Ya
ha ocurrido antes. Todo se repite. Israel bombardea Gaza. ¿Y qué? Todo pasa sin
que pase nada. Una y otra vez. A esta matanza le precedió otra, le llamaron Pilar Defensivo,
noviembre de 2012, 150 muertos, y antes fue , Plomo fundido ,
diciembre 2008-enero 2009 , 1400 muertos , y Lluvias de verano
en el verano de 2006 , 450 muertos, y Dias de Penitencia
en septiembre de 2004, y Cinturón Defensivo en abril de 2002, en
Cisjordania, 545 muertos… Una y otra vez.
Entremedias,
el goteo habitual de muertos palestinos que difícilmente llega a ocupar un
breve en la prensa occidental, las razias del ejército israelí irrumpiendo por
la noche en las casas, llevándose a los hombres y a veces también a los niños
porque a los 12 años ya se puede lanzar una piedra contra un tanque, la
impunidad de los colonos que queman labranzas y olivares y las excavadoras del
ejército demoliendo la vivienda del vecino o la tuya o las dos, y la
indiferencia de los soldados del check-point mientras una larga cola de mujeres
y hombres, ancianos y niños espera que les dejen pasar… Entremedias, la atroz
cotidianidad de la ocupación.
Conviene
recordarlo. Porque el relato que señala los cohetes de Hamás como
desencadenante de esta escalada de violencia es falso. Está elaborado para
ocultar la realidad. No es el relato de los hechos. Es el relato israelí de los
hechos. Y siendo la versión israelí, es también la estadounidense, y siendo la
versión estadounidense, es también, para nuestra vergüenza, la de la diplomacia
europea. Y la de los grandes medios estadounidenses y europeos.
Pero
el punto cero de la escalada de violencia que desemboca en esta matanza contra
la población de Gaza, no está en los cohetes lanzados desde la Franja, ni en el
asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, ni en el del adolescente
palestino que vino después, tampoco en el impacto de las imágenes recogidas
días antes por la cámara exterior de una tienda de Ramalla en las que vimos
caer, alcanzados por disparos de un francotirador del ejército israelí, a dos
chavales que paseaban tranquilamente por la calle. En realidad el
desencadenante, o más exactamente, la razón de esta última demostración de
barbarie, no es un acto de violencia, sino lo contrario, un acto de paz, un
compromiso de reconciliación. Entre palestinos. El acuerdo entre Fatah y Hamas
que ha conducido a un gobierno de unidad nacional y al anuncio de elecciones
presidenciales en el plazo de unos seis meses. Ese es el desencadenante de esta
escalada. Y su objetivo.
La
airada reacción del Primer Ministro israelí a las pocas horas de conocerse el
acuerdo fue tan desmesurada como previsible. A Benjamin Netaniahu se le da bien
sobreactuar, sabe que tiene un público propicio. De modo que el acuerdo con
Hamás tenía que presentarse como el nuevo e insalvable obstáculo para la paz,
como antes lo fue la división entre el gobierno de Gaza y el de Cisjordania y
antes Yasser Arafat cercado en la Mukata y antes aún la OLP y así hasta llegar
a Golda Meir y su famosa frase: “¿Palestinos? Los palestinos no existen”.
El
caso es que los palestinos que, mal que le pesara a Golda Meir, existían antes
de que existiese Israel y además tienen la terca manía de seguir existiendo,
parece que, pese a todas las dificultades y suspicacias, estaban en vías de
recomponer la perdida unidad, su más preciada arma de pueblo resistente. Esta
vez el afianzamiento del gobierno de unidad nacional, incluido un cambio en la
postura europea hacia Hamas, parecía posible. Y eso no es algo que el gobierno
israelí esté dispuesto a tolerar. Hamás nunca ha sido la causa ni el objetivo.
El objetivo es el acuerdo de unidad nacional. Para acabar con este acuerdo,
están bombardeando Gaza.
Por
Teresa Aranguren*
*Teresa
Aranguren: Licenciada en Filosofía y Letras, empezó a trabajar en el periodismo
movida por el interés sobre un tema específico: el mundo árabe. En 1971
impartía clases de Filosofía en una Universidad de Jordania. Interesada por el
mundo de Oriente Próximo empezó a profundizar el tema y a escribir reportajes y
crónicas sobre campamentos palestinos en diversas publicaciones de Madrid. De
esta forma hizo su incursión en el mundo del periodismo.
Fue responsable de la Sección Internacional de Mundo Obrero, durante la década del 80, misma en la que trabajó también para la revista Interviú, el periódico El Independiente y Tele Madrid; ha seguido cubriendo todos los conflictos bélicos de esta parte del mundo. Es además autora de los libros "Palestina: El hilo de la memoria" y "Olivo Roto: Escenas de la ocupación". Es miembro del Consejo de Administración de RTVE.
Fue responsable de la Sección Internacional de Mundo Obrero, durante la década del 80, misma en la que trabajó también para la revista Interviú, el periódico El Independiente y Tele Madrid; ha seguido cubriendo todos los conflictos bélicos de esta parte del mundo. Es además autora de los libros "Palestina: El hilo de la memoria" y "Olivo Roto: Escenas de la ocupación". Es miembro del Consejo de Administración de RTVE.
Cortesía
Pedro López, puede consultarse en La
Marea
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