martes, 26 de mayo de 2015

Pese a Obama y el Congreso, sigue represión policial en EEUU



No sé a ciencia cierta cuándo se cerrará este triste capítulo donde se mezclan el abuso policial y la impunidad, pero EEUU debe detenerlo con prontitud y transparencia. Está en juego su credibilidad como “promotor de los derechos humanos” y la vida segura de sus gentes.

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Ayer las autoridades federales de Estados Unidos llegaron a un acuerdo con las autoridades de Cleveland, buscando solucionar la situación creada por las denuncias presentadas por el uso excesivo de fuerza policial en esa ciudad, según informó The New York Times.

El apresurado arreglo sigue a la noticia de que, hace tres días, fuera absuelto por el juez John P. O'Donnell el policía Michael Brelo, luego de haber asesinado a dos afronorteamericanos desarmados -Timothy Russell y de Malissa Williams-, el 29 de noviembre de 2012, y se espera que el acuerdo se publique hoy. La absurda ejecución fue llevada a cabo con la intervención de 13 agentes de la ley, quienes dispararon en 137 ocasiones contra estas dos personas desarmadas, durante una persecución. El propio Brelo realizó 15 disparos en el nefasto suceso.

Para nadie es desconocido que existe en EEUU un patrón inconstitucional en los métodos policiales en toda la nación y el excesivo uso de la fuerza de ha convertido en una forma impensada de actuar de los órganos policiales. Demás está decir que la ciudadanía clama por un cambio inmediato y urgente en los métodos policiales y una sustancial mejora en el entrenamiento de los agentes.

El empleo de la fuerza letal innecesaria, el abuso irracional, las detenciones injustificadas, así como la corrupción generalizada dentro de la fuerza policial, han pasado a ser la comidilla diaria en EE UU, país que se auto proclama defensor de los derechos humanos. Se ha llegado, incluso, a asesinar impunemente, a menores de edad portando armas de juguete, bajo una dudosa presunción de que constituyen una amenaza para agentes en el desempeño de sus funciones.

Día tras día, las frecuentes movilizaciones de protesta han sacudido el establishment y han obligado a las autoridades, tanto al presidente Obama y al Congreso a tomar cartas en el asunto. Paralelamente a esto, el Departamento de Justicia ha abierto cerca de 24 investigaciones sobre actuaciones policiales en distintas ciudades, bajo la sospecha del empleo de uso excesivo de la fuerza. Esta demanda se acrecienta cuando se conoce que varios de los asesinados por el uso excesivo de fuerza policial han sido enfermos mentales o personas que no presentan una amenaza potencial.

El pasado 19 de mayo el presidente Obama se vio obligado a “restringir y encuadrar con más rigor el uso del armamento militar por parte de la policía. Obama busca erradicar la violencia policial y restaurar la imagen de uniformados más cercanos a la gente”, durante una visita a Camden.

Lo preocupante del caso es que la policía estadounidense ha accedido a armamento reciclado y procedente del Pentágono. Se sabe que durante el año 2013 las fuerzas policiales adquirieron material militar por esta vía a un costo de 450 millones de USD. Este equipamiento incluye vehículos blindados, armamento, granadas de gas paralizante, equipos de visión nocturna, entre otros. Sabiendo que EEUU cuenta con 12, 000 agencias policiales y alrededor de 447, 000 agentes –carentes de directrices uniformes para actuar-, puede asegurarse que la distribución de armamento es desproporcionada.

Obama, abrumado por la fallida política exterior, busca a toda costa arreglar su patio trasero, por lo que “ha insistido en la necesidad de replantearse el modo en que opera la policía”, buscando un rápido cambio de imagen en la misma. 

Ese mismo día, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, tras los incidentes en Ferguson y Baltimore, analizó la manera de fortalecer las relaciones entre la policía y la comunidad, así como un mejor entrenamiento para eliminar conflictos y frenar el abusivo actuar de los representantes de la ley.

Las gentes, es sabido, no protestan solo por las muertes de jóvenes como Michael Brown en Ferguson, así como las muertes de inmigrantes como Rubén García Villalpando, en Texas, y Antonio Zambrano Montes, en Washington, sino por la acumulación de resentimiento ante el abuso y la impunidad, manifestada en las absoluciones y la no presentación de cargos contra los policías asesinos. Es una protesta clara contra la impunidad.

No obstante, bajo la presión de las protestas, el  21 mayo pasado fueron confirmados cargos de homicidio en segundo grado contra algunos de los seis policías de Maryland que provocaron la muerte Freddie Gray, mientras el mismo permanecía bajo su custodia.

Dos días después, el 23 de mayo, el tema volvió a calentar los ánimos cuando un agente de la policía en Fredericksburg, empleó injustificadamente un taser y gas pimienta en un hombre que se encontraba con una emergencia cardiaca, según destacó Prensa Latina. La renuncia del abusivo oficial de la ley, Shaun Jergens, por su agresión contra David Washington, no ha satisfecho a las personas, quien ve este hecho como una solución más llena de impunidad.

Apenas diez días antes, el 13 de mayo, otro agente de New York, disparó al afroamericano David Baril, quien sostenía un martillo, guiado por una dudosa presunción.

No sé a ciencia cierta cuándo se cerrará este triste capítulo donde se mezclan el abuso policial y la impunidad, pero EEUU debe detenerlo con prontitud y transparencia. Está en juego su credibilidad como “promotor de los derechos humanos” y la vida segura de sus gentes.

Percy Francisco Alvarado Godoy.

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