martes, 7 de mayo de 2013

El desfile de los apátridas.



Como las carrozas en un carnaval, la llamada disidencia cubana está desfilando por el mundo occidental.  El desfile lo hacen, principalmente, por las tres ciudades más anticubanas del mundo. Comienzan en Madrid, capital de la ultraderecha española, allí donde están gobernando los hijos de Franco y del fascismo del Duce que militan en el Partido Popular. En esa primera parada del desfile, los miembros de esa disidencia se reúnen, se abrazan y se besan con la crema y nata del franquismo fascista de España. Dan conferencias de prensa, los entrevistan en la televisión y hasta se presentan en el Congreso de los Diputados. Se hospedan en los mejores hoteles, comen en los mejores restaurantes y se pasean por la Gran Vía como turistas de primera. Por supuesto que reciben el abrazo emocionado del ex presidente del gobierno español, el caballerito Aznar, como una vez lo nombró Fidel y por demás, con la fascista de los fascistas, Esperanza Aguirre. 

Después de pasar el cepillo en Madrid, van directamente a su segunda y obligatoria parada, allí en Washington,  de donde salen las órdenes y la plata para hacer sus labores en Cuba. En aquella ciudad van al Capitolio, el  mismo donde fueron aprobadas las leyes Torricelli y Helms-Burton, diseñadas para hacer rendir por hambre al pueblo y para hacerle daño a los cubanos. Llegan con la sonrisa en la cara y son recibidos en las escalinatas del mismo por los legisladores que empujaron para que esas leyes fueran aprobadas, los  legisladores anticubanos, representantes de la ultra derecha cubano americana de Miami y Nueva Jersey. Lo mismo que en Madrid, abrazos, besos, conferencias de prensa, y aunque no tengo pruebas, me imagino que algunos de la disidencia, sino todos, se dan un corto viaje hasta Langley para recibir algún que otro consejito.

Después llega la hora de viajar a Miami, la Capital del Exilio, como le hacen llamar. Y aquí sí que forman el jolgorio, aquí sí que están en su patio, aquí si se pueden "botar pa'l solar".  Aquí se explayan, hablando mal de todo lo que huela a Cuba, sin tener pelos en la lengua y hasta con faltas de ortografía. Aquí no hay que refinarse, ya que están entre iguales.

Aunque su posición sea indignante, uno puede entender que personas que dejaron a Cuba en los años sesenta, a muchos de los cuales les fueron confiscadas propiedades  y negocios en aquel país  y que además, no tienen ni un pariente en la isla, puedan defender las medidas que el gobierno de George W. Bush implantó sobre los viajes de los cubanos hacia Cuba, que hasta llegaron a redefinir el concepto de quien es familia y quien no, que defiendan las leyes anti cubanas aprobadas de los noventas y además que sigan apoyando el mantenimiento de una política agresiva contra Cuba por parte del gobierno norteamericano. 

Todo lo anterior se puede entender, pero que unos cubanos que viven dentro de Cuba con sus familias, que cuando se enferman van a un hospital sin tener que pagar un centavo, que tienen un médico y un dentista en la esquina de su casa, que se han educado en aquel país gratuitamente, la mayoría de ellos universitarios, que pagan centavos por la electricidad que consumen, que apenas pagan  para asistir a los espectáculos públicos, etc.,  etc., salgan de Cuba para gritar a los cuatro vientos que quieren que se recrudezca aun más la política contra Cuba, que se vuelva a poner en efecto la política de W Bush sobre los viajes de los cubanos americanos y hasta que Venezuela deje de exportar petróleo a la isla, eso va mas allá del anti cubanismo, eso llega a la peor de las miserias humanas.

La gran dirigente de las llamadas Damas de Blanco, desde hace unos días de visita en Miami, declaró que solamente llevando una política bien agresiva contra Cuba se derroca al gobierno revolucionario.  Es increíble que esta señora, que según sus propias palabras "manda pa' casa de la malanga" a cualquiera, además se baje con la carta del racismo en Cuba.  Yo creo que ella no tiene edad para haber vivido la Cuba pre revolucionaria, porque si la tuviera, no le iba a quedar otro remedio que recordar la situación de la gente de su color de piel en aquella república que tanto ansía. Hay que recordarle a esta señora que el futuro de ella en aquel país, que practicaba un profundo y despreciable racismo contra los cubanos de la raza negra, hubiera sido negro como su piel. Pobre de ella si hubiera tenido que vivir en aquella Cuba de antes del 59. 

Termino parodiando a nuestro José Martí, el sol tiene manchas y tiene luz, los mal agradecidos solo ven las manchas...

*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU. 

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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