Nada
resulta casual cuando se trata de la política de Estados Unidos hacia Cuba y
los pretendidos cambios “significativos” dentro de la USAID, tienen una clara
explicación, siempre que resulten ciertos y este anuncio no sea más que una
maniobra de distracción.
La
primera e irrebatible verdad es que todo el diseño de la política norteamericana
ha sido un rotundo fracaso desde el triunfo revolucionario de 1959.
Administración tras administración, la promesa de cada estrenado presidente de
revertir el proceso histórico cubano se ha convertido, a lo largo de cada
mandato, en un fiasco. Esto ha sido un mal evitable si se hubiera actuado con
cordura y franca diplomacia, si se hubiera respetado nuestra soberanía y no se
hubieran tramado operaciones encubiertas ni otros tipos de acciones violatorias
del derecho internacional. Pero ni un solo presidente USA entró en razón al
respecto.
Ni
el criminal y sostenido bloqueo, ni el terrorismo criminal y desmedido, ni la
más tenebrosa guerra mediática, han podido con la Revolución Cubana. El no
reconocer este fracaso y continuar actuando con prepotencia y tozudez, ha sido
el principal error de EE UU durante décadas.
Esa
es la principal causa del replanteamiento de la labor de la USAID con respecto
a Cuba, notificado por Asociated Press en los último días, según la cual se
estarían preparando nuevas “normas internas” que prohibirían el empleo de
acciones y programas encubiertos para subvertir nuestro orden constitucional.
Otra
de las causas a tener en cuenta sobre la necesidad de un cambio en la política
USA con respecto a Cuba lo ha sido la lenta toma de conciencia por parte de
algunos medios de comunicación –entiéndase AP y The New York Times-, así como
el impacto provocado por las recientes denuncias de estos medios no solo sobre
los programas subversivos implementados por la USAID, sino sobre la necesidad
de un cambio total en la vieja y añeja política norteamericana hacia nuestra
patria.
Uno
de los más absurdos errores de la USAID es manejar equivocadamente el concepto
de sociedad civil al referirse a una insignificante contrarrevolución interna,
cuando la sociedad civil cubana apoya mayoritariamente a la Revolución, por
cuanto sus programas comienzan con un fallo de raíz al ser concebidos e
implementados.
El
escandaloso empleo del dinero de los contribuyentes norteamericanos en
programas secretos como ZunZuneo, remedo de Twitter encaminado a influir en
nuestra juventud con matrices de opinión preestablecidas desde el exterior, así
como otros planes desestabilizadores, cuya eficacia ha sido puesta en
entredicho, también ha sido motivo de críticas en los últimos tiempos.
El entarimado de estas operaciones, caracterizado en
promover una supuesta democracia de forma injerencista, empleando
subcontratistas para disfrazar dichos procedimientos, enviando a personal para
realizar actividades ilegales sin seguridad alguna y desconocimiento de las
leyes que rigen en el terreno de sus actividades, así como otras
irregularidades que esconden el uso inadecuado de los millonarios recursos desembolsados,
serán debatidos en audiencias dentro del Senado norteamericano. Sobre todo,
como tema crucial, el balance de los casi pobres resultados obtenidos con su
implementación.
Por
su parte, arrinconada por el escrutinio público, la USAID pretende mantener
estos programas, aunque dotándolos de "transparencia y seguridad" para sus
agentes de campo, aunque ya se maneja la posibilidad de reasignar los programas
secretos a otras dependencias dentro del Departamento de Estado.
La
USAID, ciertamente, ha pasado por momentos difíciles en los últimos tiempos,
sacudida por frecuentes denuncias sobre sus actividades secretas en naciones a
las que no se les ha declarado la guerra y donde se pretende vulnerar y
destruir la institucionalidad, en franca violación de la Ley de neutralidad aún
vigente.
Sobre
ella penden las siguientes acusaciones, por citar algunas:
► Dan Anthony Mitrione, un instructor norteamericano
en técnicas de tortura y posteriormente ejecutado por fuerzas de izquierda,
actuó en Uruguay con credenciales de la USAID a fines de los 70, encargado del
adiestramiento de torturadores.
► La USAID colaboró estrechamente con los autores del
golpe de Estado en Honduras.
► La USAID promovió el golpe de estado contra
Fernando Lugo en Paraguay.
► La USAID fue usada como tapadera para preparar un
plan de atentado contra Fidel en Chile, usando a Antonio Veciana, quien fungía
como miembro de la USAID en Bolivia.
► La USAID fraguó el secuestro y el grotesco despojo
del presidente Jean-Bertrand Aristide.
► La USAID estuvo implicada en el financiamiento y
apoyo al golpe de estado contra Chávez en Venezuela, el 11 de abril del 2002.
► La USAID promovió el separatismo en Bolivia y
acciones de corte violento contra el gobierno de Evo Morales.
Otro
estigma que carga consigo es la corrupción generalizada dentro de la misma y la
apropiación y desvío de considerables sumas de dinero por parte de los
intermediarios en los programas subversivos implementados en otras naciones.
Tampoco ha escapado del escándalo sobre la vida lisonjera de sus propios
directivos, como fue el caso de Randall Tobias, entonces jefe de la USAID desde
el 2006, envuelto en un affaire de prostitución de lujo y cuya ramificación
comprendía la extorsión y el lavado de dinero.
Para el gobierno norteamericano, la USAID ha significado un gasto
inefectivo de recursos y el fracaso de las campañas financiadas por la misma.
La neutralización de programas secretos dentro de Cuba, el uso inadecuado y
el continuado robo del dinero enviado a los grupúsculos contrarrevolucionarios
por parte de sus inescrupulosos
liderzuelos, el bajo aprovechamiento de los mercenarios en los cursos de
entrenamientos y las deserciones de algunos de ellos, así como el desvío de
las ayudas enviadas para lucro y beneficio personal, son frenos y obstáculos
difíciles de evitar dada la catadura moral y la falta real de compromiso de
sus mercenarios.
Dentro de los factores de la ineptitud de la USAID para la
implementación de sus programas subversivos contra Cuba también debe
considerarse el total desconocimiento de la realidad cubana por parte de
quienes los diseñan, así como una subestimación de la capacidad de respuesta
de las autoridades para detectarlos y neutralizarlos. Los usan como camisas
de fuerza una vez que han sido probados con relativo éxito en otras naciones
y contextos, lo que entraña un craso error. La detención de Alan P. Gross es fruto de
esta errónea concepción.
Ha sido un error para la USAID el empleo de organizaciones vinculadas
al terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas y otras actividades
ilícitas radicadas, fundamentalmente, en Miami. Este marco de corruptos y oportunistas,
a los que los mueve la sinceridad de un cambio político en Cuba, sino el lucro
y el protagonismo, es parte del talón de Aquiles de cualquier tipo de
programa implementado para promover la subversión en Cuba. La lucha despiadada
entre estos grupúsculos para “canalizar” los fondos de la USAID. Los cambios
de administración y otros intereses dentro de los grupos de poder, hacen que
esta variación de los intermediarios se modifiquen sustancialmente, así como
aumenta la corruptela dentro de los mismos.
El panorama del empleo de los grupúsculos radicados en Miami por parte
de la USAID no deja de ser desolador. Fermenta entre ellos la división y la
sucia competencia, los ataques y acusaciones, así como la consabida desviación
de dichos fondos. Tampoco existe una certeza sobre cómo esos fondos son
usados tantos por los intermediarios como sus destinatarios finales: la
contrarrevolución interna.
Los grupos encargados de abastecer a la contrarrevolución usan canales
poco confiables para abastecer a sus mercenarios patrocinados por ellos,
favoreciendo principalmente a aquellos a quienes usan para montar un discurso
político más apegado a sus concepciones y apreciaciones políticas. La
frecuente detección, seguimiento y neutralización de estos emisarios por
parte de las autoridades cubanas es un hecho que poco importa a quienes les
envía, por cuanto la tajada mayor ha quedado a buen resguardo en sus
bolsillos y arcas.
Sonado fue el caso de Felipe E. Sixto, ex administrador del Center
for a Free Cuba (CFC) y ex asesor de George W Bush, quien fue culpable de robar
cerca de 600 000 dólares USD de los fondos destinados a la contrarrevolución
interna en Cuba. Esta fue una parte del dinero robado dentro del CFC, ya que
otra parte sustancial fue a parar a manos de del jefe de esta organización,
connotado agente de la CIA y corrupto sin escrúpulos. El entonces jefe de la
USAID, Adolfo Franco, encubrió tales robos y estafas descaradas, sabiéndose partícipe
de estas podredumbres. Lo absurdo, es que luego de una congelación de la
entrega de fondos al CFC, por parte del Congreso, aún siguen recibiendo su
mesada. Este no es un hecho aislado, pues auditoria oficiales han demostrado sobradamente
la complicidad de los jefes de la USAID con tradicionales estafadores que aún
siguen inscritos en su lista de beneficiarios.
Recientemente, la USAID se vio involucrada en otro escándalo de
corrupción, tras publicarse los datos de una investigación al respecto y como
puede observarse en el siguiente video.
La reciente editorialización de un importante medio como The New York
Times y el creciente cuestionamiento al papel de la USAID, tanto en Cuba como
América Latina, pone sobre el tapete la necesidad de suspender inmediatamente
todos sus programas secretos encaminados a la subversión y a la guerra
mediática contra otras naciones.
La actual parcialización de la USAID hacia la FNCA y su fachada, la
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), desde el 2011, otorgándole
el monopolio del financiamiento a la actividad contrarrevolucionaria dentro
de Cuba, levanta serias preocupaciones no solo en los grupúsculos
competidores, sino también en la opinión pública.
Poca transparencia puede esperarse de la FNCA y de su clon. El dinero
desembolsado a la misma no solo ha servido para financiar actividades
subversivas, sino también para ejecutar acciones terroristas. Desde 1992,
cuando la FDHC comenzó a recibir partidas de la USAID, la FNCA desarrolló
acciones terroristas de envergadura que culminaron en los ataques con bombas
y otros planes violentos entre 1993 y el 2001.
Aunque se pretenda que gran parte de estos fondos se destinen a un
reacomodo de las maltrechas y mal paradas fuerzas de la contrarrevolución
interna, evitando cismas y conflictos internos, lo cierto es que la mayor
parte de ese dinero engrosa los bolsillos de los líderes de la FNCA. El
propio Francisco José Hernández Calvo se encarga de remediar a toda costa las
pugnas entre contrarrevolucionarios como las actuales entre las Damas de
Blanco y las “Damas de UNPACU”, repartiendo dinero para contentarlas, persuadiendo
a Eulalia San Pedro (Laly) –madrina incondicional de la estafadora Berta
Soler-, de hacer las paces con las damas orientales. Por otra parte, la FNCA
puja por lograr un aparente clima de unidad aumentado las migajas que reciben
UNPACU, FLAMUR, el Partido Republicano de Cuba y otros grupúsculos.
A la par, existen indicios de que este dinero no solo se usa para
supuestas acciones “pacíficas”, sino también se emplean para preparar planes
secretos de terrorismo contra Cuba.
En el próximo trabajo analizaremos cómo la FNCA se ha encargado de
desarrollar actividades terroristas contra Cuba, pasando de financista de
grupos como Alpha 66 y otros, a convertirse en ejecutora directa de estas acciones.
Percy Francisco Alvarado
Godoy
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