Como las carrozas en un
carnaval, la llamada disidencia cubana está desfilando por el mundo
occidental. El desfile lo hacen, principalmente, por las tres ciudades
más anticubanas del mundo. Comienzan en Madrid, capital de la ultraderecha
española, allí donde están gobernando los hijos de Franco y del fascismo del
Duce que militan en el Partido Popular. En esa primera parada del desfile,
los miembros de esa disidencia se reúnen, se abrazan y se besan con la crema y
nata del franquismo fascista de España. Dan conferencias de prensa, los
entrevistan en la televisión y hasta se presentan en el Congreso de los
Diputados. Se hospedan en los mejores hoteles, comen en los mejores
restaurantes y se pasean por la Gran Vía como turistas de primera. Por supuesto
que reciben el abrazo emocionado del ex presidente del gobierno español, el
caballerito Aznar, como una vez lo nombró Fidel y por demás, con la fascista de
los fascistas, Esperanza Aguirre.
Después de pasar el
cepillo en Madrid, van directamente a su segunda y obligatoria parada, allí en
Washington, de donde salen las órdenes y la plata para hacer sus labores
en Cuba. En aquella ciudad van al Capitolio, el mismo donde fueron aprobadas
las leyes Torricelli y Helms-Burton, diseñadas para hacer rendir por hambre al
pueblo y para hacerle daño a los cubanos. Llegan con la sonrisa en la cara y
son recibidos en las escalinatas del mismo por los legisladores que empujaron
para que esas leyes fueran aprobadas, los legisladores anticubanos,
representantes de la ultra derecha cubano americana de Miami y Nueva
Jersey. Lo mismo que en Madrid, abrazos, besos, conferencias de prensa, y
aunque no tengo pruebas, me imagino que algunos de la disidencia, sino todos,
se dan un corto viaje hasta Langley para recibir algún que otro consejito.
Después llega la hora de
viajar a Miami, la Capital del Exilio, como le hacen llamar. Y aquí sí que
forman el jolgorio, aquí sí que están en su patio, aquí si se pueden "botar
pa'l solar". Aquí se explayan, hablando mal de todo lo que huela a
Cuba, sin tener pelos en la lengua y hasta con faltas de ortografía. Aquí no
hay que refinarse, ya que están entre iguales.
Aunque su posición sea
indignante, uno puede entender que personas que dejaron a Cuba en los años
sesenta, a muchos de los cuales les fueron confiscadas propiedades y
negocios en aquel país y que además, no tienen ni un pariente en la isla,
puedan defender las medidas que el gobierno de George W. Bush implantó sobre
los viajes de los cubanos hacia Cuba, que hasta llegaron a redefinir el
concepto de quien es familia y quien no, que defiendan las leyes anti cubanas
aprobadas de los noventas y además que sigan apoyando el mantenimiento de una
política agresiva contra Cuba por parte del gobierno norteamericano.
Todo lo anterior se puede
entender, pero que unos cubanos que viven dentro de Cuba con sus familias, que
cuando se enferman van a un hospital sin tener que pagar un centavo, que tienen
un médico y un dentista en la esquina de su casa, que se han educado en aquel
país gratuitamente, la mayoría de ellos universitarios, que pagan centavos por
la electricidad que consumen, que apenas pagan para asistir a los
espectáculos públicos, etc., etc., salgan de Cuba para gritar a los
cuatro vientos que quieren que se recrudezca aun más la política contra Cuba,
que se vuelva a poner en efecto la política de W Bush sobre los viajes de los
cubanos americanos y hasta que Venezuela deje de exportar petróleo a la isla,
eso va mas allá del anti cubanismo, eso llega a la peor de las miserias humanas.
La gran dirigente de las
llamadas Damas de Blanco, desde hace unos días de visita en Miami, declaró que
solamente llevando una política bien agresiva contra Cuba se derroca al
gobierno revolucionario. Es increíble que esta señora, que según sus
propias palabras "manda pa' casa de la malanga" a cualquiera, además
se baje con la carta del racismo en Cuba. Yo creo que ella no tiene edad
para haber vivido la Cuba pre revolucionaria, porque si la tuviera, no le iba a
quedar otro remedio que recordar la situación de la gente de su color de piel
en aquella república que tanto ansía. Hay que recordarle a esta señora que
el futuro de ella en aquel país, que practicaba un profundo y despreciable racismo
contra los cubanos de la raza negra, hubiera sido negro como su piel. Pobre de
ella si hubiera tenido que vivir en aquella Cuba de antes del 59.
Termino parodiando a
nuestro José Martí, el sol tiene manchas y tiene luz, los mal agradecidos solo
ven las manchas...
*Lázaro
Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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