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"Sus numerosos logros y legendaria vida sirven de
inspiración para todas las mujeres", afirmó el director de la CIA, John
Brennan, en honor a los 100 años de Elizabeth McIntosh, una agente
operativa que fue protagonista de las tramas más intrigantes y
misteriosas de las últimas cuatro décadas como una de las pocas espías
de esta agencia de inteligencia estadounidense.
En una ocasión, mientras esta espía se encontraba en la India, ayudó al organismo de inteligencia a crear unas supuestas órdenes del Gobierno de Japón
que pretendían informar a las tropas del país que estaba permitido
rendirse, hecho que durante mucho tiempo había sido visto como un acto
inaceptable y vergonzoso. Para conseguir colocar el documento en manos
de los japoneses, McIntosh utilizó a un agente birmano de la OSS para
matar a un mensajero japonés que viajaba a través de la selva y
colocarle el documento falso en su mochila. Así, cuando las tropas
descubrieron el cadáver tendido en el suelo, hallaron la orden dándola
por verídica, retirándose de esta forma multitud de soldados ante el
avance de las fuerzas estadounidenses.
Además, fue la encargada de proporcionar en Kunming (provincia de
Yunnan, China) lo que parecía un trozo de carbón a un agente chino de la
OSS que iba en un tren lleno de soldados japoneses. Cuando el tren pasó
por debajo de un puente, el agente saltó del mismo tirando a su
interior el artefacto, que resultó ser un explosivo. Asimismo, Elizabeth
era la encargada de la sección de radio propagandística, y el día que EE.UU. lanzó la bomba atómica
sobre Hiroshima en agosto de 1945 locutó que "algo terrible le va a
ocurrir a Japón", a pesar de que ella no conocía dichos planes.
Tras la guerra, regresó a su hogar, se casó y comenzó a escribir
artículos para revistas de moda, labor que encontró aburrida por lo que
pidió ser contratada por la CIA, con éxito. RT
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