Varios medios de comunicación de alcance global se han hecho eco en
los últimos días de la decisión de Cuba de enviar a África occidental
165 profesionales de la salud a combatir la epidemia de ébola.
Entre tantas voces mediáticas que han reconocido este gesto
sobresalió la del columnista Adam Taylor de The Washington Post, para
quien la pequeña isla de solo 11 millones de personas se ha convertido
en un “proveedor crucial” de la participación médica en esa zona del
mundo golpeada por esa enfermedad, que ya acumula más de 4000 fallecidos
y que ha comenzado a tocar las puertas en Europa y Estados Unidos.
Taylor, analizaba que Cuba, a pesar de no ser un país rico, podía
realizar esta “exportación” de atención sanitaria precisamente porque
mantiene un sistema universal de salud, público y gratuito, refrendado
en la propia Constitución de la República.
Más de 50 000 médicos cubanos permanecen en 66 países apoyando sus
sistemas de salud, sobre todo en atención médica primaria, muchas veces
en comunidades de difícil acceso y muy poca cobertura médica.
Esta tradición de solidaridad tiene décadas de ejercicio y solo muy
recientemente se traduce en ingresos para el país: desde hace unos pocos
años una parte cada vez mayor de estas misiones se organizan a través
de contratos intergubernamentales que benefician financieramente al
Estado cubano y a los trabajadores sanitarios que participan en ellas.
Con o sin dinero mediante, no es la primera vez que personal médico
cubano se expone, en misiones verdaderamente peligrosas, al contacto no
solo con virus y bacterias de alto poder letal sino también a
condiciones de hábitat muy poco confortables y también riesgosas como la
pobreza más fiera, la insalubridad, la criminalidad, la afectación
sicológica postraumática que sufren los individuos tras terremotos,
huracanes, epidemias.Si en esos espacios no fuera necesaria, –tan necesaria–, la mano amiga, la inteligencia y el corazón de un médico que salva y cura, no hubiera ocurrido nunca que cubanos de varias generaciones participaran durante décadas como protagonistas en estas formas de asistir a tantas vidas humanas.
Esa necesidad hizo parir estos hijos, parafraseando el refrán que tan bien conocemos los cubanos.
Pero lo que va quedando de la maquinaria mediática terrorista contra Cuba, ya tan desacreditada, sigue insistiendo en rebajar a mero comercio la participación de este pequeño grupo de 165 médicos que ha llegado la semana pasada a Sierra Leona.
Peor que eso: tienen la intención de convertir a esos médicos en una amenaza para la población cubana, (incluso, de rebote, contra la de Miami), tratando de convencer a su público de que ese personal, inevitablemente, introduciría en la isla esta enfermedad luego de estar en contacto con ella.
Se regodean morbosamente en la posibilidad de su muerte –toquemos madera y crucemos los dedos– e intentan desatar el pánico con los “cuchillos largos” de la sospecha y la incertidumbre.
Llegan a sugerir que la mayor parte de la población en Cuba los rechazaría o les temería dado que supuestamente no le tienen confianza ni a los métodos y recursos de protección que se utilizan, ni al cuidado que las autoridades cubanas y la Organización Mundial de la Salud, le ofrecen a este personal.
Sin embargo no solo medios de prensa de la isla, sino también otros muchos, como la CNN han dado cuenta del proceso intenso de preparación que tienen en Cuba antes de salir.
En Cuba, mientras recibían entrenamiento. Fotos: Antonio Pons/Bohemia
Todos tememos por sus vidas, claro está. Negarlo sería de tontos o cínicos. Pero no estamos frente a mártires, sino a héroes.
Ellos se han acercado voluntariamente al riesgo, pero de allí se
puede salir ileso mientras se les ofrece vida a otros. Disminuir el
ritmo de la infección dependerá de detener la desatención a que la
mayoría de los enfermos están sometidos hoy. También la desatención
mediática, por cierto.
Muchos todavía reaccionan con admiración frente al gesto honorable de
estos cubanos, que seguirá expandiéndose, pues el contingente se
completará en las próximas semanas hasta llegar a más de 400
profesionales para permanecer allí al menos durante seis meses. Ojalá
sirviera, sinceramente, como ejemplo para movilizar a quien no se haya
movilizado, y concientizar a quien no sea consciente.
Este domingo The Guardian lo describió de esta forma: “la pequeña
fuerza médica en la línea de vanguardia contra el ébola ha sido una
pequeña isla: Cuba.” Mientras, advertía, las grandes potencias siguen
enfrascadas solo en detener su diseminación con agentes-barrera en sus
fronteras, y en enviar ayuda (y tropas).
“Necesitamos una movilización 20 veces mayor”, ha avisado el
secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon. Movilización de
asistencia, léase bien, consistente en laboratorios móviles, vehículos,
helicópteros, equipos de protección, capacidades de evacuación médica y
personal médico capacitado.
El ébola, lo han dicho los que lo conocen, debe ser detenido y
revertido en África, junto a la pobreza brutal que padecen sus
poblaciones, antes de que sea demasiado tarde para un número impensable
de personas en todo el mundo.
Reportaje de CNN/Video
Traducción:
Patrick Oppmann (periodista): Los trabajadores de
salud cubanos que van a combatir el ébola. Por ahora solo están
practicando, pero pronto le darán la cara a “la cosa real”. Este
instituto médico en La Habana es […] un curso de dos semanas antes de
partir a la línea de fuego en África. Aquí médicos y enfermeros cubanos
practican los protocolos para tratar pacientes de ébola, una y otra vez,
porque si te equivocas en el momento real, tienes que enfrentar las
consecuencias.
Hasta ahora 160 trabajadores de la salud han sido enviados a África occidental y cerca de 300 se les unirán próximamente. Todos son voluntarios, dicen las autoridades. Por al menos 6 meses tratarán pacientes infectados con ébola. Antes de irse aprenden a ponerse y quitarse 7 piezas diferentes del equipo protector. No pueden quedar espacios por los que el ébola pudiera entrar. A pesar del entrenamiento, dicen las autoridades, ellos estarán en peligro constante.
Hasta ahora 160 trabajadores de la salud han sido enviados a África occidental y cerca de 300 se les unirán próximamente. Todos son voluntarios, dicen las autoridades. Por al menos 6 meses tratarán pacientes infectados con ébola. Antes de irse aprenden a ponerse y quitarse 7 piezas diferentes del equipo protector. No pueden quedar espacios por los que el ébola pudiera entrar. A pesar del entrenamiento, dicen las autoridades, ellos estarán en peligro constante.
Dr. Jorge Pérez Ávila (Director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri):
Los hemos instruído para que no enfermen, pero están enfrentados a un
gran peligro. Tenemos esperanzas de que ninguno enferme. Creemos que
quizás algunos pocos enfermarán, pero la mayoría no.
El peligro que tienen delante los obligará amantenerse concentrados, dice Osmany Rodríguez.
Osmany Rodríguez (trabajador de la salud en el entrenamiento):
Tener miedo no es el gran problema. Creo que tener miedo nos ayudará a
protegernos aun más contra esa enfermedad. Porque pensar que estamos tan
seguros de todo lo que vamos a hacer todos los días puede ser más
peligroso que tener miedo.
PO: Cuba es un país pequeño y pobre, como admite el gobierno, pero está tomando el liderazgo en combatir el ébola.
Dr. José Luis Di Fabio (Organización Panamericana de la Salud):
Esperamos que el ejemplo de Cuba ayude a eliminar el miedo que hay
detrás de ir a trabajar en África occidental. Quizás si la gente tuviera
menos miedo aceptaría el reto de salud e iría a brindar asistencia a la
población africana.
PO: El gobierno cubano dice que ellos están haciendo
lo que pueden para evitar que el ébola se siga expandiendo, porque la
batalla contra el ébola debe ser un esfuerzo amplio.
Escrito por
Milena Recio/Progreso Semanal
Cuba Sí
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