A última hora del viernes, y con el mercado a pocas horas del cierre,
estalló el escándalo en Wall Street: Goldman Sachs y JPMorgan sospechan
que la agencia de noticias Bloomberg les espía. Por ahora son solo
quejas más o menos formales, pero el caso podría llegar a altas esferas.
En concreto, temen que los periodistas de este medio hayan usado
información privada de los terminales que la propia Bloomberg vende a
sus 300.000 abonados de todo el mundo, entre los que hay infinidad de
bancos o inversores. Es lo que, en el argot financiero, se conoce como
“la pantalla de Bloomberg”: es una poderosa herramienta que permite
consultar datos del mercado a tiempo real, noticias, cotizaciones o
enviar mensajes a otros usuarios, entre muchísimas más opciones.
Al parecer, los periodistas de la agencia pueden seguir todos los
movimientos de esos clientes que compran los terminales, que funcionan
con contraseña personal. Así, pueden ver cuándo se conectan o
desconectan, con qué frecuencia miran una información o, entre muchas
más cosas, qué funciones de búsqueda emplean.
Así presuntamente habrían “secuestrado” determinada información de
los bancos y valiosos datos que les podrían haber
servido como pistas imprescindibles para elaborar sus noticias. Esa
información, según las denuncias de Wall Street, podría incluso ser la
fuente anónima de las noticias sobre Goldman y el maná con el que
Bloomberg reventó la exclusiva de la Ballena de Londres, el gestor cuyas
arriesgadas apuestas costaron 6.200 millones de dólares a JPMorgan. Fue
también la primera agencia que dio el nombre de ese famoso gestor,
Bruno Iksil.
Bloomberg niega las acusaciones, pero ha bloqueado el acceso de los
periodistas a los datos de JPMorgan y Goldman Sachs. El problema es que
el escándalo ya podría haber dañado la imagen de la agencia, pues, sea
cierto o no, la noticia ha destapado que los periodistas pueden ver
cuándo los clientes entran y salen del sistema y qué funciones emplean,
algo que muchos no sabían.
De hecho, el caso ha sido destapado porque New York Post informó de
que Goldman se quejó formalmente de que reporteros de Bloomberg se
acercaron a ejecutivos a preguntar por determinados socios que hacía
tiempo que no habían iniciado su sesión en el terminal. Poco después,
personas cercanas a JPMorgan transmitieron a Financial Times
preocupaciones similares.
Esto podría ser un duro golpe para Bloomberg, pues las pantallas, que
cuestan unos 20.000 dólares al año, son la principal fuente de ingresos
de la firma. Es también una importante fuente de información de las
personas más influyentes del mundo de las finanzas. Banqueros,
funcionarios del Tesoro y grandes fondos de inversión tienen acceso a un
terminal, por el que se intercambian cerca de 200 millones de mensajes
diarios.
Tomado de http://www.expansion.com
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