Como era de esperarse, el tribunal
federal de apelaciones de Washington rechazó hoy la denuncia presentada por el
contratista Alan Gross contra el Gobierno de Estados Unidos, basada en el
reclamo del espía norteamericano por, supuestamente, no haber sido advertido de
los riesgos de realizar operaciones encubiertas en Cuba, donde actualmente permanece
detenido desde hace casi cuatro años y está sujeto a una condena de 15 años de privación
de libertad.
El reclamo de la familia Gross
fue interpuesto en noviembre de 2012 y exigía del gobierno y de la subcontratista
de la USAID, Development Alternatives (DAI), la suma de 60 millones de USD como
compensación. Los demandantes llegaron a un acuerdo con la DAI, pero llevaron
su disputa contra el gobierno federal hasta los tribunales.
Tanto la instancia
inicial, una corte de distrito, como el tribunal de apelaciones –la Corte
federal de Apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia-,
coincidieron en que el gobierno es exculpado de la actividad de Gross en un
país extranjero. Los miembros del tribunal de apelaciones reconocieron, empero,
que este caso debía de ser dilucidado ante el Congreso, sobre la base de un
enfoque político.
No se sabe si los abogados
de Gross buscarán la forma de interpelar a la USAID ante el congreso, sobre
todo en estos momentos en que esta agencia ha estado siendo seriamente
cuestionada por la ineficacia de sus operaciones secretas y por el abultado
despilfarro del dinero de los contribuyente, tal como lo expuso hace unos días
The New York Times.
Particularmente, creo que
Gross tenía pleno conocimiento de las actividades que efectuaba, dado que
realizó cuatro viajes con anterioridad a Cuba con fines subversivos, hasta el
momento en que fue capturado en diciembre de 2009. Sin embargo, la USAID y el
gobierno federal pecan seriamente por haber dejado abandonado a su suerte a uno
de sus agentes de campo. Por supuesto, los jueces del tribunal de apelaciones
abrieron las puertas para que su caso sea analizado más allá de su competencia
y que sea el Congreso quien analice este peliagudo caso que compromete la
política exterior estadounidense.
El caso Gross trae a mi
memoria a los mercenarios de la Brigada 2506, capturados bochornosamente en
Playa Girón, quienes fueron embarcados en una aventura sin posibilidades de
éxito por la administración de Kennedy.
El desafortunado Gross no
pudo decir ante sus captores la famosa frase usada por los vapuleados
mercenarios en abril de 1961: “Yo vine de cocinero”.
Otra vez el gobierno
norteamericano hace uso de una total insensibilidad hacia aquellos hombres que
emplea en operaciones encubiertas. Reconocer el carácter subversivo de las
actividades realizadas por la USAID contra Cuba, es una de las premisas
esenciales para buscar una salida decorosa al caso Gross. Ello es plena
responsabilidad de la administración norteamericana, la que debe dejar a un
lado el discurso hipócrita y asumir su entera responsabilidad en este capítulo
de injustificada injerencia contra Cuba.
Obama y sus acólitos,
refugiados del bochorno de sus crímenes tras una Biblia, parecen haberse
olvidado de lo dicho en Hebreos 13:5-6: “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.”
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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