Ana Belén Montes es una extraordinaria revolucionaria. Ha dado muestras
de la enorme estatura personal y política que tiene. Su actuar consecuente la
sitúa en un lugar especial de la historia. Cuando habla de “un país mundial”,
está trascendiendo las sociedades en las que se desarrolló.
Llegará el día que, en las calles de Washington, New York, Filadelfia, New Jersey, San Francisco y otras ciudades, su nombre se identificará con el de la mujer que se anticipó a mostrar que no es posible que un imperio dirija la humanidad.
Al leer con detenimiento las informaciones, decidimos basarnos en lo publicado, y a partir de ello, exponer estas ideas, porque todo lo que sea defender la Isla, es para mí un compromiso; ya que un día abandonamos el terruño, en medio del contagio social que generaron los eventos de la embajada del Perú en 1980. Hoy nuestro pensamiento nada tiene que ver con quienes fuimos en los 80. Al final, “tiré cabos” y atraque en Europa.
Entremos en materia.
El cargo de Espionaje es una categoría jurídica que aparece en los códigos penales, en los acápites relacionados con la seguridad de las naciones.
El concepto de espionaje hacia dentro de los Estados Unidos ha sido a través de los años manipulado por el gobierno de ese país y los medios de difusión masiva, con el propósito de amedrentar cualquier intento de solidaridad o cooperación con las causas justas de la humanidad. Es así que la espiomanía logró un espacio en las mentes del ciudadano norteamericano.
Sin embargo, aunque la espiomanía se tornó, en el cerebro de los norteamericanos, en reflejo de temor, allí, dentro del Imperio, hay quienes no temen y son sensibles a los fenómenos sociales que suceden en ese país o en otras partes del mundo. Ese parece ser el caso de Ana Belén Montes.
Volvamos al principio. ¿Cómo es calificado el Espionaje en los Estados Unidos?
En su condición de agente especial del Buró Federal de Investigaciones, Stephen Mc Coy dice en sus “Conclusiones de la Declaración Jurada en apoyo de la acusación criminal, orden de arresto y órdenes de registro de Ana Belén Montes”:
“Ana Belén Montes, conspiró, se confederó o acordó con personas conocidas y desconocidas para violar la 18 U.S.C 794 (a), es decir, comunicar, distribuir y transmitir al gobierno de Cuba…información relacionada con la defensa nacional de Estados Unidos, con la intención y razón…para dañar a Estados Unidos en beneficio de Cuba.” (El subrayado es del autor).
Detengámonos en la frase “…para dañar a Estados Unidos…”. ¿Recoge la historia a través de los “siglos de los siglos, amén”, algún daño ocasionado por Cuba al territorio de los Estados Unidos o a algún ciudadano norteamericano? ¿Han podido los presidentes de ese país, la Comunidad de Inteligencia y el Departamento de Estado, acusar a la Isla, de determinada acción ofensiva contra ellos? Esas son las falacias que instrumenta el gobierno gringo y son las mentiras a las que tienen acostumbrados a su pueblo.
Howard Zinn, en su artículo publicado en The Progressive (2006) “Las anteojeras del pueblo estadounidense”, dice: “Polk mintió sobres las razones para ir a la guerra con México en 1846…Mc Kinley mintió en 1898 para invadir a Cuba…Thomas Woodrow Wilson mintió…para entrar en la I Guerra Mundial…Harry Truman mintió cuando dijo que la bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima porque esta ciudad era un “objetivo militar”…Todos mintieron sobre Viet Nam: Kennedy, Johnson, Nixon… querían mantener ese país como avanzadilla estadounidense en el confín del continente asiático…Reagan mintió sobre la invasión de Granada… Bush padre mintió sobre la invasión a Panamá…y luego volvió a mentir sobre la razón para atacar Iraq en 1991”. Posteriormente mintieron con el derrumbe de Las Gemelas (World Trade Center) y manipularon las informaciones para atacar a Afganistán, intervenir nuevamente en Iraq y subvertir al gobierno de Muammar al – Gadafi en Libia. Ahora están de turno Siria y Venezuela. ¿Quiénes hacen daño?
¿Dónde se sustenta el carácter ofensivo de las acciones de Ana Belén Montes y las supuestas acciones de la Isla contra Estados Unidos?
¿Cómo queda, ante los argumentos de Howard Zinn y otros, el Gran Imperio mitomaníaco?
El pueblo norteamericano está “inyectado” de espiomanía y todo lo traduce a través de ese lente.
¿Es Ana Belén Montes espía?
Los hombres y mujeres animados por sentimientos de justicia y solidaridad, podrán utilizar las formas de obtener información para lograr salvar incluso a la humanidad; pero observen que no son los que matan y asesinan, ni destruyen.
El pueblo norteamericano un día tomará consciencia de eso.
El sentido de lo que se hace, del porqué se lucha es importante. Dice Ana
Belén Montes en sus declaraciones, “no haber compartido la política
de Estados Unidos contra Cuba”, lo que se traduce en no haber
compartido la política de hacer daño a Cuba. También dijo no haber
recibido compensación alguna para tener esas ideas. Esto último es
difícil que los gobernantes de Estados Unidos lo puedan entender. Para
solidarizarse con la Isla, no hay que salir repartiendo dinero. La Isla irradia
una obra que hace surgir, en el propio seno de los grupos gobernantes y en los
funcionarios gubernamentales y en los ciudadanos, simpatías que son
inconmensurables.
Ana Belén Montes se puso del lado de la defensa de la justicia, de la pobreza.
Hay una diferencia entre un mercenario que ataca a Siria percibiendo un salario para matar y aquellos hombres de las Brigadas Internacionales que acudieron a España para luchar al lado de los republicanos.
Observemos algo interesante: Scott W. Carmichael, oficial de Contrainteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en Inglés) de los Estados Unidos, fue una persona que tuvo que ver con este asunto de Ana Belén Montes y escribió un libro titulado “Dentro de la investigación y captura de Ana Belén Montes, maestra espía de Cuba”.
Apunta este señor que entrevistó a Ana Belén Montes el 7 de noviembre de 1996 por haber encontrado en su expediente de seguridad una referencia cuando la misma trabajó en el Departamento de Justicia. Señala que ella había expresado en aquel momento su desacuerdo con la política del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba. La misma idea que manifestó después de ser detenida. Para este Carmichael, Cuba quiere hacerle daño a los Estados Unidos y en contraste con su valoración, oficiales de alto rango del Departamento de Defensa han planteado que la Isla no es peligro alguno para la seguridad de los Estados Unidos.
Carmichael embebido en su fanatismo compara a Ana Belén Montes con un grupo de personas que poco tienen que ver con ella. Refiere: “Ana Belén Montes…fue una superespía como Aldrich Ames para la CIA; Robert Hannsen para el FBI; John Walter…para la Marina; Clyde Conrad para el Ejército y Jonathan Pollard para la Inteligencia Naval”.
Según conocemos, y distamos de tener un dominio pleno de este tema al no ser especialista en el mismo, los mencionados, al menos Ames, Hannsen y Walter, recibieron enormes sumas de dinero por sus informaciones, incluso diamantes. ¿Ideas políticas? ¿Estaban en contra de las posiciones de Estados Unidos o los animaba el lucro y la obtención de ganancias?
Pero lo más interesante de todo es que el propio Carmichel nos da la razón de ubicar a Ana Belén Montes como una revolucionaria que defendía una idea y un poquito más, una causa. Carmichael hace alusión a Ana Belén Montes y dice que actuó por “convicción” (la palabra es de él). Uno de sus captores la reconoce como revolucionaria, aunque tenga prohibido utilizar esta palabra.
Ana Belén Montes es una extraordinaria revolucionaria. Ha dado muestras de la enorme estatura personal y política que tiene. Su actuar consecuente la sitúa en un lugar especial de la historia. Cuando habla de “un país mundial”, está trascendiendo las sociedades en las que se desarrolló.
Llegará el día que, en las calles de Washington, New York, Filadelfia, New Jersey, San Francisco y otras ciudades, su nombre se identificará con el de la mujer que se anticipó a mostrar que no es posible que un imperio dirija la humanidad.
Hoy Ana Belén Montes será para casi todos los norteamericanos una espía, sin embargo, ella con su acción ha ayudado al pueblo norteamericano a saber la verdad de su gobierno. En algún momento ese pueblo se dará cuenta y la reconocerá.
A ella hay que situarla al lado de los esposos Julius y Ethel Rosenberg, quienes en su tiempo trataron que los Estados Unidos no llegaran a tener el dominio absoluto del arma nuclear y perdieron sus vidas por esa causa.
Hoy, cuando las noticias de las conversaciones entre Cuba y los Estados Unidos copan titulares de los diarios, recuerdo que Ana Belén Montes, en sus declaraciones, expresó sus ideas sobre este tema. Todo indica que era una inspiración para ella que ambos países se sentaran a dialogar y por ello manifestó que su mayor deseo era ver emerger las relaciones amistosas entre Cuba y los Estados Unidos.
Al respecto, agregó: “Espero que mi caso, de alguna manera alentará a nuestro gobierno a abandonar su hostilidad hacia Cuba y trabajar con La Habana en un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y comprensión”.
Como puede apreciarse la acción de Ana Belén Montes coincide con el “espíritu” del presidente Obama en que se produzcan conversaciones entre ambos países. ¿Qué piensa el señor Obama de esta revolucionaria que trabajó por cambiar la cultura ofensiva del Imperio?
Ana Belén Montes se merece nuestro respeto y admiración y que luchemos por dar a conocer su historia.
Es obligado terminar diciendo que ella es una revolucionaria, aún cuando la idea de modificar los enfoques jurídicos pueda resultar una utopía. La situación de Ana Belén Montes es más una situación política que jurídica. El gobierno norteamericano ha puesto en libertad a personas que están muy lejos de tener las justificaciones en el orden de las ideas que tiene Ana Belén Montes.
*Conte Nieves
Nota del editor.
*Conte Nieves es el pseudo de un emigrado cubano, residente en Europa y colaborador de La Mala Palabra, que siente profundamente todo cuanto atañe a Cuba. Sus colaboraciones nos llegan en memorias flash para evitar cualquier “cacería de brujas” del Imperio.
Tomado de La Mala Palabra
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