miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre los RESULTADOS ELECTORALES del 14-A (I) y mi Opinión



 Nicolás Maduro es el legitimo y constitucional presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Nicolás Maduro es el legitimo y constitucional presidente de la República Bolivariana de Venezuela

El resultado final de las elecciones del 14-A adjudica a la oposición más de 7 millones 362 mil votos, lo que representa un crecimiento de unos 770 mil votos con respecto al 7 de octubre de 2012. Pero este aumento aparentemente impresionante no es en realidad tan grande. Obsérvese lo siguiente:

Hubo un pequeño incremento de la abstención desde las elecciones presidenciales del 7-O (de 19,8% a 20,4%, unos 107 mil abstencionistas más). Sin embargo, este incremento fue compensado con creces por una reducción de los votos «nulos» (de 1,9% a 0,4%, unos 221 mil menos). Como resultado neto, hubo un aumento del total de votos válidos (+0,8%, unos 114 mil votos adicionales). Hubo además una reducción importante de los votos por «otros» (candidatos distintos a los dos principales) desde el 7-O al 14-A (-56,8%, unos 51 mil votos menos).

En realidad, tanto el volumen de votos «nulos» como el de votos por «otros» habían sido excesivos en 2012. En ambos casos, los resultados del 7-O superaron los niveles que eran estadísticamente esperables según las tendencias históricas recientes: hubo unos 170 mil votos «nulos» y unos 60 mil votos por «otros» más que lo que era estadísticamente esperable.

Estas anormalidades estadísticas ocurridas el 7-O tienen una misma explicación: el cambio de candidatura de una organización que apoyaba a Capriles y lo sustituyó (recuérdese el «fenómeno» Reyna Sequera, candidata que obtuvo el 7-O casi 71 mil votos, de los cuales 66 mil correspondieron a una tarjeta que inicialmente apoyaba a Capriles), y las anulaciones del apoyo de otras tres organizaciones al candidato de la oposición. En todos los casos, estos cambios fueron hechos a última hora y no quedaron reflejados en la boleta electoral que ya estaba impresa.

En consecuencia, a Capriles no se le contabilizaron en 2012 unos 230 mil votos que fueron emitidos en su favor por los electores, pero usando alguna de las tarjetas que habían cambiado de candidato o anulado su postulación, y sin embargo tenían su foto impresa en la boleta. 

Obsérvese que el 14-A la oposición participó bajo una denominación única (MUD), con lo que se eliminó la posibilidad de que ocurrieran de nuevo estas situaciones. Así que el crecimiento de la oposición de 2012 a 2013 no fue de 770 mil votos sino de alrededor de 540 mil votos, seguramente procedentes en su mayoría de la porción del electorado que se había abstenido el 7-O.

¿«Voto castigo»?

El resultado final del 14-A adjudica al Presidente Maduro más de 7 millones 586 mil votos, lo que representa una reducción con respecto al 7-O de unos 605 mil votos, que muy probablemente se abstuvieron en esta oportunidad. Obsérvense los siguientes hechos:

La votación por el PSUV, principal partido de la alianza que impulsa el proceso de cambios, sufrió apenas una leve disminución en términos proporcionales con respecto al 7-O (-3,0%, unos 194 mil votos), y el grueso de la disminución del voto de la alianza fue sufrido por el resto de los partidos de la misma. En términos proporcionales, los partidos que más sufrieron fueron IPCN (-64,2% de su votación del 7-O, unos 45 mil votos menos), PRT (-61,5%, 36 mil votos menos), REDES (-52,4%, 104 mil votos), MEP (-49,9%, 93 mil votos), PPT (-46,6%, 103 mil votos) y PCV (-42,1% de su votación del 7-O, unos 206 mil votos menos).

La argumentación del «voto castigo» se sustenta en la insatisfacción popular ante las graves deficiencias de la gestión gubernamental, los efectos de la devaluación, las deficiencias del servicio eléctrico, la escasez de bienes de consumo, el auge de la delincuencia y el repunte de la inflación. Pero esto plantea un problema estadístico: si los resultados de la alianza del proceso se debieran simplemente al llamado «voto castigo», entonces ese castigo, bajo condiciones ceteris paribus («con las demás variables inalteradas») se habría repartido proporcionalmente entre todos los partidos de la alianza y a cada cual le habría tocado una alícuota directamente proporcional a su peso relativo en el total de la alianza.

Sin embargo esto no fue así. Hasta el 14-A, el PSUV representaba el 78% de la alianza, por lo que lo estadísticamente esperable era que este partido recibiera el 78% del «castigo» y hubiera perdido 472 mil votos. De igual manera, el PCV (que representaba 6,0% de la alianza), debería haber perdido sólo 36 mil votos; y, siguiendo con la misma lógica, a PPT le correspondía una reducción de apenas 16 mil votos, a REDES 15 mil, a MEP 14 mil, a IPCN 5 mil y a PRT 4 mil. El hecho de que la reducción del voto de la alianza no se haya distribuido proporcionalmente entre los partidos que la componen y que el principal componente de la alianza haya sido el menos «castigado» por el electorado, debilita la hipótesis del «voto castigo».

Tiene que haber habido, por lo tanto, otros factores que entraron en juego y explican los resultados de la alianza. Es probable, por ejemplo, que haya ocurrido el fenómeno de la «abstención castigo», que ya se hizo presente con fuerza en 2007 y contribuyó a la derrota electoral del denominado «chavismo» en el referendo por la reforma constitucional.
La relativamente pequeña disminución de la votación del PSUV, también debilita la hipótesis de la deserción o fragmentación intencional de los votantes de esta organización por supuestas tensiones o divisiones internas. Todo indica que la reacción emotiva de los votantes del PSUV ante la muerte del Presidente Chávez, unificó temporalmente a este partido y lo protegió de un mayor descalabro. Es posible sin embargo que algunas de las tensiones intra-PSUV se hayan drenado hacia Tupamaro (77 mil votos más que el 7-O), como podría haber ocurrido también en las elecciones parlamentarias de 2010.

La votación del PCV

El PCV sufrió una significativa reducción de su votación: de casi 490 mil votos el 7-O a unos 284 mil el 14-A. Esta reducción, aunque sensible, no era enteramente inesperada ni debe alarmarnos en exceso; ya nuestro Buró Político, en su reunión del 8 de octubre, y el XI Pleno del Comité Central –realizado menos de dos semanas más tarde–, advirtieron que esos 490 mil votos no eran «nuestros», sino que representaban la voluntad de diferentes corrientes del movimiento obrero y popular, de amplios sectores clasistas, críticos, propositivos, autónomos y revolucionarios, que están a favor de la profundización del proceso, su depuración y orientación consecuente hacia el socialismo. Una parte de estas corrientes que expresaron sus aspiraciones y su disconformidad el año pasado a través de nuestra tarjeta, no lo hicieron el 14-A, pero seguramente volverán a hacerlo en el futuro. No obstante, es nuestra obligación profundizar en las causas de esa notable reducción de nuestro caudal electoral.

La hipótesis del «voto castigo» es todavía menos adecuada para explicar la reducción de la votación del PCV, que para la del resto de la alianza. No tiene sentido suponer que el partido que ha estado menos asociado con la gestión de gobierno, haya sido uno de los más «castigados» por la reacción popular ante esa gestión.

Obsérvese que, como lo apuntaban el Buró Político y el Comité Central en octubre, uno de los componentes importantes de nuestra votación proviene habitualmente de las corrientes clasistas del movimiento obrero. Esto fue particularmente cierto en 2012, como resultado de la larga ofensiva liderizada por el PCV en pro de una nueva y revolucionaria Ley Orgánica del Trabajo (LOT) y en pro de la aprobación de la Ley de los Consejos de Trabajadores y Trabajadoras. En los más de tres años que duró esa campaña, el PCV, especialmente a través de la Corriente Clasista de Trabajadores «Cruz Villegas», forjó lazos estrechos de colaboración y apoyo mutuo con los sectores más avanzados y organizados de la clase trabajadora, lo que tuvo expresión electoral concreta el 7-O.

Pero en los meses que transcurrieron entre ambas elecciones presidenciales, esa relación se hizo algo menos estrecha, en parte porque ya se había logrado la reforma de la LOT, pese a todas sus deficiencias, y en parte porque los acontecimientos nacionales (tres procesos electorales en seis meses, la enfermedad y muerte del Presidente Chávez, la devaluación y sus efectos) distrajeron el foco de atención del movimiento obrero y modificaron sus prioridades, lo que incidió en la política del PCV.

El sindicalismo clasista y la «abstención castigo»

Asimismo, debe tomarse en cuenta la tensión que existe entre los sectores más avanzados del movimiento obrero-sindical y el gobierno, en vista de los numerosos conflictos laborales que se han venido suscitando en los últimos años, y la insatisfactoria respuesta que ha dado el gobierno a estas situaciones, ya en calidad de patrono en los diferentes entes y empresas del Estado, o ya en calidad de rector y árbitro de la relación laboral desde las Inspectorías y otras dependencias del Ministerio del Trabajo (Mintrass). Los numerosos casos de acoso y hostigamiento contra los Consejos de Trabajadores, obstaculización de la formalización de sindicatos en proceso de constitución, demora y renuencia en la discusión y firma de contratos y convenciones colectivas, despido injustificado, y maltrato laboral generalizado en que ha incurrido el gobierno, tanto en su condición de parte patronal como desde el Mintrass, han creado un clima de molestia entre los trabajadores organizados.

Y a ello hay que agregar los ataques orquestados en los dos últimos años desde el gobierno y desde el PSUV contra la Unión Nacional de Trabajadores (UNETE), en el proceso de constitución de la llamada Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST), organización de carácter patronal, dependiente y sumisa al gobierno, que ha causado serios daños a la ya frágil unidad del movimiento obrero-sindical. No es casual que UNETE, que había hecho campaña activamente a favor de la reelección del Presidente Chávez en octubre, se haya inhibido de participar en la campaña por la elección del hoy Presidente Maduro, a quien además muchos identifican como uno de los dirigentes fundamentales del sector que desató esa campaña de ataques contra UNETE y el sindicalismo clasista autónomo.

No nos cabe duda de que, con la inhibición de UNETE, en cuyo seno desarrolla su actividad la Corriente Clasista de Trabajadores «Cruz Villegas», y el malestar generalizado entre los sectores más conscientes y avanzados del movimiento obrero-sindical, el PCV dejó de recibir el 14-A decenas de miles de votos que nos habían acompañado en la anterior elección presidencial y que en esta oportunidad pasaron a engrosar las filas de la «abstención castigo».

Era difícil que quienes han sufrido severos y reiterados ataques generalmente atribuidos a un sector cercano al Presidente Maduro, votaran por él. Y el PCV no logró hacerles entender a cabalidad la importancia de la elección que se avecinaba y la necesidad de posponer temporalmente sus legítimos reclamos ante la contradicción principal del momento, en vista de que la posibilidad de la solución real de sus reivindicaciones depende de la continuidad y profundización revolucionaria del proceso de cambios, en la perspectiva del objetivo socialista.


Por: Fernando Arribas García*. Especial para Tribuna Popular.
 

 *Miembro del Comité Central y del Departamento Nacional de Educación Ideológica del PCV.
Artículo publicado en Tribuna Popular 220

Nota del administrador:

No cabe la menor de las dudas que fueron varios los factores que propiciaron los resultados del 14-A, particularmente en relación con los votos obtenidos por el chavismo.

Este detallado análisis pone sobre el tapete varias cuestiones esenciales:

La ausencia física del Comandante Supremo pudo realmente afectar a ciertos votantes potenciales.

-  La realización de las elecciones cuando todavía el pueblo sentía el impacto de la desaparición física de su líder nato, pudo afectar la participación a favor de Maduro, seleccionado por Chávez para continuar la obra revolucionaria y quien realmente realizó un esfuerzo descomunal en la agitada campaña para las presidenciales del 14-A.

-  La necesidad de dar respuesta al descontento popular, muchas veces artificialmente provocado por la derecha y otras por cuestionable desempeño de algunos cuadros chavistas, con respecto al desabastecimiento, cortes de electricidad, atención hospitalaria, transportación y otros servicios. A ello contribuyó notablemente la manipulación mediática de los grandes medios aún en manos de la derecha.

La subyacencia de focos de posiciones políticas y diferencias en cuanto a la interpretación de la realidad venezolana y las tácticas a seguir por la izquierda. Este fenómeno ha dañado, sigue dañando y podría dañar en el futuro, mientras no sea capaz la izquierda venezolana de desprenderse del sectarismo, de contraponer su discurso político a la real tendencia que verdaderamente beneficia al pueblo. Al respecto, varias veces la derecha, a pesar de su mosaico político, nos ha dado lecciones de unidad coyuntural para lograr destruir a la izquierda o derrotarla en procesos eleccionarios.

-  La falta de trabajo político ideológico, fundamentado menos en el discurso y más en la praxis, en relación con la solución de las demandas populares.

-  La corrupción y otros vicios que han deformado a varios cuadros, distanciándolos de la aceptación popular y que merecen ser removidos con prontitud.

-  Hacer la dirección del proceso bolivariano más inclusiva, cumpliendo los compromisos hechos durante la campaña electoral.

En resumen, considero que la dirección del chavismo ha tomado conciencia de estas debilidades y se redirigido a gobernar en la calle, cerca del pueblo, solucionando con inmediatez sus problemas, haciéndose más inclusiva y participativa. También se ha desarrollado un combate contra la corrupción y la ineficiencia que aún dista de alcanzar sus objetivos finales. El pueblo siempre será juez de quienes les dirigen.

El ascenso de cuadros jóvenes, un número mayor de mujeres y representantes de los sectores populares a la dirección en las regiones y estados, en programas sociales y en la solución de los retos de la gobernabilidad, se ha ido convirtiendo en una fortaleza en ascenso.

Maduro ha demostrado compromiso con el legado de Chávez y se vislumbra como un futuro líder con capacidad de aglutinar a las masas populares.

Ciertamente el camino está trillado de obstáculos y aún queda mucho por hacer. Lo importante es que se ha comenzado.

Percy Francisco Alvarado Godoy.  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ShareThis