Un anuncio convocando a la captura de una mujer negra
calificada como “terrorista” fue colocado a inicios de mayo por el Buró Federal
de Investigaciones de Estados Unidos en el sitio de INTERNET que habitualmente
dedica esa entidad a exponer sus puntos de vistas sobre casos de terrorismo.
El texto decía: “Se busca a la terrorista Joaenne
Chesimard (Conocida también como Assata Shakur) por la muerte de un Oficial de
policía” y estaba firmado por WWW.FBI. GOV 937
792.3000. Se incluía la foto de una joven mujer negra sonriente.
Poco antes, el FBI había dado a conocer en vallas
expuestas en Nueva Jersey, que se había duplicado la recompensa por colaborar a
la captura de esa persona, dos millones de dólares.
Quien careciera de antecedentes del asunto podría suponer
que la perseguida era una peligrosa criminal oculta en cualquier oscuro rincón
de Nueva Jersey, dispuesta a saltar sobre su próxima víctima.
Pero en verdad no había motivo alguno para la paranoia.
La “terrorista” objeto de la persecución era una ex militante del Partido de
los Panteras Negras por la Autodefensa que hace 40 años fue acusada, juzgada y
condenada, en manipulado proceso, por matar a un agente de policía en
circunstancias que denotan la indefensión a que estaba sometida la población
negra en EE.UU.
Nacida en New York en 1947, Assata Shakur era, en la
década de los años 1960, una joven activista militante en movimientos que
luchaban por la autodeterminación de la población negra, abogaban por los
derechos de los estudiantes y pedían el fin de la guerra contra Vietnam. Se
había unido, en 1970, al Partido de los Panteras Negras, entonces la
organización más perseguida por el FBI, de la que se convirtió en su dirigente
principal en el barrio de Harlem y asumió la coordinación de su programa de desayuno
escolar.
El incidente que sirvió de base para las acusaciones
policiales dejó dos muertos (un agente de policía y un activista negro) y dos
heridos (un activista que actualmente cumple condena perpetua y la propia
activista Assata Shakur).
Comenzó cuando el automóvil donde viajaban los activistas
fue detenido “por tener un farol trasero defectuoso” y un agente de la
autoridad actuante, al notar que se trataba de tres negros, extrajo violento su
arma e inició la trifulca que terminó con el saldo antes señalado.
Durante más de dos años de actuaciones policiales y
judiciales, en medio del un clima de odio, prejuicios y racismo que obligó
incluso al cambio de sede del tribunal por las dificultades para integrar un
jurado dispuesto a aceptar su responsabilidad de imparcialidad y garantizar la
protección de los reos, Assata Shakur permaneció en prisión siendo procesada en
ese tiempo por otros seis falsos cargos que incluían asesinato, intento de
asesinato, asalto armado, robo de banco y secuestro. De tres de estas
imputaciones fue absuelta y de otras tres fueron retirados los cargos, lo que
sirvió para confirmar que formaban parte de una persecución política para
desacreditar a la acusada, cuya absolución reclamaban varias organizaciones
sociales y profesionales.
En 1977, el juicio se reinició en el mismo Condado cuyo
jurado había sido impugnado antes sin que hubieran cambiado las
condiciones y circunstancias. Formaban
el nuevo jurado cinco personas blancas, todas emparentadas o amigas cercanas de
funcionarios u oficiales de gobierno estadual.
Fue condenada a cadena perpetua más 33 años de privación
de libertad.
En 1979, logró evadirse de la prisión de máxima seguridad
de Hunterdon County, y vivió escondida hasta 1984, cuando escapó hacia Cuba
donde, acogida a asilo político, vive actualmente.
Lo sospechoso y sorprendente de la actual situación es
que a 35 años de haberle sido impuesta a esta mujer –que tenía entonces 30
años- una condena injusta por crímenes muy graves, se revise la calificación de
éstos para hacer de la reo, cuando ya ha cumplido 65 años, la primera mujer
terrorista en la lista de los más buscados por el FBI.
Los motivos para esta insólita situación pudieran ser
muchos, mas el hecho de que ello suceda justamente cuando el gobierno de los
Estados Unidos, particularmente su Secretario de Estado, estaba llamado a
pronunciarse acerca de la exclusión o no de Cuba de la lista de países
patrocinadores de terrorismo, obliga a buscar la explicación en esa dirección.
Sin embargo, muchos en Estados Unidos temen que ello
destape más de una caja de Pandora con repercusiones en otros terrenos más
complejos aún para Washington, tales como la historia del problema racial y su
actualidad, con Obama en la presidencia.
Por Manuel E. Yepe
Mayo de 2013.
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