miércoles, 9 de julio de 2014

No más agresión y genocidio contra el pueblo palestino #TodosSomosPalestina

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En los más recientes episodios de una guerra que no acaba desde que, en 1948, el estado de Israel se estableció en Palestina, impuesto por las potencias occidentales y mediante la violencia en el territorio que ahora ocupa, tres jóvenes israelitas fueron secuestrados y muertos y un joven palestino también secuestrado y quemado vivo, exacerbando nuevamente el histórico conflicto que ha convertido a Israel en una potencia bélica con pretensiones hegemónicas en dicha región, y a Palestina en una tierra ocupada, asediada y sin esperanza.

Todos los esfuerzos por aplacar ese conflicto se han convertido en símbolos sin contenido ante la evidencia aplastante de estos nuevos hechos. Incluso, el intento de reconciliación promovido hace apenas un mes por el Papa Francisco, máximo jerarca de la Iglesia Católica, al invitar al presidente de Palestina, Mahmoud Abbas, y al presidente de Israel, Shimon Peres, a mirarse frente a frente en el Vaticano y comprometerse con promover la paz entre sus pueblos. No se trata ya solamente de la perenne amenaza genocida de las fuerzas armadas israelíes contra el pueblo palestino, sino de todo un clima general de desprecio a los derechos de la población palestina que sirve de caldo de cultivo al odio y al resentimiento.

Los palestinos no sólo viven bajo el asedio militar de una potencia extranjera, sino que las condiciones económicas y sociales en su territorio son cada vez más críticas. Las restricciones impuestas por el gobierno de Israel al movimiento de dicha población, incluso dentro de sus propios territorios, y la falta de opciones de estudio y de trabajo para una vida digna les han sumido en la más abyecta pobreza. Incluso, a los palestinos se les restringe el acceso al agua para atender necesidades sanitarias y alimenticias, lo que impacta sobre todo a la niñez y los ancianos, y a la precaria economía palestina. Además, en abierto desafío a los acuerdos negociados, el gobierno de Israel sigue promoviendo sin pudor los asentamientos de israelíes en suelo palestino, creando enclaves segregados que, además de una provocación, representan una clara violación a la soberanía de la nación palestina, y un método de ocupación territorial que convierte a los palestinos en parias en su propia tierra.

El jefe de Mossad, el temible servicio secreto de Israel, Tamir Pardo, puso el dedo en la llaga la semana pasada cuando, en una presentación que hizo ante un poderoso grupo de personas de negocio israelíes no vaciló en establecer que el mayor riesgo para la seguridad del estado de Israel es el conflicto con Palestina. La categórica afirmación del espía mayor de Israel no deja lugar a dudas de hacia dónde se enfilan los cañones de dicho país. Por eso el estado israelí ha desatado un inmisericorde bombardeo sobre la Franja de Gaza, que además de matar a militantes de Hamás, ha causado la muerte de civiles inocentes.

Sin embargo, no es hora de escalar conflictos en el Oriente Medio, ni de continuar la estrategia de abusar impunemente de los palestinos. La nueva fuerza armada llamada Estado Islámico de Irak y el Levante, con su arrolladora presencia en Libia, Siria e Irak, está poniendo en jaque los supuestos que han mantenido el balance de fuerzas en la región del Oriente Medio, donde hasta ahora Israel ha campeado por su respeto, descansando en la fuerza de su superioridad militar y nuclear y en el apoyo incondicional de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Para encauzar el camino hacia la paz, el gobierno de Israel tiene que ponerle fin a la ocupación de territorios palestinos y reconocer el derecho del pueblo palestino a su soberanía e independencia en todos los territorios que Israel les ocupó en 1967. También tiene que reconocer el derecho al regreso de los refugiados palestinos que quieran volver a su patria.

Además, los gobiernos de ambos pueblos tienen que procurar la seguridad de los ciudadanos civiles israelíes y palestinos, sobre todo de la niñez y juventud inocentes.

Palestina tiene derecho a ser un estado independiente y soberano y su población a disfrutar de las oportunidades básicas para lograr un desarrollo económico y social que les garantice una vida digna. Insistir en continuar apoyando la ocupación y el abuso del gobierno de Israel contra el pueblo palestino, solamente servirá para exacerbar aún más los conflictos en una región del mundo que está a punto de estallar.

Editorial de Claridad

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