Un general retirado del Ejército de Estados Unidos dice que el país
norteamericano debe celebrar audiencia pública para investigar los
atentados de11s y las guerras que desencadenaron.
El general Daniel P. Bolger, uno de los líderes de las campañas
estadounidenses en Irak y Afganistán, hizo este comentario durante una
entrevista exclusiva con la Truth Jihad Radio. El general
estadounidense, es el autor del explosivo libro recién publicado con el
título “¿Por qué perdimos en Irak y Afganistán?”
Al ser preguntado sobre el escepticismo de todo el mundo, incluyendo el 80% de los musulmanes, sobre la versión oficial de 9.11 como una operación de la bandera falsa, el general Bolger dijo: “Necesitamos celebrar audiencias públicas parecidas a las de la Comisión del 11s, antes que nada, por nuestra propia gente, para los estadounidenses. Quiero decir, eres norteamericano ¿no te gustaría saber? ¿No te gustaría ver, no sólo a mí, sino a otras personas como yo, participar en un foro público y responder a las preguntas tienes?”
Declaraciones del general Bolger da un nuevo impulso a la campaña montada por los miembros de las familias de víctimas de 11s que exigen la desclasificación del informe secreto de 28 páginas de la investigación conjunta del Congreso estadounidense llevado a cabo en 2002 sobre el doble atentado de 11 de septiembre de 2001.
Estas páginas, según varios representantes del Congreso y los senadores que las han leído, cambian completamente la versión oficial y muestran que “uno o más gobiernos” han estado implicados en los mencionados ataques. Los gobiernos en cuestión parecen haber sido el de Arabia Saudí y el régimen de Israel, no Irak o Afganistán. Algo que plantea serias dudas sobre el verdadero motivo de las guerras lanzadas después de 11s.
Mientras tanto, la CNN ha informado que el supuesto terrorista encarcelado, Zacarias Moussaoui ha denunciado que la familia real saudí pagó por sus cursos de pilotaje cuando se entrenaba como piloto suicida (o, más probablemente, estaba siendo señalado como un chivo expiatorio). Moussaoui lanza estas acusaciones contra los saudíes en dos cartas escritas a mano y dirigidas a los tribunales federales en Nueva York y Oklahoma. También afirma que la familia real saudí estaba conspirando para asesinar al presidente Bill Clinton derribándole el avión.
El régimen saudí ha negado severamente estas acusaciones, e incluso ha pedido la desclasificación del informe secreto de 28 páginas para que pueda defenderse. Hasta el momento, Obama se ha negado a desclasificar el documento - sellado por el entonces presidente, George W. Bush - y el Congreso aún no ha votado a favor de forzar la situación. Así que no es el Gobierno saudí, sino el de Estados Unidos que está ocultando la verdad. Pero, ¿por qué quiere ocultar la verdad sobre la peor catástrofe de su historia?
La respuesta probable es que la tragedia se llevó a cabo no sólo con la ayuda de los saudíes e israelíes sino también con la de los miembros corruptos y traidores del Gobierno de Estados Unidos. Desclasificación del informe de 28 páginas, revelaría que el 11.09, lejos de ser una operación independiente de “Al-Qaeda”, fue un engaño patrocinado por Washington. Esto abriría una nueva investigación sobre 11s, como quieren algunos como el general Bolger. Y dicha investigación, podría conducir a una situación muy incómoda.
Una verdadera investigación sobre 11s revelaría muy probablemente la complicidad criminal de algunos de los exfuncionarios como el presidente George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, y algunos de los miembros de las altas esferas del Servicio Secreto y las Fuerzas Armadas estadounidenses en los ataques. Repasemos algunas de las abundantes pruebas que señalan en esta dirección, muchas de las cuales ya eran bien conocidas en 2004 gracias al libro del Dr. David Ray Griffin “El Nuevo Pearl Harbor”.
Las escenas que tuvieron lugar en la escuela primaria Emma E. Booker en la Florida en la mañana de 11s, demuestran que Bush y el Servicio Secreto posiblemente tenían conocimiento previo de los ataques. Cuando Andrew Card dedicó menos de dos segundos susurrando algo al oído de Bush a las 9:03 de la mañana, supuestamente le informó al presidente de que un segundo avión se había estrellado contra el World Trade Center y que Estados Unidos estaba bajo ataque, ni Bush ni el Servicio Secreto actuaron según el protocolo vigente para estos casos. Si hubiera sido un verdadero ataque sorpresa, el Servicio Secreto habría trasladado urgentemente a Bush a un lugar seguro. En lugar de esto, permitieron que pasara ocho minutos más en un lugar preanunciada (la escuela) practicando la lectura con los niños. (Las palabras que coreaban, por extraño que parezca, eran “la cometa debe golpear el acero").
Después, durante otros quince minutos, Bush posó delante de los fotógrafos para que le hicieran fotos, y no dejó la escuela (donde todo el mundo, incluido los posibles atacantes sabían que podrían encontrarlo) hasta casi las 9:30. Entonces la limusina presidencial siguió la preanunciada ruta, a un ritmo pausado, hacia el aeropuerto, desde donde el avión del presidente estadounidense no se despegó hasta casi las 10. Obviamente, no se trataba de un ataque sorpresa. Más tarde, Bush afirmó en repetidas ocasiones que en realidad había visto el primer avión chocar contra la Torre del Norte antes de entrar en la clase - algo imposible a menos que se tratara de una emisión en vivo del acontecimiento en la limusina presidencial, por funcionarios implicados en ataques de 11s, según lo declarado por fuentes de seguridad nacionales al exagente de NSA, el actualmente periodista, Wayne Madsen.
En cuanto a Dick Cheney y Donald Rumsfeld, ambos han incriminado a sí mismos diciendo historias inverosímiles y controvertidas sobre dónde estaban y qué estaban haciendo aquella mañana. La Comisión 11.09, tratando de encubrir declaraciones contradictorias de Cheney, también ha sido pillada por decir mentiras obvias. La emisión de una orden de espera por Cheney, según las declaraciones del Secretario de Transporte, Norman Mineta, que seguramente tuvo como el motivo permitir que el ataque al Pentágono se procediera sin molestias, es una prueba más acusatoria que cualquiera pistola humeante contra Cheney y Rumsfeld. (De hecho, el ataque al Pentágono, que se produjo cerca de 90 minutos después de que el Servicio Secreto, la Administración Federal de Aviación (FAA, en inglés), y el alto mando militar habían establecido puentes de teléfono para hacer frente a las denuncias de secuestros, nunca podría haber ocurrido siguiendo los protocolos de defensa aérea normal si se tratara de un ataque real por un avión secuestrado).
Los militares del alto rango, tratando en vano de seguir un guión irremediablemente confuso, en repetidas ocasiones pronunciaron declaraciones falsas ante la Comisión 11.09, al intentar explicar por qué las defensas aéreas de Estados Unidos no habían detenido los “secuestros”. Los copresidentes de la Comisión 11.09, Kean y Hamilton, han declarado que están considerando procesar a los líderes militares por perjurio. El entonces senador, Marc Dayton, casi se echó a llorar en el Senado cuando estaba denunciando las mentiras grotescas que le había contaba el liderazgo militar del país. Poco después, el senador Dayton se vio obligado a huir de Washington, junto con todo su equipo, y volver a Minnesota debido a “amenazas terroristas” y anunciar su retiro. Su compañero de Minnesota, el senador Paul Wellstone, que se demostraba escéptico sobre el 11s, no hizo caso a la amenaza, y fue asesinado junto con su esposa, su hija, y su equipo en un accidente aéreo ocurrido a menos de una semana después de haber recibido una aparente amenaza de muerte por Dick Cheney.
Las pruebas circunstanciales apuntan a Paul Wolfowitz como el cerebro que estuvo detrás de los atentados 11s. Stanley Hilton y el profesor de la Universidad de Derecho de Illinois, Francis Boyle, ambos compañeros de Wolfowitz en la Universidad de Chicago en la década de 1960, han declarado que Wolfowitz y otros estudiantes de la pandilla del gurú neoconservador, Leo Strauss, incluso entonces estaban tramando un golpe de Estado en EE.UU. que con el tiempo llegó a materializarse en el ataque de 11.09 con ántrax. El guión general para el ataque con ántrax fue publicado en 1968 con el nombre de “Golpe de Estado: Manual práctico por estratega neoconservador de la primera categoría, Edward Luttwak”. (Neoconservadores sionistas como Wolfowitz, Luttwak, Dov Zakheim, Richard Perle, Scooter Libby, Elliot Abrams y la mayoría de los firmantes del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense en 2002 quienes abogaban por un "nuevo Pearl Harbor" son sospechosos de diseñar los atentados de 11s para engañar a los EE.UU. para que se implicara en una guerra sin fin contra los enemigos del régimen de Israel).
La participación de las altas autoridades estadounidenses en el engaño de 11.09 explica la negativa del Gobierno del país para revelar las 28 páginas explosivas y arriesgarse a provocar el mayor escándalo en la historia del mundo. Tal escándalo podría desestabilizar el sistema político estadounidense y provocar dudas sobre la legitimidad del gobierno en la opinión pública. Es fácil ver porqué incluso los funcionarios no cómplices de 11s no quieren llegar allí.
Sin embargo, el escándalo, aunque de forma no oficial, ya existe. La mayor parte del mundo conoce o sospecha la verdad. La legitimidad de los Estados Unidos, a los ojos del mundo y de su propio pueblo, ya está terminalmente minada debido a que la gran mentira de 11.09 ya está a punto de su ebullición.
La única manera de curar esta enfermedad potencialmente terminal, es dejarle hervir punzándole con la puntiaguda aguja de la verdad. El dolor será temporal pero la curación comenzará rápidamente. Al enfrentar abiertamente y aceptar las consecuencias de un escándalo tan trascendental, EE.UU. será capaz de restablecer su legitimidad y su buen nombre - y quizás incluso terminar su condición experimental como un imperio entre Orwell y Strauss, y volver a sus raíces como una república democrática constitucional.
Dr. Kevin Barrett*/ HispanTV
Dr. Kevin Barrett* un doctorado Arabista-islamólogo, es uno de los críticos más conocidos de Estados Unidos de la Guerra contra el Terror. Dr. Barrett ha aparecido muchas veces en Fox, CNN, PBS y otros medios de difusión, y ha inspirado reportajes y artículos de opinión en el New York Times, el Christian Science Monitor, el Chicago Tribune y otras publicaciones líderes. Dr. Barrett ha enseñado en los colegios y universidades en San Francisco, París y Wisconsin, donde se postuló para el Congreso en 2008. Él es el co-fundador de la Alianza entre musulmanes y cristianos y judíos, y autor de los libros La verdad Jihad: Mi lucha épica contra la Mentira 9/11 Grandes (2007) y El cuestionamiento de la Guerra contra el Terror: Una Guía para los votantes de Obama (2009 ). Su página Web es www.truthjihad.com.
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