después, el 14 de febrero de
1948, indica que el oficial superior, Astol Calero, mediante un
memorando, había dado las instrucciones que daban comienzo a esta nueva
modalidad de persecución. No es infrecuente al examinar las carpetas,
observar que las mismas se iniciaban muy temprano en la vida de jóvenes
de familias independentistas.
El 20 de diciembre de 1985, exactamente
38 años después de que se produjera el primer informe, se registra la
última entrada en las carpetas y que fueron entregadas a Mari Brás como
parte de la litigación de derechos humanos instada por abogados de la
talla del fenecido Juan Santiago Nieves, y José Juan Nazario. Todo ello
bajo el liderato del entonces líder independentista y “legislador del
pueblo” David Noriega.
Ese día, 20 de diciembre de 1985, se
incluyó en el expediente de Mari Brás un artículo sobre las causas de la
criminalidad, escrito en un periódico de San Juan. Pero el último
informe confeccionado por un agente se produjo el 22 de noviembre de
1985 y reseña el sepelio de Santiago Mari Ramos, padre del dirigente
independentista, y provee una lista parcial de los asistentes. De las
carpetas impresiona, en este sentido, la cantidad de detalles que se
vierten en las mismas. Son relatos particularizados que muestran un
seguimiento intenso y cotidiano. Fueron cientos de agentes encubiertos y
en las oficinas asignados primordialmente a una labor de inteligencia
política muy particular y destructiva.
En total, las carpetas entregadas por la
Policía como parte de los trámites del caso Noriega vs. Gobernador, 122
D.P.R. 650 (1988), confeccionadas por la División de Inteligencia de la
Policía de Puerto Rico contienen 14,491 páginas. Nunca sabremos a
ciencia cierta, sin embargo, cuántos documentos fueron extraídos de las
carpetas de Juan Mari Brás antes de que los tribunales ordenaran su
entrega. El hecho de que no apareciera folio alguno relacionado con su
hijo Santiago Mari Pesquera, asesinado en circunstancias altamente
sospechosas, hacen dudar sobre la integridad de los expedientes
entregados.
En su inmensa mayoría, el contenido de
las carpetas gira alrededor de las actividades públicas de Mari Brás.
Reuniones y mítines, principalmente en lugares donde opera algún agente
encubierto, componen la mayor parte de los folios. Las carpetas son, en
un giro paradójico, un testimonio histórico del día a día de una persona
que convirtió la lucha por la independencia en el eje fundamental y
ético de su vida. Folio tras folio lo vemos reunido con el liderato del
Movimiento Pro Independencia (MPI) y luego del Partido Socialista
Puertorriqueño (PSP), ofreciendo charlas y mítines, escribiendo columnas
de periódico, dictando conferencias en escuelas o universidades o
viajando al extranjero en funciones diplomáticas. También se encuentran
entrevistas a vecinos, actualización de direcciones residenciales y de
trabajo, registros de viajes fuera de Puerto Rico y nombres de personas
que lo acompañan en distintas actividades.
Las carpetas, de este modo, y tomando
todas las precauciones debidas, se convierten en una fuente documental
valiosa para rescatar elementos importantes de la historia contemporánea
del movimiento independentista. Desde luego, ello si el investigador es
consciente de la necesidad de separar “el grano de la paja” y logra
detectar cuando los informes incluyen información falsa, difamatoria y
conducente a justificar la vigilancia extrema. Ese examen riguroso lo
han comenzado a realizar historiadores serios como el amigo Ramón Bosque
Pérez con quien hemos tenido el privilegio de colaborar en el pasado.
En algunos casos, se observan varios
registros sobre una misma actividad, producto de los informes de
distintos agentes que coincidieron en el lugar.
Abundan las listas de
personas. Largas listas tanto de líderes como de militantes y
simpatizantes de organizaciones tan variadas como el Movimiento Pro
Independencia (MPI), el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el
Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), la Federación de
Universitarios Pro Independencia (FUPI), la Juventud Independentista del
PIP, de sindicalistas, feministas, ambientalistas y otros activistas de
diverso tipo.
Los folios examinados también están
repletos de observaciones insustanciales, como la que reporta que un
independentista portaba una bandera de Puerto Rico en la celebración del
Grito de Lares. Ilustran, a su vez, cierta burocratización de la
represión institucional. En folio tras folio se puede captar cómo la
vida cotidiana de cientos de agentes de la Policía transcurría en la
repetición continua de actos de seguimiento. Ello nos puede llevar a
subestimar su peligrosidad: las carpetas sirvieron para diversas formas
de exclusión social, principalmente, en el mundo del trabajo por medio
de la técnica de excluir candidatos a puestos de trabajo en el sector
público y privado si aparecían “fichados” o “encarpetados”. Podían ser
utilizadas como parte de programas de detención preventiva concebidos
inicialmente por el propio FBI (Bosque Pérez, 1997).
La información contenida en las carpetas
es obtenida, principalmente, de tres fuentes: la observación de policías
asignados a vigilar determinada actividad, la que ofrecían agentes
encubiertos desde el interior de las organizaciones independentistas, y
la que es resultado de entrevistas a personas que podrían aportar alguna
información de interés. Era práctica usual de los agentes visitar los
vecindarios de los independentistas e inquirir sobre la vida personal de
los militantes utilizando una variedad de tretas, algunas muy dañinas a
la reputación política y personal de los investigados. En los manuales
de adiestramientos de la Policía se daban instrucciones precisas sobre
cómo actuar en estos casos para evitar ser detectados al momento de
violentar derechos civiles de expresión, asociación e intimidad (Bosque
Pérez, Colón Morera, 1997).
En las carpetas examinadas, no hay
registro alguno de actividades ilegales cometidas por Mari Brás, más
allá de los actos de resistencia civil o de desafío consciente de leyes,
como la de utilizar altoparlantes y pasquinar el día de las elecciones.
La criminalización contenida en los documentos contenidos en las
carpetas, de este modo, es puramente ideológica. Lo que se contiene en
estas carpetas es la persecución de las ideas de un líder político que
decidió serle fiel a una forma de hacer política que era radical tanto
en su contenido como en su forma.
Del examen de los archivos entregados por
la Policía que hemos podido examinar no surge que la Policía haya
logrado penetrar el círculo político íntimo del dirigente
independentista, como tampoco los cuerpos de dirección de las
agrupaciones que lideró Mari Brás. De otras fuentes ha surgido
evidencia, sin embargo, de que sí se logró acceso a personas cercanas.
Claro está, ello es una observación preliminar que tiene que ser
constatada contra otras fuentes de las carpetas federales e
indaga-ciones más precisas que sería necesario acometer.
Las carpetas federales
Las carpetas confeccionadas por agencias
federales contra Juan Mari Brás son más interesantes y reveladoras. Bajo
el Freedom of Information Act el dirigente independentista reclama la
información que de él recopilaron diversas agencias federales. De esta
manera logra obtener 3,971 páginas de información, principalmente del
Federal Bureau (FBI), de Servicios Secretos y de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA).
El primer informe de las agencias
federales es del 5 de enero de 1951 y es escrito por un agente de la
Oficina del FBI en Washington. Para esa fecha, Mari Brás cursa estudios
en la capital estadounidense. Ese primer informe, aunque tiene borrada
la mayor parte de la información, trata de crear un perfil del
estudiante de Derecho. La razón para crear un expediente está contenida
en el informe: su fuerte sentimiento hacia la lucha de independencia. Es
importante recordar que, distinto al caso de las carpetas de la Policía
y el Negociado de Investigaciones Especiales del Departamento de
Justicia de Puerto Rico, la práctica de confeccionar las carpetas
federales no fue objeto de una declaración de inconstitucionalidad ni de
una admisión alguna de ilegalidad por parte de las agencias federales
involucradas.
Hasta 1959 el FBI vigila esporádicamente a
Mari Brás y se limita a registrar algunos de sus pronunciamientos
públicos. La razón para espiar, según dice el apartado de Asunto en los
memorandos, es que forman parte de grupos que buscan la independencia.
Muchos de los informes van dirigidos a crear un perfil personal y
político de la persona y a hacer una radiografía de las organizaciones
independentistas de la época. Ello es consistente con la política
general del FBI adoptada por medio de la política del programa Counter
Intelligence Program (COINTELPRO) dirigida a la destrucción del
movimiento independentista. Esos memorandos aconsejan explorar asuntos
personales del liderato político independentista para causar el mayor
daño político posible.
Existe la creencia generalizada que
sostiene que las agencias federales son infalibles, pero las carpetas
evidencian lo contrario. En los perfiles personales, Mari Brás es
descrito de forma distinta. En algunos tiene los ojos azules, en otros
marrón; mide 5.7 pies de estatura en unos, en otros 5.10. Un informe de
1961 dice que tiene dos hijos, cuando para esa fecha tenía tres.
Sorprendente aún más que la Agencia Central de Inteligencia(CIA) lo
siguiera por distintos países de Europa, cuando la realidad fue que el
viajero era otra persona.
La carpeta de Juan Mari Brás ofrece
evidencia del giro que se produce en la década de los sesentas de la
puesta en práctica, nuevamente, de una forma de inteligencia política
agresiva. En 1961, la labor de obtener información se transforma a una
de actividades dirigidas a destruir los grupos independentistas e
interrumpir las posibilidades de unión entre ellos.
El gobierno estadounidense entiende que
el asunto de la independencia tiene una importancia particular y, por
tanto, debe actuar con habilidad y cuidado. Después del triunfo de la
Revolución Cubana, en enero de 1959, las agencias federales diseñan un
operativo gigantesco llamado COINTELPRO, que tiene el propósito, según
ellos, de detener el avance del comunismo. Los movimientos
independentistas de la Isla son incluidos en ese programa de
contrainteligencia, a pesar de que la mayoría de ellos no eran
comunistas. A la FUPI, le asignan una atención especial, porque dicen
que los estudiantes han tenido un lugar prominente en las revoluciones
del mundo (VER III).
En Puerto Rico es el FBI la agencia que
tiene a su cargo dirigir el operativo COINTELPRO, pero otras ramas
militares también participaron en la campaña contra el independentismo.
Los operativos del FBI son compartidos con la Oficina Especial de
Investigaciones de la Fuerza Aérea, con el Departamento de Inteligencia
del Ejército (Army), con la Inteligencia Naval y con el Pentágono.
Las agencias federales de espionaje
designan a los independentistas como enemigos de Estados Unidos, a
quienes hay que destruir y evitar que desarrollen alianzas entre sí. Les
interesa su participación en eventos electorales. A esos efectos,
siguen de cerca la campaña de boicot que promueve el MPI en los comicios
de 1960. También vigilan las actividades en las elecciones de 1964 y en
el plebiscito de estatus de 1967. En estos tres casos no se limitan a
observar. Crean grupos ficticios, escriben comunicados de prensa a
nombre de organizaciones que no existen, preparan caricaturas con el fin
de enemistar a dirigentes independentistas y de dividir las
organizaciones patrióticas. La oficina del FBI de Puerto Rico consulta
constantemente con Washington el contenido de los boletines y
caricaturas y es allá donde se emite la aprobación. Todo ello en
contravención directa al principio de autodeterminación política que
consagra la normativa de los derechos humanos y de la cual el gobierno
de Estados Unidos se percibe exenta.
También utilizan la prensa de Puerto Rico
para su campaña antiindependentista. Llegan, incluso, a escribir el
Editorial del periódico El Mundo, y tienen allí al columnista Miguel A.
Santín, a quien ellos llaman un cercano colaborador. En distintos
escritos Santín reproduce las mentiras que se generan en la oficina del
FBI de San Juan. De este modo, el principio básico de la autonomía
-propia de una democracia vibrante- en donde la prensa es un contrapeso
esencial al poder opresivo del gobierno se convierte en mueca. La
manipulación de la información, que luego se haría omnipresente y
sofisticada, mostraba así su rostro escondido detrás de una pantalla de
un periodista “legítimo”.
Otra área de preocupación para las
agencias federales son los puertorriqueños que viven en Estados Unidos.
Los viajes de los dirigentes del MPI son observados cuidadosamente.
Además, desarrollan una operación para dividir al Partido Nacionalista
en Nueva York.
En ocasiones, el mismo director del FBI,
el notorio J. Edgar Hoover, es quien da instrucciones sobre la
persecución a los independentistas y, específicamente, a Mari Brás. Es
de notar el interés que pone la agencia federal a un viaje que efectúa
el dirigente independentista a Venezuela, Brasil y Chile para recabar
solidaridad. De acuerdo a las carpetas de Mari Brás, la propia CIA
participa activamente en el seguimiento en esos países.
Comentario final
Juan Mari Brás realizó una contribución
fundamental a la historia de Puerto Rico. No hay lucha de derechos
humanos en el siglo XX y comienzos del XXI en la que la acción de este
líder independentista no estuviera presente ya fuera en el ámbito
cultural, universitario, periodístico, de justicia social, de litigación
de libertades de expresión, de luchas sociales por una vivienda digna,
contra la contaminación y por la justicia ambiental, en la labor del
valor de la historia de Puerto Rico; en la diplomacia a favor de la
autodeterminación política en la Organización de Naciones Unidas.
Paradójicamente, sus carpetas sirven para documentar una vida dedicada a
valores, a principios, a una actitud hacia la vida y hacia los retos
que sólo podemos ignorar a nuestro propio riesgo. Rescatar la memoria,
de este modo, se convierte en un acto a la vez íntimo y colectivo de
descolonización personal y horizontal.
Terminamos esta breve reflexión con unos
versos del poeta cubano Rubén Martínez Villena que encierran, en
expresión artística, la búsqueda inquieta de luchadores que dieron lo
mejor de sí por adelantar, en su paso por la vida, una agenda
transformadora y que dedicaron cada minuto de sus vidas a ese empeño:
¡Oh mi ensueño, mi ensueño! Vanamente me exaltas:
¡Oh mi inútil empeño por subir donde subes!...
¡Estas alas tan cortas y esas nubes tan altas!...
¡Y estas alas queriendo conquistar esas nubes!...
Juan Mari Brás siempre supo que las nubes
de la independencia por la que vivió estaban muy, muy altas. Pero no
hubo un solo día que no estuviera intentando acercarse a ellas. Subir
más alto. Por ese testimonio de lucha se merece nuestro respeto, nuestra
admiración y el empeño de que esta historia de perseverancia y
sacrificio se conozca y enriquezca el camino de las próximas
generaciones.
Por Javier Colón Morera *
* El autor es abogado, y profesor en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Conferencia
dictada el lunes 2 de diciembre de 2013 en ocasión de la celebración
del nacimiento de Juan Mari Brás el 2 de diciembre de 1927.
Fuente:
Claridad
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